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Vivienda

Morir aplastados, el temor de los vecinos de un edificio parcialmente derrumbado en Santiago de Cuba

'Estoy casi inválida, tengo problemas en las piernas; si ocurre algo, no podré salir', dice una anciana de 73 años.

Santiago de Cuba

"No tenemos viviendas para darles", es la repuesta que han recibido de las autoridades los vecinos del edificio de la calle Trinidad #268 entre Corona y Rastro, en Santiago de Cuba, que se derrumbó parcialmente el pasado 9 de mayo.

La noticia les fue llevada por el presidente del Poder Popular municipal en Santiago de Cuba, Raúl Fornés Valenciano, a pesar de que en la ciudad hay un boom constructivo de edificios de apartamentos para reemplazar al marginal barrio de San Pedrito.

Según Olga Ortega Beltrán, de 73 años y jubilada del sector de la Educación, quien vive en el inmueble desde 1969, el edificio estaba en peligro de derrumbe desde el paso del huracán Sandy en 2012, aunque en 1999 ya había sido severamente afectado por otro ciclón "que se llevó el techo completo".

Entonces "nos dieron el techo como a los seis meses. Sandy se lo volvió a llevar y nos dejó casi sin nada. Vivienda nos dio 18 tejas que no alcanzaron para todo el techo y mis hijos han hecho remiendos para completarlo".

Los vecinos se quejan de que al Gobierno no le ha urgido trasladarlos o ayudarlos con recursos a reparar el inmueble.

"El Gobierno esperó a que esto se derrumbara, se lo digo honestamente", dijo Olga. "Llevamos más de un año yendo todos los días al Gobierno por la peligrosidad que hay aquí. Estamos viviendo en el aire, aquí no hay arquitrabe, lo que hay es un encofrado que hicieron en 1973".

El inmueble, de la primera mitad del siglo XX, es una construcción de dos pisos de madera y manpostería, adaptada para vivienda multifamiliar. Las barandas de madera del segundo piso están flojas y los pisos y paredes están atravesados por grietas. A los vecinos les fue prohibido por un arquitecto de Vivienda tener tanques de agua en el segundo piso debido a la fragilidad de la construcción. En el edificio residen 15 núcleos familiares y alrededor de ocho niños.

Después de dormir la primera noche tras el derrumbe en el corredor del colegio La Salle, los vecinos se presentaron en la sede del Partido Comunista para exigir acciones de ayuda.

"Nos aparecimos en el Partido una noche como ocho personas, incluida mi nieta embarazada, y ni siquiera nos dejaron entrar, nos enviaron al presidente del gobierno municipal, que nos atendió en la esquina del edificio del Partido, en la calle, y nos dijo que iría al día siguiente, cosa que cumplió".

La única ayuda ofrecida por el presidente del gobierno local, que no quiso arriesgarse a visitar las vulnerables viviendas, fue mandar una brigada para apuntalar la construcción, la cual ha hecho muy poco hasta el momento.

"Estoy muy decepcionada de la actitud del gobierno por el cual votamos", dice Olga. "El presidente del gobierno, Raúl Fornés, nos dijo que estábamos priorizados en un escalafón para las casas, donde ocupábamos el número 32, pero como único nos daban un apartamento es con una situación precaria, y yo me pregunto, ¿si esto no es precario, qué es?"

La situación precaria, según entienden los vecinos de la explicación del funcionario, es un derrumbe total o quizás heridos y muertos. Los vecinos tienen miedo, están en tensión ante el mínimo movimiento de pisos y paredes.

"Los niños no quieren dormir aquí, lloran por la noche cuando se les obliga a acostarlos. La gente está demasiado alterada. Yo le pregunté al presidente del Poder Popular si se daba cuenta de que ahora viene la temporada ciclónica. Estoy casi invalida, tengo problemas en las piernas; si ocurre algo, no podré salir", teme Olga.

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