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Corrupción

Turismo paramilitar

Cuba es el país latinoamericano con más grandes empresas hoteleras. Bajo mando militar en su mayoría y con un yerno de Raúl Castro al mando, que organiza el emporio familiar para cualquier cambio que venga.

Toronto

En Cuba las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) han "revolucionado" el concepto de lo que significa la defensa de un país. Ya no promocionan el odio antimperialista, en su lugar promueven el turismo americano.

Ya no importan cohetes termonucleares para bombardear Nueva York, sino importan turistas canadienses.

Ya no construyen polígonos de prueba de armas rusas, sino construyen campos de golf.

Ya no visten a sus generales de verde olivo, sino le regalan un traje civil, una corbata de Oscar de la Renta y le hacen brindar con el segundo Jefe de la SINA en algún resorte turístico de la Isla.

Ya no construyen barracas para soldados, sino hoteles cinco estrellas para el turismo internacional.

Paraísos paramilitares para-turísticos. Especialmente diseñados para Canadá y con la esperanza del sueño americano.

Ya no se trata de defender a Cuba, hoy hay que defender los derechos de los turistas norteamericanos, de los ciudadanos de EEUU a los que se les castra el derecho esencial de viajar libremente… al paraíso para-socialista.

Hoy se necesita vender a Cuba, mercadearla, cosechar el dinero apropiado para un futuro sin gorras militares, ni botas ni viejos carros de combate rusos.

En el país, la racionada cuota de información oficial tiene faltantes esenciales de estos detalles "turísticos". La información nacional viene racionada por la libreta, aunque no abastece de nada. Cuotificada por la categoría del ciudadano y su acceso a internet. Es consecuencia de ese racionamiento informativo que la revelación de las "reformas" raulistas en las FAR no las suministre el diario Granma, sino la revista especializada Hotels.

Resulta que hoy los tipos tienen más hoteles que unidades militares. Más habitaciones para turistas desesperados por nalgas tropicales, tabaco moreno y sol de salitre que barracas para soldados.

Todo "gracias" a una cierta agrupación tur-paramilitar de nombre GAESA. Pero, ¿qué es GAESA?

Según el Instituto Español de Comercio Exterior "es el mayor conglomerado empresarial del país y para hacerse una idea de su falta de transparencia baste decir que no publican sus estados financieros". 

Comprende cadenas de hoteles, restaurantes, compañías de renta de autos como Havanautos y Havanatur, navieras como la Melfi Marine Corp y la Servinaves Panama S.A., el Banco Financiero Internacional (el banco comercial más importante de Cuba), la más popular cadena de tiendas en divisas, TRD Caribe.

Agréguese ANTEX S.A., empresa clave para la contratación de personal en el extranjero; SERMAR S.A., que se ocupa de las reparaciones navales y del negocio de búsqueda de tesoros (bajo el mar, los de tierra ya los tienen garantizados); Aerogaviota, transporte aéreo para el turismo; ALMEST S.A., que construye instalaciones hoteleras y hace servicios de mantenimiento a las casas de los militares; SASA S.A., encargada del sector automovilístico con talleres especializados para equipos ligeros y pesados; Tecnotex, utilizada para introducir tecnología de punta; Geocuba, empresa de geodesia y cartografía; así como Agrotex, dedicada a la agricultura y la ganadería, desde la cría de animales hasta una fábrica de caramelos, pasando por  la elaboración de mieles y alimentos en general.

GAESA, además, controla el muy estratégico Departamento VI y las compañías que lo soportan, como la llamada "Empresa de Servicios La Marina", dirigida por un mayor de la contrainteligencia militar. Un detalle importante, a través de la ya mencionada ANTEX S.A., el Gobierno de Cuba ha podido introducir operativos de inteligencia en algunos países extranjeros, al poseer oficinas en más de 10 países, entre ellos Panamá, Angola y Sudáfrica.

Todo se resume en una simple oración: GAESA controla el 80% de los negocios más suculentos del país.

¿Y quién entonces dirige GAESA?

