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Entrevista

'Prefiero ser un buen hombre antes que un gran intelectual'

Una conversación con el escritor y periodista independiente Roberto Quiñones Haces.

La Habana

"Soy un hombre de la cultura y un poeta que ha dicho mucho de lo que otros han callado y creo haberlo dicho bien, más allá de la siempre posible perfección de la obra", así se define a sí mismo Roberto Quiñones Haces, que ha sufrido prisión y ha sido acosado constantemente por la policía política, sobre todo en los últimos meses.

Entrevistarlo es fácil, por lo claro y directo de su modo de hablar, y esa transparencia, esa franqueza natural, tan propias de quienes no gustan de perder tiempo con las apariencias y la esgrima verbal.

"Difícil y estimulante", juzga que fue su trabajo en Arabescos de Guantánamo, revista digital independiente que editó con Regino Rodríguez Boti, psiquiatra, narrador y albacea literario de su abuelo, el gran poeta cubano Regino E. Boti. "Todavía era miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), pero estaba siendo muy discriminado en el ambiente cultural de la provincia y tenía muchas ideas. En la UNEAC se hablaba mucho de que era necesario debatir pero no se hacía ni se hace nada para crear espacios públicos de debate. Le presenté tres proyectos culturales al señor Jorge Núñez Motes, presidente del comité provincial de la UNEAC en Guantánamo, pero nunca me respondió".

Uno de esos proyectos era Arabescos… y Quiñones Haces creyó que, si la UNEAC no, "muchos intelectuales guantanameros se sumarían al proyecto atendiendo a que la única revista cultural que tiene Guantánamo sale tres veces al año. Fue una gran ingenuidad de mi parte".

Su idea era "crear un espacio de debate" respetuoso y con "un nivel digno". Rodríguez Boti y él se lanzaron a trabajar. Querían hacer un número mensual, pero tuvieron que conformarse con uno bimestral. "Apenas salió el primer número el señor Arturo Valdés Curbeira, director provincial de Cultura, dijo en una reunión con escritores de la provincia y otros intelectuales que quien publicara en nuestra revista iba a ser expulsado del trabajo".

Sobre ambos editores se cerró el cerco: "A pesar de la represión logramos que algunos intelectuales guantanameros residentes en otros lugares de Cuba y el extranjero colaboraran con nosotros, entre ellos el excelente poeta guantanamero Octavio Armand, pero llegó un momento en que las dificultades fueron muchas".

Aquí Quiñones Haces quiere insistir en un tema que le parece importante, por sus implicaciones: "Algo que le está haciendo mucho daño a los focos culturales independientes y a la sociedad civil libre es esa ascendencia que algunas personas radicadas en La Habana quieren ejercer como dictadorzuelos sobre otros cubanos, intelectuales o no".

En su vida como intelectual y hasta como ciudadano, la UNEAC y otras instituciones culturales no han jugado ciertamente un papel menor, y no solamente por omisión. "Cuando fui detenido el 2 de julio de 1999 por la Seguridad del Estado", testimonia, "y acusado de haber facilitado la compraventa ilegal de una vivienda —lo cual fue un gran invento, pues yo trabajaba en un bufete colectivo y no tenía acceso a los documentos de la Dirección Municipal de la Vivienda—, le escribí a Raúl Castro Ruz y a Abel Prieto".

El ya mencionado Núñez Motes, presidente del comité provincial de la UNEAC, "fue a la prisión luego de haberle escrito yo varias veces y con el miedo pintado en su rostro. Lo que me ha hecho después junto con otros intelectuales guantanameros ofrece argumentos suficientes para escribir todo un tratado sobre la infamia. Al señor Carlos Martí Brenes le escribí dos veces planteándole mi situación y jamás me contestó".

En 2003, con libertad condicional, Quiñones Haces salió de la cárcel esperando reincorporarse a la sociedad y a su trabajo, pero siempre se le ha negado el derecho a ejercer su profesión. "Pedí ayuda de forma reiterada a la UNEAC en las personas de Carlos Martí, Francisco López Sacha, Nancy Morejón, Sergio Corrieri y Miguel Barnet. Ninguno tuvo jamás la delicadeza de hacerme un acuse de recibo, excepto Corrieri. Yo no sabía que él estaba muy enfermo, pues de saberlo no lo habría molestado. Por eso nunca voy a olvidar su gesto de responderme diciéndome que había designado a Alex Pausides para que atendiera mi caso, aunque Pausides jamás me contactó".

Puntualiza el escritor y periodista: "Lo único que pedí fue apoyo, que me ayudaran a volver a ejercer mi carrera de abogado, un espacio dentro de la cultura literaria guantanamera, que se respetaran mis derechos como miembro de la UNEAC". Y añade: "Creo que estas personas son incongruentes e hipócritas. Congreso tras congreso han afirmado públicamente que hay que cumplir con los estatutos y velar por los derechos de los miembros de la organización y luego violan cotidianamente lo que afirmaron. En público hablan mucho de tolerancia y solidaridad. En la práctica actúan de forma despreciable".

Y concluye que "la UNEAC ya no es una organización revolucionaria, es una colonia de asalariados del pensamiento oficial, remedando una frase del argentino del gatillo alegre".

En 1981, Roberto de Jesús Quiñones Haces se había licenciado en Derecho en la Universidad de La Habana. Luego publicó los poemarios La fuga del ciervo, Escrito desde la cárcel, Los apriscos del alba y El agua de la vida, y fue incluido en antologías como En esta cárcel de aire puro, de décima cubana, y la del Premio Internacional de Poesía Nósside 2006. En 2014 apareció en Miami su libro de cuentos La chica de nombre eslavo.

