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Venezuela

Colombia deporta silenciosamente a emigrantes venezolanos

'No podemos decirle a todos que vengan a quedarse acá', dice Christian Kruger, director de Migración Colombia.

Bogotá

Cuando la Policía colombiana detuvo a Víctor Colmenares vendiendo café sin permiso de trabajo en las polvorientas calles de Cúcuta, le ordenó subirse a un camión repleto de migrantes venezolanos que estaban siendo deportados silenciosamente del país, reporta la AP.

El trabajador de la construcción de 20 años temblaba mientras el camión se acercaba a la frontera de Colombia y pensaba en su esposa embarazada, que seguía en Cúcuta, y en los peligros que él enfrentaría en su regreso al país del que huyó.

"Cuando me regresaron al puente sentí un miedo grandísimo", dijo Colmenares. En Venezuela "roban a uno. Matan a uno. No puedo regresar".

A medida que crece el éxodo de venezolanos que huyen de la crisis económica y humanitaria, la vecina Colombia ha respondido reforzando las revisiones enfocadas a reducir el número de migrantes que ingresan de forma ilegal. En las ciudades fronterizas como Cúcuta, la Policía acorrala a los venezolanos que venden ilegalmente helados en las plazas públicas o que trabajan como prostitutas en burdeles, y los devuelven a Venezuela.

"No podemos decirle a todos 'vengan, quédense acá'", indicó Christian Kruger, el director de la agencia de migración colombiana, en una entrevista reciente. "No existe ningún país en el mundo que pueda soportar una migración de tipo ilimitado", agregó.

Más de un millón de venezolanos han huido en los últimos dos años a otros países de la región en una ola migratoria sin precedentes en la historia moderna de Latinoamérica. Colombia ha recibido un flujo estimado en 3.000 venezolanos diarios. A ese paso, Colombia recibe en dos meses cerca de la cantidad de migrantes que Italia recibió durante 2016, en el nivel más duro de la crisis migratoria en el Mediterráneo.

Oficialmente, Colombia deporta a pocos migrantes: apenas 442 en lo que va de 2018, de acuerdo con cifras gubernamentales. Sin embargo, esos números no incluyen a los migrantes como Colmenares, a quienes los funcionarios clasifican como "regreso voluntario" a su país. En total, cerca de 2.700 venezolanos han sido devueltos bajo esa clasificación, según las autoridades.

Una nueva unidad especial de migración creada por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en febrero, lleva a cabo redadas dos veces al día en las ciudades fronterizas más transitadas. Según Kruger, a los venezolanos que son detenidos sin papeles se les da la opción de pagar una multa muy superior a lo que la mayoría ganará en un año o llevar su caso ante los tribunales.

Ante ese panorama, muchos piden regresar a Venezuela. "Prefieren estar en sus casas que estar viviendo en un parque", señaló Kruger.

Pero la AP dijo haber presenciado varias inspecciones en las que los emigrantes no pidieron volver. En lugar de ello, los funcionarios simplemente se lo ordenaron con un "móntese al camión".

Una vez en Venezuela, la mayoría encuentra fácil regresar a Colombia a través de la frontera de 2.200 kilómetros de largo. Una detenida en un operativo reciente dijo que la habían devuelto a Venezuela ocho veces.

"El proceso de regresar a Venezuela es absolutamente inútil", dijo Ronal Rodríguez, un profesor que estudia a los migrantes en la Universidad del Rosario, en Bogotá.

La nueva táctica de Colombia tiene referentes. Cada año, miles de personas en Estados Unidos que son detenidas y enfrentan una posible orden de deportación optan por regresar en lo que se conoce como un "regreso voluntario", apuntó Kevin Johnson, decano en la escuela de leyes de la Universidad de California en Davis.

"En muchos países ves programas y políticas como los que al parecer están implementando en Colombia, debido a que hay un miedo a la migración en masa", explicó Johnson y agregó que, si bien la práctica es legal, depende de si los venezolanos devueltos son refugiados que temen la persecución.

"Generalmente debe haber una vía para la gente que teme la persecución, para que pueda solicitar asistencia y resistir a las presiones de abandonar el territorio", comentó.

La agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) emitió hace poco una guía para los gobiernos regionales en la que explica que muchos de los migrantes califican para una protección internacional e indicó a los funcionarios que los venezolanos no deben de ser deportados por la fuerza.

Aunque muchos no huyen debido a la persecución política, la ONU señaló que las circunstancias que provocan que los venezolanos migren están dentro de la Declaración de Cartagena de 1984, firmada por varias naciones latinoamericanas. El acuerdo no vinculante adopta una definición más amplia de refugiados que incluye a la gente que huye de la violencia, la hambruna y la pobreza, resultantes de una ruptura del Estado de Derecho.

La ONU no ha comentado específicamente sobre de devolución de venezolanos por parte de Colombia.

La hiperinflación ha paralizado el valor del salario mínimo mensual de Venezuela, que actualmente apenas alcanza para comprar un cartón de huevos.

"Es una crisis de refugiados", aseveró Francine Howard, una activista venezolana en Colombia. "Están huyendo de Venezuela como huyen de la guerra".

Las autoridades colombianas han sido cuidadosas para evitar utilizar el término "refugiado", una denominación que implicaría destinar más recursos a los migrantes en momentos en los que el país trata de impulsar un histórico proceso de paz.

Aun así, los grupos de derechos y organizaciones de víctimas del exilio han elogiado a Colombia por atender a decenas de miles de migrantes enfermos en los hospitales, creando un camino hacia la legalización de algunos de ellos y proporcionando a otros alimentos y refugio.

Otros países también devuelven a los venezolanos. Trinidad y Tobago recientemente deportó a 82, más de un tercio de los que solicitaron asilo. La ONU condenó la acción y la calificó como una violación de la ley internacional de refugiados.

En Brasil, un gobernador pidió al máximo tribunal del país permitirle cerrar la frontera con Venezuela.

Colmenares dijo que entró en pánico cuando el camión de la Policía se acercaba a la frontera. De regreso en Venezuela, el viaje de 10 horas de duración hasta su ciudad natal habría sido peligroso.

Al bajarse del camión, se mantuvo cerca del puesto fronterizo hasta que la Policía se fue. Luego, simplemente caminó de regreso a Cúcuta.

Días después, Colmenares y su esposa se dirigían a otra ciudad en Colombia, lejos de la frontera. Como indocumentado, dijo que el hecho de ser devuelto lo había dejado temeroso de acudir a las autoridades a pedir ayuda. "No sé si me mandarán otra vez a Venezuela".

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