Un nombre que en Cuba casi nadie conoce: Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, yerno de Raúl Castro, casado con la hija mayor del dictador II, Deborah Castro Espín, gracias a la cual subió a la montura del caballo castrista.

Con una carrera digna de una de las mejores novelas de espionaje de la época de la Stasi en Alemania o la KGB en Rusia, la personalidad del señor López-Callejas encuadra perfectamente en una de esas novelas "socialistas", no del realismo, sino del espionaje y contraespionaje oscuro que nos regalaban aquellos seriales de Yulian Semiónov, encuadernados rusos para describir las oscuras patrañas nazis, teniendo en abundancia en la propia URSS.

El dandi López-Callejas no se deja ver nunca en público. No toma acción directa contra nadie. No existe para la inmensa mayoría de los cubanos que pueblan la Isla. No aparece al lado de ninguna de las figuras de su familia postiza. No los acompaña en actos públicos. No aparece en ninguna foto ni en ningún video junto a ellos.

Es un ser anónimo que existe solo por sus cuentas offshore en Alemania, Panamá y España. A su nombre.

Porque su momento será mañana, el después, el poscastrismo. La época por llegar.

En La Habana no aparece mucho. Solo, eternamente solo, o acompañado en reuniones de sus acólitos y subordinados. Reuniones a las cuales no tiene acceso la prensa. Con pocos amigos, o ninguno. Vestido demasiado casualmente a pesar de sus gustos refinados, y su arrogancia dandi, sus Rolex discretamente guardados y usados únicamente cuando viaja a España u otros lugares, su gusto aristocrático por autos de lujo a pesar de manejar un discreto Lada por algunas calles bien pavimentadas de La Habana del Oeste.

Este es el dueño de los caballitos de GAESA. El gigante para-militar turístico de Cuba. La apuesta para el mañana de la familia Castro, y especialmente del que será su titular.

Pero hemos hablado de las Turis-FAR y no acabamos de decir qué dijo la revista Hotels.

Un emporio familiar

Según el ranking de las 300 cadenas de hoteles de mayor tamaño elaborado por esa revista especializada, Cuba es el país latinoamericano con las empresas hoteleras más grandes del área, superando por segundo año consecutivo a México.

En la edición de 2014 de ese ranking, que toma como referencia los datos al cierre del 2013, la isla caribeña está representada por tres grupos hoteleros: Grupo de Turismo Gaviota, Grupo Cubanacán y el Grupo Hotelero Gran Caribe.

Según esa revista, el Grupo de Turismo Gaviota ocupa la posición 55, con 51 hoteles y 21.665 habitaciones. En el lugar 171 se encuentra el Grupo Cubanacán con 53 hoteles y 7.678 habitaciones. Y, finalmente, en el 287 el Grupo Hotelero Gran Caribe, con 26 hoteles y 4.349 habitaciones

Detalle importante: tanto el Grupo Gaviota como el Grupo Cubanacán pertenecen a ese selecto grupo del que le hablaba, GAESA. Sí, el mismo, la tur-empresa familiar del yerno de Raúl Castro, recién ascendido a General de Brigada en diciembre de 2013, de forma silenciosa.

Esto tampoco lo publicó oportunamente la prensa cubana. Pero, ¿informa de algo?

Si sumáramos convenientemente estos dos grupos hoteleros podríamos ver que GAESA, es decir, el flamante yerno de Castro II, tiene en sus manos una bonita suma de 104 hoteles, con nada menos que 29.343 habitaciones.

Como se puede ver, aquella FAR de los inicios se ha convertido en este emporio familiar de compañías, apostadas todas para el momento en que el comercio y las playas de Cuba, y los negocios, y la Santísima Trinidad estén abiertos al mercado norteamericano.

Y es aquí donde, muy posiblemente, se engarza la desesperada maniobra que el gobierno raulista ha apostado con respecto al embargo. Hoy, con Obama, más cerca que nunca de la posible apertura.

Desde hoy, sin embargo, esta firma "anónima" castrista es un bocado apetitoso. Imagínense si mañana el embargo desaparece.

Pongamos un ejemplo.

