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Política

La segunda cumbre Kim-Trump: mucho ruido y pocas nueces

Las negociaciones se enmarcan en un contexto de tensiones entre Estados Unidos y China.

Madrid

"Hace falta mucha paciencia", declaró este miércoles, en Hanói, el mandatario norcoreano Kim Jong-un poco antes del encuentro con su homólogo estadounidense Donald Trump

La segunda cumbre entre ambos jefes de Estado sobre la desnuclearización de la península de Corea, que contemplaba inicialmente dos jornadas de trabajo, concluyó este jueves antes de tiempo y sin que se firmase ningún acuerdo. 

Según el presidente estadounidense, Corea del Norte pretendía un levantamiento de todas las sanciones internacionales a cambio de una desnuclearización parcial y no total de sus instalaciones. Un escollo en que terminó por encallar el diálogo.

Este fiasco contrasta con los esfuerzos consentidos en las últimas semanas por las cancillerías de los dos países para sentar las bases de una negociación fructífera.

A diferencia de la primera cumbre, celebrada en junio pasado en Singapur, en la que el solo hecho de que ambos líderes se encontraran constituía un paso importante para tratar el espinoso dossier de la desnuclearización de Corea, en esta ocasión era indispensable lograr algún resultado tangible para mantener la credibilidad del proceso de negociación.

Una polémica "desnuclearización"

Varias posibilidades estaban sobre la mesa. Del lado norcoreano se podía esperar que el régimen autorizara la visita de inspectores internacionales a algunas de sus instalaciones nucleares o a fábricas de armamentos. O bien que se comprometiera a desmantelar el laboratorio nuclear de Yogbyon.

A cambio, EEUU podía haber permitido un ablandamiento de las sanciones internacionales o dar el visto bueno a una mayor integración económica entre las dos Coreas.

El establecimiento de oficinas de enlace en los respectivos países habría constituido un gesto simbólico importante.

Sin embargo, los resultados más alentadores habrían sido el acuerdo de una hoja de ruta para el proceso de desnuclearización de Corea del Norte y la mención de posibles pasos en vistas de alcanzar un acuerdo de paz que entierre definitivamente el armisticio en vigor desde el fin de la Guerra de Corea (1950-1953). 

Nada de esto ha sido posible, porque, por ahora, sigue existiendo un abismo insalvable respecto a qué se entiende por "desnuclearización de la península de Corea".

La Administración Trump insiste en un desarme completo, verificable e irreversible de Corea del Norte. Lo cual implicaría el fin inmediato de su programa nuclear y la destrucción de todo su arsenal.

Los norcoreanos, por su parte, piensan más bien en una implementación paulatina de dicho desarme, supeditada a la retirada del paraguas nuclear estadounidense que protege a Corea del Sur y al levantamiento de las sanciones internacionales.

Tensiones entre las grandes potencias

No obstante, el estancamiento de las negociaciones no se debe solo al desfase entre ambas partes, sino también al trasfondo de fuerzas en pugnas en el escenario internacional.

En el último año las tensiones de EEUU con China, que han desatado un conflicto comercial entre las dos naciones, y con Rusia, que han llevado a la suspensión del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio –INF, por sus siglas en inglés–, se han saldado con un debilitamiento del régimen de sanciones hacia Corea del Norte.

Una presión internacional respaldada por todas las grandes potencias, después de los últimos ensayos nucleares norcoreanos en 2016 y 2017, fue lo que empujó al régimen de Kim Jong-un, asfixiado económicamente, a sentarse a la mesa de negociaciones para hablar de una posible desnuclearización.

En los últimos tiempos la insistencia de Rusia y de China, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, de que se aligeren las penalidades contra Corea del Norte, marca un giro en su actitud respecto al mantenimiento de las mismas. 

De hecho, Washington ha acusado en más de una ocasión a Moscú y a Pekín de violar el régimen de sanciones contra Pyongyang. 

Y es que Corea del Norte es un peón clave en la pugna por la hegemonía en Asia Oriental que sostienen China y EEUU. A China le conviene frenar los dislates de su protegido —por eso durante un tiempo cumplió cabalmente el plan de sanciones internacionales—, pero a la vez le interesa mantenerlo como punta de lanza en la región, ante todo para contrarrestar la amenaza que representa, en caso de conflicto, la presencia de tropas estadounidenses en Corea del Sur.

A Rusia, más allá de alinearse en este caso con la postura de China, le viene bien la persistencia de otro foco de inestabilidad para la política exterior estadounidense. Aún más en estos tiempos en que los dos países parecen abocados a retomar la carrera armamentística. 

En otro plano, la ruptura del pacto nuclear con Irán el año pasado, pese a la férrea oposición de los aliados europeos, podría estarle pasando factura en estos momentos a la Administración Trump. Corea del Norte estaría negociando con el objetivo de obtener un acuerdo mucho más sólido que el alcanzado anteriormente por Irán.

Una actitud que a su vez alimentaría la desconfianza estadounidense. No sería la primera vez que el régimen norcoreano da marcha atrás en negociaciones destinadas a lograr su desnuclearización. Lo hizo tanto a mediados de los 90 como a principios de este siglo, primero con EEUU y luego en los diálogos a seis partes (EEUU, Corea del Sur, Japón, Rusia, China, Corea del Norte).

Puesto que el presidente estadounidense ha hecho de Corea del Norte uno de los puntos clave de su política exterior, llegando a calificar a Kim Jong-un de "gran líder", el desenlace de la cumbre cobra aires de fracaso personal.

Para revertir la situación la Administración Trump tendrá que afinar su estrategia de negociación con el régimen norcoreano y, sobre todo, persuadir a China del interés común en obrar por la desnuclearización de la península.

Las declaraciones de Donald Trump antes de comenzar la cumbre resumen perfectamente el vaivén de estos dos días: "Las sanciones están activas. Todo está activo. Pero tenemos una corazonada especial, y creo que llevará algo muy bueno". Para finalmente añadir: "Quizás no". 

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