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Opinión

Estados Unidos, Cuba y los derechos humanos

El Gobierno cubano aduce tres razones para no cumplir con la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU ni ratificar los Pactos sobre Derechos Civiles. Estas son.

La Habana

El gobierno "revolucionario" y socialista de Cuba sostiene que no cumple ni cumplirá con los derechos humanos recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas ni ratificará los Pactos sobre Derechos Civiles, Políticos y Económicos, aduciendo tres razones fundamentales:

La primera es que las mencionadas disposiciones de alcance mundial constituyen una imposición caprichosa de los gobiernos norteamericanos al cubano solo porque este último escogió el socialismo como forma política de gobierno.

La segunda es que a fin de cuentas en los Estados Unidos también se violan los derechos humanos.

Y por último, la más contradictoria y cínica, que en Cuba sí se respetan esos derechos, solo que se le da más importancia a unos que a otros.

Respecto al primer cuestionamiento, vale aclarar al gobierno "revolucionario" (ahora inexplicablemente vuelve a autoproclamarse así), que la Declaración Universal de Derechos Humanos está basada en principios y valores de carácter universal y eternos, inspirados en la Declaración del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa, en la Declaración de Independencia de las Trece Colonias de Norteamérica y, por más que pueda asombrar a algunos, en la propia Constitución cubana de 1940, la más avanzada del Continente en su época y apropiada en la actualidad a pesar de lo ultrajada que ha sido a partir de 1952. Cuando se promulgó la Declaración Universal de Derechos Humanos no existía en la Isla un gobierno comunista.

El segundo argumento es pueril, es como decir que tengo derecho a dar una paliza a mi esposa cuando se me antoje, porque mi vecino no manda a sus hijos a la escuela. Es cierto que en todos los países se producen violaciones de los derechos humanos y en el caso de Estados Unidos son los propios ciudadanos y la prensa, los que con toda libertad denuncian los hechos violatorios y proponen su enmienda; en el caso de Cuba, no solo se violan estos derechos, sino que es perseguido como delito cualquier intento de ejercerlos. 

Es una realidad que en Cuba se priorizan unos derechos sobre otros, el derecho a la salud, a la educación, al trabajo y a la seguridad social, son los únicos derechos visibles para el Gobierno cubano. Estos son los derechos sociales que aunque se pretenda presentarlos como vitrina de la sociedad, no provienen de las bondades del sistema, sino de la expoliación a que están sometidos los trabajadores cubanos, de los cuales provienen los recursos utilizados en la satisfacción populista de estos derechos. Durante 30 años, ese papel de proveedor de bienestar le correspondió a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, imperio del que Cuba formó parte, aunque solo le faltara el apellido.

La Constitución socialista de 1976, modificada con saña en 2002, tiene un capítulo dedicado a los derechos, deberes y garantías fundamentales; incluso, tiene otro dedicado a la igualdad. Pero en la práctica, todos esos derechos se ven manipulados y cercenados al antojo del legislador-ejecutivo que lejos de la intención de garantizarlos, prefirió proteger los intereses de la clase gobernante y usurpar la soberanía del pueblo.

Se equivocó el representante del gobierno cubano ante la Cumbre de las Américas cuando afirmó que su gobierno comunista no va a ceder ante las exigencias de Washington de que en Cuba se respeten los derechos humanos. 

No son exigencias de Washington ni de ningún otro gobierno en particular, son exigencias de la sociedad cubana.

El pueblo está en rebeldía y parece que nadie se da cuenta, ni las amenazas de multas o expropiación hacen que la tierra produzca en abundancia, ni las sanciones disciplinarias logran que los obreros sean productivos, ni las medidas antimigratorias de Obama o Trump impiden el flujo de ciudadanos hacia el exterior, que ya es en sí un plebiscito.

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