También ha recibido varios premios y menciones, y ha publicado crítica cinematográfica en el periódico Venceremos, así como poemas y artículos en las revistas El Mar y la Montaña y Debate. Fue miembro de la UNEAC desde 1985 hasta noviembre del 2015, fecha en que solicitó la baja de dicha organización.

Aunque nació en Cienfuegos, se mudó para Guantánamo en 1985 cuando se casó con su actual esposa y madre de sus hijos, y allí vive desde entonces, pese a los "ataques abiertos y solapados, también en la red", que ha recibido, "pero si cuatro años, ocho meses y doce días de cárcel y luego más de 13 años viviendo bajo una constante discriminación y asedio no han podido doblegarme, mucho menos van a poder hacerlo estos plumíferos del castrismo".

Ya varios años antes de irse a la ciudad oriental, cuando era asesor jurídico de la Unidad Presupuestada Inversionista Primera Central Electronuclear de Cuba, Quiñones tuvo su primer problema con la Seguridad del Estado: "Entonces pensé que siendo militante de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) podía criticar lo que allí se hacía. Fui sancionado y prácticamente conminado a pedir la baja de ese centro de trabajo por haber cometido también el grave delito de casarme con una ciudadana colombiana, combatiente del M-19. A partir de entonces mi vida ha sido una constante lucha con breves parcelas de paz".

Ya en Guantánamo, comenzó a ejercer como abogado y pudo conocer "la cara oculta de la sociedad cubana, las violaciones de la legalidad por parte de las autoridades, los abusos de poder, la corrupción de dirigentes administrativos y políticos a quienes nunca les pasan la cuenta. Lo que en Cienfuegos había sido aviso, en Guantánamo se convirtió en evidencia. Eso me enervaba y me dolió mucho porque me demostró que Cuba es un proyecto baldío en las riendas del castrismo".

Por supuesto, comenzaron entonces los problemas para él, las llamadas para reuniones de análisis en el PCC provincial y en el bufete, "y se instaló definitivamente sobre mí el mote de conflictivo". La situación empeoró cuando, en la década del 90, se relacionó con la Corriente Agramontista de Abogados Independientes de Cuba, liderada por el conocido activista de la oposición René Gómez Manzano.

Por esos años tuvo incluso que "pedir a la Organización Nacional de Bufetes Colectivos amparo en el ejercicio de la profesión ante el acoso de la policía y la Fiscalía provincial de Guantánamo", y estuvo cuatro años sin ejercer como abogado criminalista por defender a los opositores pacíficos y cuando, en 1997, volvió a ejercer esa rama del derecho y a defender a esas personas, "mi situación se hizo más difícil en el bufete. Menos de dos años después caí preso. Nunca más me han permitido volver a ejercer la carrera".

Luego sería citado varias veces por el jefe de sector y la Seguridad del Estado, pero la situación "se volvió realmente incómoda a partir de mayo del 2012, cuando comencé a trabajar para Cubanet. Desde entonces la vigilancia, el acoso, las detenciones, los registros y el despojo de bienes necesarios para todo escritor forman parte de los riesgos de mi cotidianidad".

Cómo se conjugan en él el escritor, el promotor cultural, el poeta, el investigador, el periodista y el abogado, es una pregunta obligada, pero Quiñones Haces cree que, "a pesar de que se trata de ocupaciones diferentes, no he hecho distinciones entre ellas", y confiesa que "muchas veces me sorprendió un poema en pleno juicio, en otras un verso me sirvió de sostén para una defensa. Soy un hombre de la cultura y un poeta que ha dicho mucho de lo que otros han callado y creo haberlo dicho bien, más allá de la siempre posible perfección de la obra".

"No importa que me minimicen ni discriminen", continúa: "Para mí lo más importante no es siquiera que me publiquen, sino saber que todavía puedo sentarme a plasmar en un papel mis versos e ideas. Eso, el amor de mis hijos y esposa, la solidaridad de vecinos y amigos —que la sentí muy cercana cuando me hicieron el último registro— y mi fe en Dios es lo que me sostiene frente a tanta maldad".

Se considera disidente aunque "en Cuba se le ha dado una connotación peyorativa" a esa palabra: "También a los opositores los llaman traidores, vendepatrias y mercenarios, e incluso esos calificativos los reciben los periodistas independientes. Dicen que recibimos dinero de una potencia extranjera. En mi caso me gano la vida colaborando en periódicos y revistas y claro que me pagan, pero en ninguno de ellos me han dicho lo que tengo que decir. A veces colaboro en Primavera Digital, una revista independiente extraordinaria que no tiene fondos para pagar".

Y Quiñones aclara que "la historia ha sido tan manipulada aquí que los cubanos desconocen que el yate Granma se compró con 250.000 dólares que Carlos Prío le regaló a Fidel Castro y que los rebeldes recibían dinero de muchos burgueses para que continuaran la lucha. A los periodistas del Gobierno el Departamento Ideológico les indica los temas que deben trabajar, el Gobierno les paga viajes al extranjero y su asistencia, como miembros de la supuesta sociedad civil, a encuentros internacionales para que vayan a golpear a los cubanos que no piensan como ellos. A mí jamás Cubanet me ha impuesto nada”.

Roberto Quiñones no es enfático, pero sí elocuente y está lejos de la amargura: "Creo que algún día no habrá intelectuales incongruentes, cuya obra ahora se considere meritoria pero como personas dejen mucho que desear. Por eso prefiero ser un buen hombre antes que un gran intelectual".

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