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Relaciones Cuba-EEUU

La Habana insiste en la 'histeria' o el 'estrés' para sostener sus teorías de los ataques

A menos que EEUU comparta más información, 'quizás nunca se conozcan las causas de los síntomas' sufridos por los diplomáticos, dice.

Miami

Miembros del equipo del Gobierno cubano que investiga los ataques a los diplomáticos estadounidenses insistieron en que a menos que EEUU comparta más información sobre sus pesquisas, "quizás nunca se conozcan las causas de los síntomas de salud" sufridos por sus funcionarios.

En declaraciones que ofrecieron a El Nuevo Herald, también se quejaron de que muchas veces son los últimos en enterarse cuando salen a relucir nuevos detalles en el caso, como cuando el Departamento de Estado dijo que había recibido 19 reportes no confirmados de estadounidenses que viajaron a la Isla y se quejaron de síntomas similares a los experimentados por los diplomáticos.

"Sin cooperación no vamos a ninguna parte", dijo el Dr. Manuel Jorge Villar Kuscevic, otorrinolaringólogo y coordinador del comité de expertos cubano, integrado por más de 80 especialistas.

Al rechazar la teoría de los ataques sónicos, estos investigadores señalan que no todos los estadounidenses sufrieron pérdida de la audición. Si se empleó un arma sónica u ondas sonoras lo suficientemente fuertes como para producir los síntomas en cuestión, entonces todos los diplomáticos hubieran tenido daños en la audición.

"Si un sonido es lo suficientemente fuerte como para provocar una conmoción cerebral, la gente termina muerta", dijo el Dr. Mitchell Joseph Valdés Sosa, director del estatal Centro de Neurociencias de Cuba.

"Hemos descartado la idea de que los daños pudieron deberse a algún tipo de sonido, mucho menos un arma sónica", añadió Villar.

Por su parte, el coronel Ramiro Ramírez Alvarez, jefe de seguridad diplomática del Ministerio del Interior de Cuba, defendió que "ese tipo de arma no existe en Cuba" y ripostó que "EEUU es el primero que tendría ese tipo de cosa. Se fabrican allí, se venden allí".

El medio miamense recuerda que un dispositivo acústico de largo alcance (LRAD), que emite sonidos en el rango de 145-151 decibelios, ha sido usado en EEUU para controlar multitudes, así como en otros lugares para repeler a piratas somalíes y en situaciones de guerra.

Dispositivos similares que se venden como generadores ultrasónicos se anuncian en internet para alejar animales de las casas.

Si un tipo de arma avanzada secreta —que pudiera dirigir específicamente ondas sonoras a distancia— se usó en los supuestos ataques, eso pudiera complicar aún más la solución del misterio.

Expertos han sostenido que el Gobierno de Cuba no querría que EEUU supiera que tiene acceso a tal dispositivo, y EEUU tampoco lo admitiría a La Habana.

Algunas figuras, como el senador republicano de origen cubano Marco Rubio, insisten en que en un país tan estrictamente controlado como Cuba, el Gobierno no solamente tiene que saber qué provocó los misteriosos incidentes, sino también quién es responsable.

Aunque Washington no ha dicho que el régimen está detrás de los ataques, sí lo responsabiliza por no proteger a los diplomáticos, como demanda la Convención de Viene sobre Relaciones Consulares.

El secretario de Estado, Rex Tillerson, dijo en enero que los incidentes en La Habana fueron "ataques deliberados" y también cree que alguien dentro del gobierno cubano "puede poner fin a esto".

Filtraciones a la prensa

Para el Dr. Mitchell Joseph Valdés Sosa, director del Centro de Neurociencias en Cuba, tras las filtraciones a la prensa, hay "alguien está interesado en mantener las alegaciones vivas".

Los diplomáticos comenzaron a reportar dolor de cabeza, mareos, problemas de la audición y dolor de oído en diciembre de 2016 y enero de 2017. Algunas de las víctimas dijeron que desde noviembre habían comenzado a sentir sonidos extraños en sus casas, a lo que siguieron los síntomas.

Posteriormente se reportaron incidentes en los hoteles Capri y Nacional en La Habana. Investigadores cubanos dijeron que esos reportes mencionaron la habitación 823 del Hotel Nacional.

Defendieron que en el caso del Capri se señalan dos habitaciones en los pisos 15 y 17. Después de revisarlas y no encontrar nada sospechoso, las tres habitaciones fueron reincorporadas al uso normal, afirmaron.

Los dos hoteles están incluidos en la alerta de viaje más reciente del Departamento de Estado de EEUU.

"Los actos contra diplomáticos son delitos serios en Cuba y conllevan fuertes penas", declaró a El Nuevo Herald el coronel Roberto Hernández Caballero, investigador del Ministerio de Interior.

Sin embargo, sin acceso a los diplomáticos afectados que regresaron a EEUU —lamentó Villar—, los médicos cubanos solamente tenían la información de colegas estadounidenses que habían visto a los diplomáticos.

"Lo que les entregaron fue una sinopsis de los síntomas mostrados por los diplomáticos, pero no incluía audiogramas, estudios de resonancia magnética o tablas estadísticas que indicaran cuáles síntomas mostró cada paciente", dijo el Dr. Valdés Sosa.

