Back to top
Opinión

Cuba en el 150 aniversario del 10 de octubre

El caudillismo y las desavenencias que entonces frustraron la independencia se mantienen hoy.

La Habana

El 10 de octubre de 1868 un grupo de patriotas se alzó en armas para luchar por la independencia de Cuba. Diez años después el intento terminó sin lograr sus propósitos. José Martí, organizador de la nueva etapa de la Guerra de Independencia, estudió las causas del fracaso y sentenció: "nuestra espada no nos la quitó nadie de la mano, sino que la dejamos caer nosotros mismos". El mejor homenaje al 10 de octubre de 1868 es repasar los hechos que llevaron a la caída de la espada para establecer su relación con la situación actual de Cuba. 

- La fecha del alzamiento no surgió del consenso. Existían criterios diferentes tratados en las reuniones ocurridas entre el 3 de agosto y el 5 de octubre de 1868. En la última, los manzanilleros, al acordar la fecha del 14 de octubre, adelantada luego en cuatro días, desplazaron la Jefatura de Francisco Vicente Aguilera a manos de Carlos Manuel de Céspedes, lo que generó incomprensiones y los primeros intentos de sustituir a Céspedes. 

- Las diferentes visiones de los alzados en Camagüey y Las Villas, puso a la orden la necesidad de unidad de los revolucionarios, lo que se dirimió en la Asamblea de Guáimaro, de donde emergió la primera constitución mambisa. En ella se derrotó la concepción de mando único que defendió Céspedes y se instauró una división de poderes en la que la presidencia quedó subordinada a la Cámara de Representantes. Contradicción que, alimentada con otros hechos provocó los distanciamientos entre los poderes Ejecutivo y Legislativo que condujeron en 1870 a la renuncia de Ignacio Agramonte, quien retó en duelo al presidente Céspedes. Por razones similares en 1872 el general Máximo Gómez fue depuesto por Céspedes y sustituido por Antonio Maceo.

- Los hechos mencionados, unido a que durante los recesos de la Cámara, el presidente asumió mayores funciones, terminaron en la deposición de Céspedes por la Cámara el 28 de octubre de 1873, en presencia de los principales jefes del Ejército y de sus tropas. Cuatro meses después, el 27 de febrero de 1874, Céspedes fue sorprendido por fuerzas españolas y cayó combatiendo en San Lorenzo.

- En 1874, el comandante José Sacramento León (Payito), junto a otros oficiales, se insubordinó contra la jefatura del general Calixto García. El Consejo de Guerra que juzgó a Payito, lo amnistió, sembrando la semilla de sucesivas indisciplinas. 

En enero de 1875 Máximo Gómez logró pasar la Trocha de Júcaro a Morón, el principal obstáculo militar para la invasión a Occidente. En abril de ese año varios oficiales, junto a Francisco Javier de Céspedes —hermano del presidente depuesto— marcharon a Lagunas de Varona, donde dieron a conocer una Declaración que desconocía las órdenes de la Cámara; negándose a enviar las tropas a Las Villas, donde el general Máximo Gómez se batía gloriosamente. El conflicto terminó con la renuncia del presidente Salvador Cisneros Betancourt, pero con un daño que resultó irreparable.

- En octubre de 1876, al arribar a la Isla el general Martínez Campos, los miembros de la Unidad Republicana —sociedad secreta creada al calor de los motines— se negaron a ser mandados por jefes no nacidos en Las Villas. Varios oficiales no villaclareños se vieron obligados a renunciar y el general Máximo Gómez fue expulsado de la región. De forma similar, en 1877 se produjo la sedición de Santa Rita.

A mediados de 1877 la anarquía era generalizada. Holguín se declaró cantón independiente. Oficiales cubanos entraron en contacto con altos oficiales de España. El presidente de la república, Tomás Estrada Palma, cayó prisionero. Se aceptó la suspensión de hostilidades. En febrero de 1878 en los campamentos cubanos se aclamaba la paz. La Cámara renunció y se creó un Comité para la negociación.

A pesar de las gloriosas cargas al machete, la débil cultura cívica, la primacía de la violencia, las divisiones, el regionalismo y el caudillismo, unido a la exigua participación y/o indiferencia de muchos cubanos, condujeron al fracaso. Cuando Martínez Campos desembarcó en Cuba contaba con unos cien mil hombres aguerridos para enfrentar a unos 4.000 patriotas divididos, mientras muchos cubanos integraban los Cuerpos de Voluntarios que apoyaban a España.

Lo ocurrido se repitió durante la llamada Guerra Chiquita, durante la Guerra de Independencia de 1895, y durante la llamada Revolución del 30. Como confirmación de esa tendencia, después de la flamante Constitución de 1940 se produjo el Golpe de Estado de 1952 y, en su respuesta: la revolución de 1959, que en lugar de empeñarse en la formación ciudadana para aprender a vivir en libertad, abandonó el camino trazado por los fundadores, disolvió la sociedad civil que les había permitido tomar el poder e implantó la "unidad", desconociendo que ésta no puede surgir sino del consenso de la diferencia. Como colofón, creó un partido al que le dio rango constitucional como fuerza superior del Estado y de la sociedad.

Los hechos mencionados evidencian que los cambios sociales requieren de cambios en las personas; misión que fue comprendida y asumida desde principios del siglo XIX por el padre Félix Varela, quien se empeñó en la formación de virtudes,y continuada por figuras como José de la Luz y Caballero, que se consagró a la educación cívica como premisa de los cambios sociales, misión que Enrique José Varona resumiría en pocas palabras: "Tenemos que vivir de otro modo, si queremos vivir; y para ello necesitamos aprender de otro modo".

Archivado en
Más información

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.