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Ejército

Drogas y pastillas para 'volar' del Servicio Militar

El consumo se ha convertido en un problema para los mandos de la Región Militar Habana.

La Habana

Las unidades pertenecientes a la Región Militar Habana hacen cada vez mayor hincapié en la "necesidad de combatir" por todos los medios una indisciplina que se ha vuelto común al interior de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR): el consumo de pastillas y algunas drogas por parte de los jóvenes que cumplen su Servicio Militar Activo (SMA).

Los oficiales argumentan que esta es una "manifestación de contrarrevolución" y un hecho incompatible con los principios de la institución armada.

Manuel tiene 19 años, es graduado de técnico medio en Informática y le falta un año para cumplir su SMA. Empezó a consumir "nitra" (Nitrazepam) después de ocho meses en el Ejército.

"Tenía mucho estrés", comenta. "Todos los días tienes que asumir cosas que antes no aceptabas: encontrar cucarachas en la comida o una rata dentro de la nevera del agua y tener que tomártela igual", ejemplifica.

Nunca antes Manuel había consumido pastillas, aunque reconoce haber sentido curiosidad.

"Un día estaba en los cuarteles y uno de mis compañeros estaba muerto de la risa y medio zombi. Era sorprendente porque la unidad llevaba retenida 10 días por un control que salió mal. Esa fue la primera vez que me tome varias 'nitras', no recuerdo cuántas. De repente no me importo nada y me sentí cómodo".

Los problemas vinieron luego, pues el consumo sostenido provocó que Manuel se mostrara agresivo cuando le faltaba su "nitra", incluso con su madre los días de pase.

"También el compañero que me las dio y un par que probaron con nosotros les sucedió lo mismo. Estuvimos viviendo en la unidad un tiempo porque no teníamos donde ir. Nuestras familias no nos querían ni ver en esas condiciones".

El blíster de pastillas cuesta 20 CUP a los reclutas, un precio bastante bajo, así que les resulta sencillo seguirlas consumiendo, aunque con la tolerancia deben aumentar la dosis para que les haga efecto.

Alfredo fumaba marihuana antes del Ejército. De hecho, se caracteriza a sí mismo como un "yonki sin remedio". Tiene 20 años y está a punto de terminar su Servicio Militar.

"Siempre he fumado —dice— pero aquí dentro se me fue la mano".

En el Servicio comenzó a fumar una mezcla conocida popularmente como "la flaca", por el escaso grosor del cigarro. Según algunos consumidores, lo que le agregan es ketamina, un fuerte alucinógeno y fumarla ha provocado accidentes mortales a algunos.

"Pero te sale mejor el negocio, porque con cinco dólares te compras una y con una 'pataíta' que le des ya te tiene mal", opina Alfredo. "Lo fula es que me dio por vender la ropa y cosas de la casa, que eso nunca me había pasado", confiesa.

Alfredo tiene conciencia de que es adicto, pero no tiene planes de hacer algo para dejar la droga. "Cuando fumo aquí me dedico a bachatear las formaciones y el tiempo me pasa mucho más rápido", afirma.

Andy recién comienza en el Servicio Militar. Ya consumía drogas y desde hace un tiempo se ha enganchado al Nitrazepam. A sus 19 años está considerado "un tipo duro" y siempre anda metido en peleas callejeras.

En la unidad a la que pertenece hasta los oficiales le temen. En una entrevista con la CIM (Contra Inteligencia Militar), el oficial le dijo que sabía que consumía drogas y no le importaba. Pero quería que Andy le dijera quién se la vendía y quiénes fumaban marihuana dentro de la unidad. "Le dije que se metiera su psicología por el culo y no me ha vuelto a molestar", asegura Andy.

Julián toma Cosedal. Tiene 17 años y recién comienzan sus dos años de Servicio. Quiso entrar antes de la edad reglamentaria para salir con 19 años y poder disfrutar su juventud fuera, así que su madre firmó el papel de autorización. Consumió por primera vez con un oficial que estaba dando el recorrido nocturno y le ofreció algo en su posta.

"Después tuvieron que relevarme de la guardia porque las pastillas me dieron una vomitera tremenda", cuenta. "Quiero cambiarme para alguna otra pastilla, pero voy a seguir, porque así pasa más rápido el tiempo".

Una de las constantes en las historias de consumo de drogas en el Servicio Militar parece ser "matar el tiempo". Dos años si no tienes una carrera universitaria asignada, o uno si la tienes, puede que sea demasiado para alguien que está saliendo de la adolescencia. Días perdidos sin más sentido que chapear, "hablar mierda" en los cuarteles, "caerse a mentiras" y "aguantar mariconadas" de los oficiales, explican los jóvenes.

A esto las drogas parecen brindar una puerta de escape. No importa si están o no contra de los principios morales de las FAR.

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