La lista de síntomas —afirmó Villar—, puede deberse a varias enfermedades, como infecciones del oído, hipertensión, epilepsia, reacción a drogas o el alcohol, diabetes, cáncer y otros males.

Algunas de las teorías de la parte cubana

"Cuando escuchamos de estos llamados ataques sónicos por primera vez, debo confesar que pensé que era ciencia ficción", afirmó Villar.

Investigadores cubanos dijeron que el FBI compartió 14 grabaciones, aparentemente hechas con teléfonos celulares, en las viviendas de los diplomáticos.

Los peritos del Ministerio del Interior cubano se quejaron de que las grabaciones llegaron sin información de dónde ocurrieron y en qué circunstancias. Después de escucharlas, los investigadores cubanos dijeron que pudieron identificar algunos de los sonidos ambientales en los vecindarios de Playa y Siboney, donde vivían muchos de los diplomáticos.

Hernández dijo que se examinó a más de 200 cubanos que vivían cerca de los diplomáticos para determinar si presentaban síntomas similares. Cuatro mostraron pérdida de audición. Dos de los casos se debían a enfermedades crónicas del oído, uno al ruido del fuego de artillería y el otro al ruido industrial, según los expertos cubanos.

"Es imposible generar el tipo de energía que provocara estos daños (a los diplomáticos) sin afectar a otras personas", insistió el teniente coronel José Alazo Rangel, del MININT.

El análisis de la parte cubana de las grabaciones reveló numerosos sonidos, como grillos y otros insectos, aves nocturnas, ruido del tráfico, un aire acondicionado, una voz humana, pero ninguno de esos sonidos puede poner en peligro la salud humana, según Alazo.

Si hubiera habido ondas sónicas, habrían distorsionado el sonido ambiental en las grabaciones, al punto que el ruido de los grillos y otros no sería identificable, sostuvo el teniente coronel.

Ondas infrasónicas y ultrasónicas

"Las ondas infrasónicas son de una frecuencia demasiado baja y los seres humanos no las perciben, y aunque pueden producir vibraciones, es difícil de dirigir y se esperaría a que afectara a otras personas, vecinos, cónyuges, animales caseros", dijeron los investigadores cubanos al abordar otra de las teorías.

Las ondas ultrasónicas, que tienen frecuencias altas que los humanos no perciben, pueden concentrarse mejor, pero el dispositivo tendría que estar muy cerca de la víctima para causar daño, aseguró Villar.

Los investigadores agregaron que tampoco podían explicar por qué cualquier tipo de onda sonora habría afectado solamente a diplomáticos en ciertas habitaciones de sus viviendas. Dijeron que no habían podido verificar la posibilidad de que se hubiera instalado algún dispositivo en esas viviendas porque solamente les permitieron entrar a tres residencias.

Histeria colectiva

Aunque durante una audiencia en enero en EEUU expertos de ese país dijeron que las conclusiones estadounidenses sugerían "que no se trataba de un caso de histeria colectiva", los investigadores cubano insisten en que esta es otra posibilidad.

Dijeron que entre las condiciones que hubieran contribuido a enfermedades psicosomáticas e histeria colectiva están que todos los diplomáticos trabajaban en el mismo lugar y la incertidumbre creada después de un cambio abrupto en el Gobierno estadounidense y la política hacia la Isla.

El uso por parte del Gobierno estadounidense de términos como armas sónicas, ataques y víctimas pudiera haber aumentado la ansiedad, consideraron investigadores cubanos.

"Creo que algunos enfermaron, por diversas razones", dijo Valdés Sosa. "Pero la tensión y el cambio en las relaciones entre los dos países pudo exacerbar sus enfermedades".

Sin embargo varios diplomáticos canadienses y sus familiares también reportaron el comienzo de síntomas similares a los sufridos por los estadounidenses, y también señalaron que ocurrieron en sus viviendas.

Sobre el caso de los canadienses se conoce poco. Ramírez dijo que la investigación con los canadienses se ha caracterizado por la cooperación y el intercambio de información.

Investigadores cubanos dijeron que no habían recibido reportes de síntomas similares que afectaran a diplomáticos de otras embajadas.

Un virus o toxina

Valdés Sosa dijo que un virus, que se propagaría más allá del cuerpo diplomático estadounidense, o una toxina, que no debiera provocar tantos síntomas diferentes, son una posibilidad verosímil, según declaraciones que recoge El Nuevo Herald.

No ha habido falta de teorías sobre quién es responsable de los problemas de salud de los diplomáticos: un ataque deliberado de una tercera parte que trata de dañar las relaciones entre Cuba y EEUU, elementos dentro del propio Gobierno cubano molestos con el acercamiento entre los dos gobiernos o una operación de vigilancia del régimen que salió mal.

"¿Por qué haríamos eso cuando estamos en proceso de tratar de normalizar las relaciones?", preguntó el coronel Ramírez.

Otras teorías manejadas desde fuera han sugerido que Rusia o China pueden haber querido interrumpir el acercamiento que comenzó el 17 de diciembre de 2014, durante el Gobierno de Obama. A eso, el coronel Ramírez agrega: "Pudiera ser el propio gobierno de EEUU, que usa los incidentes como pretexto para reducir el personal diplomático”.

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