El año pasado acercó al arca castrista, y a los hoteles del patrimonio familiar de Castro, un total de 2.852.572 millones de viajeros. De ellos, Canadá aportó nada más y nada menos que 1.105.729, que es como si dijéramos casi la suma del resto de los para-turistas que visitaron la Isla de otros orígenes.

Canadá es el usuario preferido del negocio para-turístico familiar de ese apellido que ya conocemos en Cuba.

Inevitablemente, si los generales dirigen el Ministerio de Para-Turismo, el grueso del bocado mili-dolarizado caerá en esas arcas verde olivo, de las cuales no se conoce, no se publica, no se dice ni se discute cuál es su destino final, en qué se utiliza y cómo, y para qué.

Sin olvidarnos, por supuesto, que el muy flamante ministro del ramo, Manuel Marrero, es también militar de carrera, y dirigió con anterioridad el Grupo Gaviota.

¿Coincidencias militares?

En este aspecto, no deja de resultar toda una joya de la ironía las palabras de este para-Ministro turístico castrense en una entrevista para la Revista Excelencias, en 2010.

Dijo Marrero: "Nuestros socios tienen todas las garantías, aseguradas por esa ley [nueva Ley de Inversiones Extranjeras] y, además, tienen varias ventajas: total respeto sobre las inversiones y negocios … Además, hay que destacar la ventaja que implica la prioridad que ha dado el Estado cubano [es decir, GAESA-FAR-familia Castro] al desarrollo de la industria turística, que asegura el abastecimiento y logística necesarios para estos negocios, y el hecho de que estos empresarios alcanzan aquí, utilidades superiores a las que tienen en España y en otros países del Caribe."

Los subrayados son míos… con toda intención. Me pregunto cuál sería el comentario que a estas palabras del Sr. Marrero haría hoy Cy Tokmakjian, en sus vacaciones obligadas en alguna cárcel cubana por 15 años.

Sobre todo, teniendo en cuenta que, prácticamente, la mitad de los para-turistas que visitan la Isla son compatriotas de Cy Tokmakjian. Muy convenientemente contribuyendo con sus taxes y sus dólares canadienses a las arcas militarizadas del turismo castrista. Y también con su cárcel.

¿Garantías para la inversión extranjera?

En esta misma dirección podemos recordar la carta que Stephen Purvis le dirigió a la revista The Economist, a raíz de su liberación de las jaulas castristas en Cuba. El señor Purvis enfrentó un proceso similar al del canadiense en el 2010, pero pudo librar y salir ileso entonces.

Escribió Purvis: "A medida de que los hombres de negocios emerjan de esa horrible experiencia [en Cuba] y cuenten sus historias individuales, tal vez las verdaderas razones de este ataque concertado en contra de los negocios e individuos que históricamente han sido amigos de Cuba [de su Gobierno] aparecerán un poco más claras. Mientras tanto sus intrépidos reporteros [The Economist] podrían útilmente investigar a los individuos y a las camarillas que se están beneficiando de la reorganización del mercado y sus activos [en Cuba] recién nacionalizados, resultantes de esta 'guerra contra la corrupción'".

Con toda seguridad, el asalto a las posesiones del Sr. Tokmakjian es parte de esa "reorganización del mercado y sus activos" en Cuba que señalara el Sr. Purvis en su carta.

Mi pregunta es, ¿en algún momento los intereses del Sr. Tokmakjian se habrán "encontrado" en la misma acera, por esos infortunios de la mala suerte, con los verdaderos dueños de Cuba, es decir, con el Sr. López-Callejas?

Sin embargo, aunque lo parezca, no son ni el canadiense ni el británico los que están en las peores condiciones, sino los cubanos y Cuba.

Lo peor para el cubano que trabaja en esas compañías son las condiciones contractuales a las que está sometido, y su indefensión ante las autoridades empresariales que actúan como en un cuartel. Ya se sabe, empresas militares, disciplina de ordeno y mando. Súmese la inexistencia de uniones sindicales que representen al trabajador frente al general en mando.

