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Política

Los 'héroes' del poder y la contracultura

Dentro de la intelectualidad oficialista ha surgido una manera de quedar bien con Dios y con el Diablo.

La Habana

A los intelectuales casi siempre se les asocia con la rebeldía frente al poder, por lo tanto no hay nada que disguste más a un escritor o un artista —excepto a aquellos lacayunos por antonomasia— que el hecho de ser identificados como fieles servidores del oficialismo.

Buena parte de los intelectuales que hoy sirven al castrismo se hallan atrapados en una especie de encrucijada: son conscientes de que defienden a toda costa los puntos de vista gubernamentales, y además desean continuar en esa órbita; mas, por otro lado, no renuncian a la aureola de heroísmo intelectual que tanto agrada a los creadores.

Sin embargo, del seno de esa intelectualidad ha brotado la manera de quedar bien con Dios y con el Diablo. Usando las habilidades de un prestidigitador han permutado los conceptos. Ya el Gobierno cubano no es el poder; es simplemente un contrapoder que se enfrenta a lo que consideran el poder verdadero: el imperialismo yanqui y sus aliados de Occidente. Visto de esa manera, los miembros de la oficialista Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) son unos aguerridos combatientes que luchan contra los abusivos centros de poder.

Otro tanto sucede en el terreno de la cultura. Los muchachones de la UNEAC serían los exponentes de una heroica contracultura que afronta los embates de lo que ellos estiman la cultura dominante: la que sigue las pautas trazadas por el mercado y el sistema capitalista.

Semejante armadura conceptual constituye uno de los platos fuertes del libro Cuba: ¿revolución o reforma?, del ensayista Enrique Ubieta, publicado inicialmente en 2012, y reeditado con bombo y platillo el pasado año, pues las autoridades culturales opinan —entre ellas el ministro Abel Prieto— que se trata de "un texto muy importante para la formación de las nuevas generaciones".

En dicho libro el señor Ubieta da a entender que la cultura dominante en Cuba es la que muestran las películas que se exhiben los sábados en la noche: los thrillers hollywoodenses que enaltecen el modo de vida yanqui. En consecuencia, y como parte de la más reciente ofensiva gubernamental en el campo de la cultura, acaba de aparecer el artículo "De James Monroe a Marilyn Monroe: América para los americanos" (periódico Granma, edición del 5 de abril), de la autoría del exagente de la Seguridad del Estado, Raúl Capote. Aquí el mensaje de la contracultura insiste en que "la batalla comienza en la sala de la casa". ¿Será partidario el señor Capote de que se eliminen las películas norteamericanas de la televisión cubana?

Por otra parte, con la firma del columnista Rey Montalvo, Granma publicó el 4 de abril el artículo "¿De qué arte somos dueños o siervos?", el cual constituye una especie de respuesta a las declaraciones de Descemer Bueno, quien había reafirmado que su música le daba a las masas lo que las masas quisiesen. Ahora la estrategia contracultural del señor Montalvo, tras aseverar que "darle a la masividad lo que la masividad quiere es una subestimación de la inteligencia de esa masa", terminó por acercarse a la ofensa personal: "El arte también es un reflejo de la sociedad que lo produce y habita, pero la preferencia por lo trivial por parte de un grupo no puede convertirse en el escudo de un creador para viciar su obra. El oportunismo no puede ser virtud".

Sería conveniente recordarles a esos "heroicos" representantes del contrapoder que mientras ellos descansaban plácidamente la tarde del 18 de marzo del 2003, sin que el poder imperial los molestase, 75 opositores al castrismo eran arrestados por el "blando" contrapoder, sin que el supuesto poder pudiera evitarlo.

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