Back to top
Política

Colombia, la pugna de los extremos

Los acuerdos de paz han sido uno de los ejes de la campaña presidencial colombiana.

Madrid

"Se están tirando la paz", declaró hace unos días Humberto de la Calle, candidato del Partido Liberal a la Presidencia de Colombia y antiguo jefe de la delegación del Gobierno de Juan Manuel Santos durante la negociación de los acuerdos de paz.

De la Calle se refería de esta manera al expresidente Álvaro Uribe y al postulante del uribismo, Iván Duque, quienes estarían "construyendo un tejido de falacias y de odios que fueron conduciendo a buena parte de la población a la nostalgia de la guerra".

Y es que la implementación de la paz con las FARC se ha convertido en uno de los puntos candentes en la actual contienda presidencial, reproduciendo la profunda escisión constatada en el plebiscito sobre dichos acuerdos en 2016.

El tenor de la declaración refleja la dureza de una campaña en la que no han faltado los escraches a los candidatos de distinto signo, las amenazas de muerte a periodistas y la descalificación entre bandos.

Unos incidentes que se avienen con la fuerte polarización que ha marcado este año el debate electoral colombiano, y también con el descrédito que sufre la clase política tradicional.

En este contexto, no es de sorprender que quienes despuntan en las encuestas sean los candidatos situados en los extremos del tablero: a la derecha, Iván Duque, y a la izquierda, Gustavo Petro.

Los principales candidatos

El candidato del uribismo (Centro Democrático) es el rostro joven —tiene apenas 41 años— del establecimiento político sustentado por las élites rurales del país. Cuenta a su favor con la capacidad de movilización de Álvaro Uribe, al igual que con los profundos recelos que suscitan en buena parte de la sociedad colombiana los acuerdos de paz.

Sin embargo, pese a liderar los últimos sondeos con un 35% de intenciones de voto, Duque tiene en contra una de las grandes pasiones de la política colombiana actual: el antiuribismo. Amplios sectores de la sociedad asocian la imagen de Uribe a políticas de privatización clientelares y al paramilitarismo.

Por su parte, el exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro, quien va segundo en las encuestas con un 24%, ha impulsado su campaña con un discurso antisistema que apunta a la necesidad de profundas reformas para paliar las carencias del país en materia de servicios públicos y equidad. Una retórica que ha calado en los jóvenes y en los estratos populares.

Pese a haberse distanciado explícitamente de los regímenes cubano, nicaragüense o venezolano —ha criticado a Maduro por mantener "una dictadura insostenible"—, los detractores de Petro no dejan de achacarle su populismo. Y su propuesta de convocar una "Constituyente" no hace sino atizar las reticencias.

En este juego de encontronazos, el representante del centro-izquierda, Sergio Fajardo, se ha visto por lo pronto relegado a un tercer puesto, aunque con un notorio 18%. También le ha supuesto una desventaja el no haber podido sellar una alianza con Humberto de la Calle. 

No obstante, ha venido subiendo en las encuestas y cuenta aún con cierto margen de progresión. Sobre todo porque, dadas las remotas posibilidades de De la Calle, es probable que se produzca una cadena de voto útil que lo beneficie. Además, la oratoria de Fajardo, que insiste en el reforzamiento de las instituciones, en un Estado garante de las libertades individuales y de la igualdad de oportunidades, puede revelarse atractiva para los sectores moderados de los polos opuestos que encarnan Duque y Petro.

El último contendiente con ciertas esperanzas en esta liza es el candidato de Cambio Radical, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras. A este no lo beneficia el hecho de que su figura sea asimilada a las prácticas de la política tradicional (nepotismo y corrupción). Además de tener su espacio vital, la derecha, ocupado por el uribismo y de contar con escasas posibilidades de deslizarse hacia el centro de modo convincente.

Aun así, Vargas Lleras tiene detrás a la maquinaria de Cambio Radical. Y esto no es poca cosa. Efectivamente, el anclaje territorial del partido le asegura una extensa y potente red clientelar —no en balde fue la fuerza política con mayor progresión en las legislativas de marzo—, que puede mostrarse determinante si la segunda plaza llegara a dirimirse por una corta ventaja. 

Por una segunda vuelta

Si las encuestas no fallan, es poco probable que el más adelantado de los candidatos logre alzarse con la Presidencia en la primera vuelta de este domingo. Tampoco es deseable que así lo sea. 

Como bien explica la periodista colombiana Diana Calderón, un triunfo en segunda vuelta "garantiza respaldo en el Congreso, por las naturales alianzas pos primera vuelta, logrando un mejor escenario de gobernabilidad".

Y la gobernabilidad será clave para el desempeño del próximo mandatario. Tomando en consideración que el crecimiento de la economía colombiana oscila en estos años alrededor del 2%, los retos urgentes son de orden social y político.

Así, el país debe lidiar en estos momentos con cierta inestabilidad en sus fronteras, causada en los lindes con Venezuela por el descalabro del régimen chavista y, en la región próxima al Ecuador, por la acción de los grupos disidentes de las guerrillas vinculados al narcotráfico.

La situación de las bandas díscolas de las FARC o del ELN remite directamente a la consecución de la paz. 

Y, en este contexto, el tema álgido y acápite insoslayable de las negociaciones es la distribución de tierras al campesinado, dado que Colombia se caracteriza por ser uno de los países más desiguales de la región y donde el acaparamiento de las tierras es mayor. Algo que perpetúa las condiciones de exclusión y de pobreza (27%) en ciertos estratos de la sociedad.

Es probable que sin reforma agraria ni devolución de las tierras, impulsadas por el Estado, una violencia endémica siga asolando las zonas rurales —tan solo en los últimos dos años cerca de 280 activistas sociales han sido asesinados—.

Por lo tanto, independientemente de sus preferencias (modificación o reforzamiento de los acuerdos de paz), el futuro presidente necesitará un amplio consenso para enfrentar estos desafíos. Ojalá una segunda vuelta incida en este sentido.

Más información

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.