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Política

EEUU y Venezuela: las opciones sobre la mesa

Mientras la intervención militar contra Maduro se mentiene en el horizonte, crece la presión diplomática.

Barquisimeto

El 23 de enero de 2019, horas después de que el joven presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, asumiera la jefatura de Estado de forma interina, desde Washington Donald Trump no solo se convertía en el primer mandatario en reconocerlo, sino que advertía que para encontrar una salida a la crisis venezolana "todas las opciones estaban sobre la mesa".

Sin decirlo de manera explícita, Trump dejaba entrever que la opción de una intervención militar de Estados Unidos era una de las salidas posibles para desalojar a Nicolás Maduro del poder.

Aquel mensaje de Trump, la irrupción de Guaidó en la escena política, la seguidilla de reconocimientos que recibió el presidente interino (más de 50 países de Occidente le consideran al frente del único poder legítimo), hicieron prever a más de uno que la "solución"estaba a la vuelta de la esquina. No fue así. Ahora Washington emplea toda su maquinaria diplomática, pero ello podría ser parte de una estrategia para abonar el terreno en otra dirección.

Este 11 de abril, por primera vez un alto mando militar de Estados Unidos ha fijado un plazo para una eventual intervención: "la crisis en Venezuela se acercaría a ese nivel si al final de año Maduro aún está en el poder". Así lo ha sintetizado el almirante Craig Faller, al frente del Comando Sur de Estados Unidos.

Opción militar, ¿sí o no?

Entre enero y febrero hubo infinidad de mensajes en ruedas de prensa y redes sociales: de Mike Pence, Mike Pompeo, John Bolton, Marco Rubio, y por aquí y por allá, el propio Trump. Todo el poder de Washington parecía encaminado a quebrar la base de apoyo militar de Maduro, que a fin de cuentas es su principal sostén para mantenerse en el poder.

La guinda la puso el presidente de Colombia, Iván Duque, quien aseveró que "entre 48 y 72 horas"se produciría el quiebre. Eso lo declaró poco antes del 23 de febrero.

No entró la ayuda humanitaria el 23 de febrero, no se produjo el quiebre militar pese a todas las amenazas de Estados Unidos, y la represión de las manifestaciones públicas, en aquella fecha, recayeron en los llamados colectivos (grupos de civiles armados por el chavismo).

"Estados Unidos posiblemente comprendió ese día que una acción armada en Venezuela no sería enfrentarse a tropas venezolanas, sino que se trataría de hacer frente a un monstruo de mil cabezas, grupos de civiles armados que actúan de manera autónoma", explica a DIARIO DE CUBA un diplomático sudamericano que sigue la crisis venezolana.

Por su parte, el historiador y analista Tomás Straka, dice a DDC que en torno al 23 de febrero "es probable que la oposición encabezada por Guaidó haya previsto una reacción distinta a la ocurrida y que, con base a ello, haya prometido a los aliados internacionales un curso de los acontecimientos que al final no ocurrió".

Paulatinamente, en las altas esferas políticas de Washington dejó de asomar la opción militar. Sin embargo, la reciente declaración de Faller abre nuevamente ese escenario, con la particularidad de que se trata de un oficial con mando de tropas.

Para Trump, en tanto, la opción sigue abierta. Al reunirse con la esposa de Guaidó, Fabiana Rosales, en la Casa Blanca el 27 de marzo, el presidente de EEUU volvió a poner la salida militar como posibilidad.

"Fuera de lo militar, no se puede alcanzar más presión de la que ya tienen", aseguró Trump al ser interrogado sobre qué debería hacer Estados Unidos para ayudar a devolver la democracia a Venezuela. Allí que reiteró que mantiene "todas las opciones abiertas".

Presión dipolomática

Y no está Washington de brazos cruzados ante el régimen de Maduro. En los últimos días ha quedado en evidencia que la estrategia también incluye la presión diplomática, usando espacios multilaterales y ampliando el marco de las sanciones económicas, para además golpear de retruque a Cuba.

Un triunfo de Estados Unidos en la primera sesión convocada por el embajador estadounidense ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Carlos Trujillo, fue desalojar de este organismo a los representantes del régimen de Maduro y lograr los votos necesarios para que se reconociera al enviado especial de Guaidó, Gustavo Tarre Briceño, como el delegado formal de Venezuela.

Trujillo recién asumió la presidencia del Consejo Permanente de la OEA por un trimestre (abril-julio).

"Es la primera consecuencia de esta presencia de Trujillo. Estados Unidos quería lograr con el inicio de su presidencia del Consejo Permanente de la OEA un avance concreto con respeto a Venezuela. Es muy probable que en estos meses tengamos una renovada y sostenida atención en este consejo a la situación en Venezuela", aseveró a DDC desde Washington el abogado experto en derecho internacional, Mariano de Alba.

La designación de Tarre Briceño termina siendo una decisión histórica, ya que no se reconoce al representante del gobierno de Maduro (son los gobiernos quienes nombran embajadores) sino a un enviado especial de Guaidó, en tanto presidente de la Asamblea Nacional. La permanencia de Tarre Briceño será interina hasta que se celebren elecciones libres en Venezuela y un nuevo gobierno democrático designe a un embajador ante la OEA.

A juicio de Mariano de Alba, la presencia formal del nuevo representante podrá ayudar a generar nuevos consensos en la OEA y a fomentar nuevas medidas que requieren de mayor respaldo. La decisión del 9 de abril tuvo 18 votos, pero aplicar sanciones al régimen de Maduro requiere de 24 de los 34 votos de países americanos.

Junto con la decisión en la OEA, Estados Unidos volvió a colocar en agenda la crisis venezolana para una nueva discusión en el Consejo de Seguridad de la ONU, que tuvo lugar este 10 de abril.

"Estados Unidos está empleando todos los recursos diplomáticos y si sigue en esa dirección podrá lograr más aliados que con la tesis de una acción militar como primera opción", comentó el diplomático sudamericano, quien pidió a DDC reservar su identidad.

Sin posibilidad de que se logre una votación en el Consejo de Seguridad favorable a actuar en relación con Venezuela, dado el poder de veto que tienen China y Rusia, aliados del régimen de Maduro, en realidad Estados Unidos lo que puede lograr es un foco y discusión pública sobre la magnitud de la crisis venezolana.

Ganar el debate público sobre el desastre humanitario que implica la continuación del régimen de Maduro, junto a las denuncias efectivas de que las alianzas de Caracas convierten a Venezuela en una amenaza para Estados Unidos, puede abonar el terreno para pasar a otros escenarios.

Cuba, entretanto, ha puesto sus barbas en remojo. Así se entiende el mensaje de Raúl Castro este 10 de abril en el que llama a los cubanos a prepararse para el agravamiento de la crisis económica "en los próximos meses", algo que claramente puede leerse como la perdida de respaldo por una eventual salida del poder de Maduro.

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