Back to top
Música

José Luis Medina en solitario

Quien fuera uno de los integrantes de Habana Abierta saca ahora disco en solitario, producido por Athanai Castro.

Madrid

Era la primavera de 1996, Vicente Gadea me dejaba en herencia un ático en los altos del Café Comercial, cerrado recientemente, con la única pega de tener que  compartir el inmenso piso y su desdichada terraza —desde ella se mató un hermano— con Santiago de la Fuente,  propietario por entonces junto a otros, incluido Vicente, de un café famoso en la calle de La Palma, y a estas alturas ambos amigos para toda la vida.

No tardé en sorprenderme rodeado en aquel café madrileño por obras de virtuosos que conocía de Cuba, y tampoco en rencontrarme con otros muchos. La segunda mitad de los 90 en Madrid fue pródiga en recibimientos, y tolerante en nuestradesmedida. Yo estaba en el mismo sitio donde se concretaba un sincretismo que venía de lejos.

Generalizada la leyenda, Habana Abierta tal parece sea la formación espontánea de un grupo generacional de creadores, en comunión con artistas de distintas disciplinas, y en torno a un organismo gubernamental de La Habana en los 90. Idea distante del verdadero germen, aunque romántica y mucho más dulce que la real, propicia para que suba al barco cualquier entusiasta que participara de aquellas tertulias...

Sería significativo entonces refrescar la trascendencia del gesto de Pavel Urquiza & Gema Corredera, sobre todo, y de Nube Negra, aquel sello ya extinto que propició el desembarco de Habana Oculta, antología de cantautores que permitía dar luz a creadores por vez primera en Europa, y que incluyó a varios, no menos importantes, que más tarde se apartaron del proyecto.

¿Cómo surge Habana Abierta entonces?

Resultado de una imposición lógica del ascenso, y del mercado: terminado el contrato con Nube Negra, y otra vez Pavel Urquiza (recuerdo también a Armando Gómez, manager, sobre todo), ya en negociaciones con la transnacional BMG Ariola, definen Habana Abierta. Por razones de marketing, "Oculta" no era precisamente lo que se pretendía, más bien todo lo contrario: además, tampoco tenía sentido, ya estaban visibles para el mundo. La perreta de Manuel Domínguez, director de Nube Negra, la negativa para continuar utilizando el nombre Habana Oculta que su sello había registrado, paradójicamente fue beneficioso.

De aquel desprendimiento "oculto", siempre desde España por muchos años, hoy todavía, el singular frankenstein se permeaba en la Isla, al otro lado del océano. Tanto como ya conocemos. Tanto que no se pudo seguir ignorando. Tanto como para que luego pudieran seguir en solitario, reconocidos, impulsados por el trampolín Habana Abierta, que si hacemos memoria, quizá estuviera más cerca de eso en su formación, plataforma de despegue, que de la agrupación, probablemente necesaria, útil, devenida hasta hoy.

Es decir, Habana Abierta si bien no ha sido una agrupación de exiliados propiamente, sí que necesitó salir del país, de la lejanía para el alumbramiento, y para consolidarse en ambas orillas.

II

En mi caso personal, y para adentrarme en el propósito de este texto, fui afortunado, pues si bien no siempre en 13 y 8, lugar más asociado a sus inicios, mi memoria se pierde en recuerdos de las distintas peñas (tertulias, encuentros culturales) que se disgregaban por la noche habanera, y del país.

Había un evento al que para llegar tenías que cruzar la bahía. En Alamar, Habana del Este, la abundancia de "creadores" que se reunían para escuchar canciones, leer poemas, compartir breves intervenciones performáticas, sketch humorísticos, y exposiciones paralelas de arte, era algo considerable. Lo coordinaba un artista plástico, gordo, del que no recuerdo el nombre, aunque ya le pregunté hasta el propio Medina.

Antes de llamarse Peña La Bicicleta (de esto posiblemente el inefable brujo, Tony Sariego, sepa bien) a finales de los 80, 88-89, cantaban muchos de los que ni siquiera imaginaban que años más tarde los recibiría Pavel Urquiza en el piso 16 de un rascacielos a las afueras de Madrid.

