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Cine

Al fin, un melodrama cubano

Un niño, el piano, estrecheces económicas y la música de Chucho Valdés en el nuevo filme de Jonal Cosculluela.

La Habana

Se acaba de estrenar en los cines de la capital la película cubana Esteban, dirigida por Jonal Cosculluela, y con las interpretaciones de Yuliet Cruz, Manuel Porto, Raúl Pomares, Mónica Alonso, Ismael Issac y Corina Mestre.

Es la historia de un chico de nueve años, de estrato humilde, que por casualidad descubre su fascinación por la música y su aptitud para tocar el piano de oído, cuando conoce a un retirado profesor de piano, con muy mal carácter…

De padres divorciados, Esteban vive solo con su madre, que se dedica a vender mercancía ligera en la calle. Él la ayuda en el comercio cuando termina las clases. Su padre trabaja en un bar y apenas le presta atención.

Aparece en este filme el retrato de una familia pobre, de una madre que de alguna manera involucra a su hijo en labores ajenas al candor de la niñez, en aras de la sobrevivencia. Es la imagen de muchos desposeídos, que tienen que lidiar con esa carga de incertidumbre que les tocó por destino, en una sociedad sin equidad, como esos 30 pesos de manutención para un hijo, una cifra risible, del mínimo que establece la ley cuando los progenitores se separan.

También se manifiestan las diferencias sociales, en este caso, en la escuela, donde un compañero del protagonista, merienda refresco y pan con jamón, mientras que Esteban solo lleva un pomo de agua con azúcar.

A pesar de mostrar el rostro de las carencias, los personajes crecen y se moldean por su valentía al enfrentar las vicisitudes que se les imponen. El niño, que padece de timidez, es capaz de tocar puertas para vender, con el único propósito de recibir lecciones de piano. Por su pasión por el instrumento miente, y se vuelve charlatán en la escuela.

En el contexto de un país necesitado de cambios, el guion maneja las situaciones con las fórmulas que caracterizan al melodrama, pero las emociones y las lágrimas aquí resultan necesarias por la intensa carga dramática,  que no sobran en modo alguno.

Sin ser una obra de arte, el filme resulta una producción digna, que se aleja de los regodeos que aluden a la marginalidad en el cine cubano de los últimos tiempos. Vale la pena verlo para disfrutar de la candidez del joven actor, y escuchar el extraordinario piano de Chucho Valdés, que le da apoyatura al guion con la banda sonora. La perseverancia, el amor y la amistad, son los puntos fuertes del filme, defendidos por unos personajes que desbordan matices, y están dibujados con luces y sombras.

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