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China

Cambridge University Press, acusada de complicidad con la censura china

A instancias de Pekín, la editorial accedió a purgar de su revista 'China Quarterly' cientos de artículos políticamente sensibles.

Pekín

La editorial más antigua del mundo, Cambridge University Press (CUP), ha sido acusada de ser cómplice del intento del Partido Comunista de China de "limpiar" la historia del país, después de que accedió a purgar cientos de artículos políticamente sensibles de su sitio web chino, a instancias de los censores de Pekín, informa el diario británico The Guardian.

CUP confirmó el viernes que ha cumplido con la solicitud de bloquear más de 300 artículos en The China Quarterly, una importante revista de estudios sobre el país asiático, con el fin de "asegurar que otros materiales académicos y educativos que publicamos permanezcan a disposición de investigadores y educadores" en China.

Una lista de los artículos bloqueados, publicada por CUP, muestra que se concentran abrumadoramente en temas que Pekín considera tabú, como la masacre de 1989 en Tiananmen, la catastrófica revolución cultural de Mao Zedong, la lucha de Hong Kong por la democracia y las tensiones étnicas en Xinjiang y el Tíbet.

Se incluyen artículos de algunos de los principales especialistas en China del mundo, entre ellos Andrew Nathan, de la Universidad de Columbia, David Shambaugh, de la Universidad de George Washington, y Roderick MacFarquhar y Ezra Vogel, de Harvard.

También se censuró una pieza del historiador holandés Frank Dikötter y una reseña del excorresponsal de The Guardian, John Gittings, sobre la Revolución Cultural.

En su declaración, CUP insistió en que está comprometida con la libertad de pensamiento y expresión, y dijo que se había visto "abrumada por el reciente aumento de solicitudes de esta naturaleza" por parte de China. La editorial se comprometió a plantear el tema ante las "agencias relevantes" de Pekín en una próxima feria de libros.

Pero el sábado, a medida que se difundían los reportes sobre la decisión de CUP, crecía el clamor de académicos y activistas por que fuera revocada.

"Pragmático es una palabra, patética es más apta", tuiteó Rory Medcalf, jefe del Colegio de Seguridad Nacional de la Universidad Nacional de Australia.

John Garnaut, un antiguo corresponsal en China y exasesor del primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, describió la acción de CUP como "una capitulación extraordinaria" ente Pekín.

Renee Xia, directora internacional de la Red China de Defensores de los Derechos Humanos, acusó a la editorial de haber "vendido su alma por los millones de dólares del Gobierno chino".

Ndrew Nathan, cuyo nombre aparece tres veces en la lista de artículos censurados, dijo a The Guardian que si CUP accedió a una solicitud china de bloquear el acceso a determinados artículos, "violó la confianza que los autores colocaron en ella y ha comprometido su integridad como editorial académica".

Nathan, editor de uno de los principales trabajos sobre la represión de Tiananmen, añadió: "Me imagino que [CUP] podrá argumentar que estaba cumpliendo un propósito más alto, comprometiéndose para mantener el acceso de los estudiosos chinos a la mayor parte del material que ha publicado. Esto es similar al argumento de los autores que permiten que las traducciones en chino de su trabajo sean censuradas para que la obra pueda llegar al público chino. Es un argumento con el que nunca he estado de acuerdo".

"Por supuesto, también puede haber un motivo financiero, similar al de Bloomberg, Facebook, y otros que han censurado su producto para mantener el acceso al mercado chino. Este es un dilema, pero si Occidente no defiende sus valores, las autoridades chinas nos impondrán los suyos. No vale la pena", consideró.

En una carta abierta, dos académicos estadounidenses, Greg Distelhorst y Jessica Chen Weiss, se quejaron de que la decisión de CUP significa que los académicos y profesores chinos tendrán acceso a una versión "saneada" de la historia de su país.

"Esto hace a la editorial una participante activa en la reescritura de la historia", dijo Distelhorst, profesor asistente del Instituto Tecnológico de Massachusetts.

Cuando un Gobierno pide que se censure algo así, "esa petición es fundamentalmente opuesta al principio de libertad académica, que creo es importante para Cambridge y para muchas universidades".

En un comunicado, el editor de The China Quarterly, Tim Pringle, expresó "profunda preocupación y decepción" por el endurecimiento de los controles en China. "Esta restricción de la libertad académica no es un movimiento aislado, sino una extensión de las políticas que han reducido el espacio para el compromiso público y la discusión en la sociedad china".

Desde que Xi Jinping asumió el poder hace casi cinco años, Pekín ha intensificado dramáticamente sus esfuerzos para controlar a la academia china. El año pasado el presidente pidió que las universidades se transformaran en "fortalezas" del Partido Comunista.

Un número creciente de intelectuales —la mayoría politólogos, expertos en relaciones internacionales y derecho— han buscado refugio en Estados Unidos. Académicos extranjeros también han sido blanco de las autoridades chinas, que les han negando visas por considerar que se centran en temas molestos. Hasta ahora, sin embargo, las revistas académicas extranjeras parecían haber evitado en gran medida el escrutinio de Pekín.

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