Pero mucho antes, como había dicho, untado del salitre inevitable de La Habana del Este,  fue que vi, escuché por primera vez a José Luis Medina. Hasta aquella distante y prácticamente incomunicada —eran los años duros de la escasez en Cuba, el desmoronamiento del comunismo en Europa— ciudad de edificios prefabricados, llegaba un buen grupo de público. Esto siempre anteriormente a cualquier reunión que pudieran tener luego algunos de ellos en El Vedado, La Habana Vieja...

En aquellos tiempos, Medina versionaba temas clásicos de la canción de autor, no solamente cubana, sino de Brasil, Argentina, o los Beatles, comenzaba a componer sus primeros temas...

El más británico —por el sonido y el aspecto— de los artistas con los que ha hecho carrera, seguramente. Como otros grandes, su esfuerzo es mínimo para conseguir lo máximo. No hay alardes inocuos de virtuosismo en sus temas, pero todos consiguen visualizar sus ideas. La contagiosa fusión de los sonidos estridentes del rock con el songo infinito de Formell. Todo ello filtrado, asimilado, por el dolor de saber lo que está diciendo, que es lo que se está viviendo.

Su primer trabajo fuera de Habana Abierta es buen testimonio de lo que digo. Una producción respaldada por Athanai, que se lo llevó a su casa en la sierra madrileña, fue decisivo en el empeño.

Son apenas 10 temas, canciones que ya hubieran sido éxitos en nuestro país,  sin embargo han tenido que esperar. De esto sigue siendo responsable la ineficacia de los sellos cubanos, sus distribuidoras, la inexistencia de un mercado orgánico en la Isla que no sea dependiente de los funcionarios-chupópteros del demacrado Estado. Luego viene la segunda realidad: en España si no cantas dulce y con algún dejo andaluz, duro, muy duro de roer.

De ahí que desde el primer tema uno sienta que el CD,  sin las concesiones características del establishment, está pensado para Cuba, los cubanos: cuando digo Cuba, por supuesto pienso en el exilio, en Miami, que es la parte más desarrollada de la Isla, y donde mejor acceso tienen al disco.

III

Vamos uno por uno.

"Me lo fumo tó", la canción que adelanta parejo el disco e intenciones del trabajo. Testimonio que elimina cualquier ideario rosa sobre la sobrevivencia, lo complicado que puede resultar el día a día por aquí, en la otra parte del dolor. Y canción que abre desde punzantes riff guitarreros de heavy para zambullirse en los cálidos ritmos de ascendencia vanvanera.

"No llores" es una canción para eliminar el dolor, respiro dentro del disco mismo, con aires de guajira y coral de voces, Medina recurre con frecuencia a la guajira o a las nanas para completar su repertorio. (Diría que esto es una particularidad compartida, verdaderamente generacional.)

"Para abrazarte" es la canción más apropiada para el público español, una canción romántica, con sonido eléctrico que posiblemente pudiera complacer a los melómanos hispanos. Un acercamiento —¿homenaje?— al pop español, según lo entiendo.

"Ángel de paciencia" fue compuesta con Vanito Caballero, y como otros temas del trabajo ya conocidos con anterioridad, ha sido reconsiderado para esta ocasión, con la participación de Athanai, que se encarga de rapear con acierto, además de conseguir un arreglo más atractivo.

"Fuerza y calma", canción urgida en el repertorio del extraordinario cantante y compadre, Alejandro Gutiérrez, o del mismo Vanito Caballero, es la quinta canción del disco. Balada a guitarra y sombras de voces que se antoja ineludible. Una bella tonada trovadoresca que visibiliza las huellas anglosajonas en la música de José Luis Medina, que a veces logra la serenidad de canciones de George Harrison, siendo quizás más desmedido en la poética que el beatle.

Un reggae cargado de ironía, denuncia —y sabrosura— para sobrepasar el ecuador del disco. "La Mafia", reggae que le queda "pintao" a Medina, y que Athanai vitaliza con arreglo que incluye coro, estribillo de I Shot The Sheriff, más sus propias improvisaciones, que son siempre incendiarias, atrevidas, como poco. Otro homenaje, al inmortal Bob Marley en este caso.

