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Política

Cuba, una legitimidad política cuestionada

Los resultados de la encuesta de CubaData mostrarían que el deseo de cambio económico está íntimamente ligado al deseo de cambio político.

Madrid

"La existencia de un malestar subjetivo respecto de la situación económica personal y del país" y la "insatisfacción general con los servicios de salud y educación" son partes del diagnóstico de la opinión pública cubana esbozado por la encuesta publicada recientemente por el proyecto CubaData.

Según los datos del sondeo, un 53,1% de los encuestados se encuentra insatisfecho con su vida cotidiana y un 58,2% valora que Cuba está estancada o en pleno retroceso.

En lo que se refiere a los servicios públicos, el 62,9% de los entrevistados califica de regular a mala la calidad del sistema de salud y, de forma similar, un 64,7% evalúa de regular a muy deficiente la educación.

La especificidad cubana

Estos resultados, en realidad, se compaginan con el sentir de la opinión pública en buena parte de América Latina. Algo que demuestra el estudio de Latinobarómetro del año pasado. En ese sentido, Cuba no sería pues una excepción regional.

Sin embargo, tal como señala el informe explicativo de la encuesta, la especificidad de la Isla radica en que la legitimidad de sus gobernantes "no proviene de las urnas, sino de la eficacia de las políticas adoptadas por el propio régimen autoritario y la creencia de que ese sistema es superior al resto, incluso que la democracia, para lograr sus objetivos sociales".

Justamente estos resultados inclinarían a pensar que la legitimación del poder en Cuba andaría con plomo en las alas, puesto que sus pilares fundamentales (salud, educación) parecen lejos de satisfacer a la ciudadanía.

Una suposición que podría verse confirmada por el escepticismo en torno al nuevo mandatario, Miguel Díaz-Canel. Así, el 46% de los entrevistados considera que este tiene pocas probabilidades de cambiar y mejorar las cosas en Cuba y un 18% se muestra indeciso al respecto. Es decir, la figura de relevo del régimen no lograría, por lo pronto, generar grandes expectativas.

Consecuencias

La ausencia de juego democrático en Cuba también podría dar otro cariz a los resultados de la encuesta. 

En conversación con DIARIO DE CUBA, el politólogo Rodrigo Salazar Elena (FLACSO, México), uno de los autores del informe explicativo de la encuesta, sostiene que "en las democracias la mala situación económica se traduce en un cambio de Gobierno o del partido en el Gobierno", mientras que en los sistemas no democráticos el deterioro económico tiende más bien a reflejarse "en una insatisfacción no con el Gobierno de turno sino con el sistema político en general".

Y esta insatisfacción con el régimen en sí se insinuaría en los deseos de cambio. A juicio de Salazar, la encuesta mostraría que el deseo de cambio económico, revelado en los entrevistados, estaría "íntimamente ligado al deseo de cambio político".

Para precisar las consecuencias de este vínculo, Salazar acude al ejemplo de la transición económica en China a fines de la década de los 80 del siglo pasado, donde, en el grueso de la población, no existían deseos de cambio político y, donde los había —entre el estudiantado, por ejemplo—, no estaban particularmente ligados a deseos de cambio económico.

Esta configuración le habría permitido al régimen chino liquidar las protestas de la Plaza de Tiananmén, en 1989, y luego, mediante el crecimiento económico registrado desde entonces, atender a las preocupaciones materiales de la mayoría, asegurando así su perpetuación en el poder.

En el caso de Cuba, por el contrario, los resultados de la encuesta harían suponer la existencia en la sociedad de un anhelo no despreciable de cambios políticos. 

Algo que se puede conjeturar tomando en consideración las opiniones a favor del pluripartidismo (46%) y de las elecciones presidenciales directas (60%), así como las voces que admiten no gozar de libertad para expresarse públicamente (66%).

Por tanto, según el politólogo, este sentir en la sociedad representaría un problema para la élite política cubana. Puesto que aun "si la estrategia económica del gobierno cubano tuviera éxito, esto no eliminaría el deseo de mucha gente de una profundización de los cambios de naturaleza política, que vaya más allá de las reglas de sucesión que estableció Raúl Castro".

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