Lo peor para Cuba es la total falta de transparencia en los balances financieros. No se sabe con certidumbre cuáles son los montos de las operaciones, las verdaderas ganancias, y sobre todo las pérdidas.

Las dictaduras de izquierda y sus montajes empresariales militares al estilo de GAESA son paraísos fiscales para la corrupción de los peces gordos. Los pequeños quedan atrapados en el camino, en las madejas legales creadas para darle zancadillas cuando la necesidad lo requiere, por presiones políticas, y para lavar alguna cara. Y también los hombres de negocios occidentales, que se equivocaron al interpretar el "cambio de luz" en el semáforo del poder y cayeron desafortunadamente en desgracia.

Algo así sucedió con Tokmakjian y Purvis. Se equivocaron de señal.

Dejémoslo claro. Ninguno de esos dos son "santos" en el santuario comercial. Si fueron a Cuba y estuvieron contentos por un rato no fue por ser amigos de los cubanos y de Cuba, sino por serlo de sus dictadores y aprovechar la jaula social sin las leyes de la competencia para pescar en "aguas revueltas".

Hoy pagan su culpa. Lo que vuelve a demostrar que en una dictadura nadie es inmune, salvo sus dictadores.

Más parientes en el negocio

Para redondear el negocio familiar, de manera muy conveniente con esa "nueva cara" de frescura y "tolerancia" sexual —que no política—, tenemos la muy reciente sumatoria de esas minorías marginales, y marginadas históricamente por las "comandancias" de las FAR, a la comparsa del turismo "reformista" made in CENESEX, que es decir, "made in otro miembro del clan familiar": Mariela Castro.

La delfina acaba de anunciar la asistencia y participación de los LGBT ordenados a la Conferencia Mundial de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales (Ilga) en México, y su desesperado anhelo de obtener la sede para el 2016.

Para-Turismo Gay auspiciado y hospedado en las instalaciones de GAESA. Vamos, si Gabriel García Márquez no hubiera inventado Macondo y escrito a tiempo Cien años de soledad, estos lo estuvieran escribiendo hoy con otro nombre.

¿Acondicionarán algunos de los campos de concentración de la UMAP para la ocasión?

¿Se lo adicionarán como hotel cinco estrellas al Grupo Gaviota del Sr. López-Callejas?

Hace falta preguntárselo a la delfina.

De todo este pastel para-turístico existe una "tajada" adicional que es necesario destacar: la convergencia militar entre Cuba y Venezuela.

¿Coincidencias? ¿Intercambio de experiencias? ¿Consejo de Ayuda Mutua Socio-Militarista entre la gerencia de la casa matriz caribeña y su subsidiaria en tierra subcontinental?

El Gobierno cubano y el de sus seguidores venezolanos han estado levantando una casta militar con traje civil, garantizando el futuro postcastrista, para cuando el general de ejército Raúl Castro ya no sea "Presidente", su hermano superior esté completamente alienado, o en algún estado avanzado de descomposición parasitaria, y el señor Maduro no tenga los suficientes votos o alguien lo haya sustituido convenientemente de su silla en Miraflores.

Sin que con ello signifique el fin del chavismo, ni el fin del castrismo, entiéndase.

La compra de la casta militar a toda costa, corrompiéndola, otorgándole migajas o algo más en negocios para-familiares, y comprometiéndola en represiones y crímenes de Estado, es parte de una política de sustentación ilimitada del poder en tiempo y espacio.

Lo comenzó a hacer Chávez, lo ha acabado prácticamente de institucionalizar Maduro en Venezuela. En Cuba, sin instituciones democráticas, un Parlamento Nacional que no parlamenta ni dice nada, no se necesita "institucionalizar" nada.

"El Consejo de Estados y de Ministros decidió… blablabla". Entiéndase: el Dictador en Jefe ordenó.

¡Punto final!

Mientras, en algún avión de Air Canada, o de Cubana de Aviación, los para-turistas canadienses se prestarán hoy, mañana y pasado, a tomar su avión y arribar al paraíso de los para-Castro convertido en turismo paramilitar.

 


Este artículo apareció en el blog Open Cuba. Se reproduce con autorización del autor.

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