"Tú te pones fula" es el tema recomendado para el primer single por el importante crítico Joaquín Borges Triana, en un reciente artículo en su columna "Los que soñamos por la oreja", del diario habanero Juventud Rebelde. Esta recomendación podría ser para Cuba, claro. Pues la canción, aunque al final despega algunas palmas por bulerías, lejos, muy lejos me resulta para el público peninsular. Siempre más cerca de la timba, el jazz cubano, incluso del reguetón, que de la solidez eléctrica del rock fusionada con nuestros palos. Eso sí, coincido con Joaquín: este tema será un jonrón, solamente necesita promo en La Pequeña Habana.

"Quién tu sabes", anteriormente "Ritmo sabroso", allá por los tiempos de Habana Oculta, es una canción imprescindible dentro del repertorio del autor. De ahí que me resulte atinado rescatarla, darle nuevos bríos y mayor potencia.  Si algo tuviera (yo) que reclamarle es que de una vez nos hubiera dicho quién habla todo el rato en la TV, pero posiblemente acaeciera cerrar, otra vez, las puerta de La Habana, y por ello aplaudo que siga valiendo la sugerencia, la insinuación evidente. Por otra parte, poco o nada cambió el mensaje —por desgracia— lo que narra la canción, por lo que no podríamos achacarle ni siquiera atemporalidad, sino todo lo contrario. Está más viva que nunca.

"Todo para amarte", canción que uno recuerda a voces con el resto de acompañantes de viaje de Medina, ahora a guitarra, con la voz segunda de Athanai, otra vez bien lograda; como si las canciones hubieran estado esperando, solamente necesitaran alguna atención, que se les pasara las manos. Reclamo que hace Medina para salvarse y que evidencia una manera de componer, para nada distante del conjunto en el que se ha desenvuelto, pero que le distingue.

"Me traen de los mares" es el tema final, y el que da nombre al fonograma. Tema con nuevo arreglo de Athanai para redondear un trabajo que abarca diversos y ricos mundos sonoros, vitales. Canción con mensaje optimista que va in crescendo para llegar a un éxtasis stonetemplepiloteano que auguro será las delicias de muchos cubanos. Marca de la producción, del productor y arreglista del disco, Athanai, que conjuga en armonía y sin hacer disgregaciones personalistas sus gustos con los del autor de las canciones.

Estamos entonces elogiando el primer álbum de José Luis Medina en solitario, producido por Athanai Castro. Y lo hacemos además teniendo presente el esfuerzo, cuánto hubo que esperar. Me consta que tanto tiempo trabajando en el mismo disco lo desgasta, y que Medina preferiría pensar en el siguiente.

No deseo finalizar sin mencionar nombres determinantes de la grabación, donde confluyeron músicos de la talla de la violinista, Gladys Silot; el bajista, arreglista, compositor e intérprete, Yadam González; el virtuoso guitarrista, Dayán Abad; armonizados con la propia familia de Athanai, sus dos hijas y esposa, y alguna estrella emergente más...Sin olvidar a ese bárbaro del ritmo que es el batería, Kiki Ferrer.

El CD fue masterizado por los estudios Masterispont, de Madrid y, cosa rara para lo que se suele escuchar, va equilibrado, con un protagonismo atinado para la voz del solista. El diseño, sin embargo, pudo ser un poco más imaginativo.

Del árbol sembrado hace casi 20 años en esta ciudad de Madrid, y de su cuidado, han brotado nuevos frutos, y nuevos brotes. Ahora toca atender asuntos más personales. Presto a lo que traen las olas, José Luis Medina enfila en solitario —aunque muy bien acompañado, vaya oxímoron— y nos comparte su mundo sonoro más personal, "como un lagarto tirado en la arena",  así de relajado: yo lo confirmo.


José Luis Medina, Me traen de los mares (Madrid, 2015).

Habana Abierta se presentará en la sala Clamores, de Madrid, el próximo 24 de febrero, 20:30 horas.

Archivado en

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.