Back to top
Política

Brasil, un excentricismo siniestro

El descrédito de la clase política y una economía titubeante impulsan la candidatura del polémico Jair Bolsonaro.

Madrid

"Los negros no hacen nada, creo que ya no sirven ni para procrear." "Sería incapaz de querer a un hijo homosexual. Prefiero que muera en un accidente de coche a que aparezca por ahí con un bigotudo." "La dictadura debería haber matado a 30.000 personas más." "Un policía que no mata no es policía." "No mereces ni que te violen, eres muy fea."

Estas son algunas de las perlas que han jalonado la carrera del candidato del Partido Social Liberal (PSL), el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien actualmente es el favorito para la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil este domingo. Según las encuestas, cosecharía entre el 28% y el 31% de las intenciones de voto. 

Por lo visto, su hospitalización en las últimas semanas, después de haber sido apuñalado a principios de septiembre, no ha frenado su ascenso.  

Bolsonaro ha llegado a liderar la campaña presidencial del gigante suramericano con un discurso caracterizado por el racismo, la misoginia, la homofobia, reivindicando el legado de la dictadura militar (1964-1985) y soluciones radicales para los problemas de seguridad como la castración química de los violadores, el uso de la tortura y la legalización del porte de armas.

Panorama sombrío

El eco de semejantes diatribas en el electorado no es ajeno al panorama sumamente sombrío que enfrenta el país. Después de haber atravesado una profunda recesión, entre 2014 y 2016, la economía brasileña se muestra aún balbuciente: el crecimiento económico es débil y la renta per cápita ha experimentado una caída de un 7,5% en los últimos cuatro años.

Además, el país padece un aumento continuo de los índices de violencia. En 2017, por ejemplo, se registraron 63.880 homicidios, es decir un promedio de 175 asesinatos por día, y alrededor de 60.000 violaciones.

Por primera vez, desde el fin de la dictadura militar, el orden en ciertas ciudades ha sido puesto bajo el mando del Ejército. Es el caso de Río de Janeiro, donde el presidente Michel Temer decretó la intervención militar en el estado carioca para poner freno a la inseguridad.

A esto se le suma el descrédito en que ha quedado sumida la clase política en su conjunto. Tan solo en la trama de corrupción ligada a la petrolera estatal Petrobras están siendo investigados 415 políticos pertenecientes a 26 partidos (de un total de 35) en 21 Estados (de los 26 que cuenta el país).

Entre ellos hay cinco exmandatarios: José Sarney, Fernando Collor de Mello, Fernando Henrique Cardoso, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff. Temer también aparece implicado, pero la Constitución impide que sea procesado por hechos anteriores a su mandato.

En semejante contexto los exabruptos de Bolsonaro suenan como una impugnación de las prácticas de la vida política nacional.

No obstante, sería un error considerar al ultraderechista un candidato antisistema. Bolsonaro cumple actualmente su séptimo mandato en la Cámara de Diputados, donde ocupa un escaño desde 1990. Además, tres de sus hijos también desempeñan cargos electos, ya sea como concejales o diputados.

Un voto con aires de revancha

La prédica de Bolsonaro halla pues resonancia en distintas capas de la sociedad brasileña, que pueden estar vinculadas aunque no necesariamente.

Así, las bravuconadas contra los pobres y los negros, que con frecuencia son los mismos, apelan al imaginario clasista y racista de las élites rurales y de las clases medias y pudientes urbanas, compuestas por una aplastante mayoría blanca. 

En estos sectores existe un fuerte rechazo hacia las políticas redistributivas implementadas por el Partido del Trabajo (PT), sobre todo durante el periodo de Lula. La probable nominación del neoliberal Paulo Guedes como ministro de Economía, en caso de elección de Bolsonaro, apunta, por tanto, a una agenda de privatizaciones y de desmantelamiento de los programas sociales. 

Una escisión de clase y de raza que se hace patente en el perfil del votante promedio de Bolsonaro: hombre blanco de clase media alta. 

El autoritarismo, por su parte, resulta atractivo para quienes ven en el orden castrense el antídoto contra la inseguridad y la corrupción, entre ellos los estamentos del Ejército nostálgicos de su antigua primacía. 

No por gusto Bolsonaro ha escogido como candidato a vicepresidente a un general retirado, Hamilton Mourão, que coquetea con la posibilidad de un golpe con el apoyo de las Fuerzas Armadas.

El otro elemento determinante es el respaldo que recaba Bolsonaro en los grupos más reaccionarios del Brasil evangélico, gracias a su estridente oposición al colectivo LGTB.

En 2011, por ejemplo, consiguió frenar una iniciativa del ministerio de Educación para fomentar en las escuelas la sensibilización contra la homofobia. Y en 2016, con la carrera presidencial en miras, viajó al río Jordán, en Israel, donde un pastor lo bautizó.

El 26% de sus votantes son evangelistas. Ningún otro candidato consigue tanto apoyo entre ellos.

Por último, un uso magistral de las redes (cinco millones de seguidores en Facebook y casi 800.000 en Twitter) ha potenciado su alcance entre los jóvenes: el 60% de sus votantes tiene menos de 35 años.

Sin embargo, es aún difícil avizorar hasta qué punto las alianzas que logre tejer su partido, el PSL, podrán suplir la ausencia de una maquinaria suficientemente robusta como para sustentar una campaña con impacto en todo el territorio nacional y en el conjunto de los estratos sociales.

Además, el antibolsonarismo se ha convertido en el fenómeno político de estas presidenciales, traduciéndose en un rechazo que supera el 45% del electorado. 

Un repudio que encuentra en las mujeres su núcleo duro. Así, el 29 de septiembre pasado, cientos de miles de brasileñas manifestaron en decenas de ciudades del país agrupadas por una misma proclama: él no. 

Quien hasta hace unos meses fuera considerado un bufón de la política brasileña está a un paso de imponerse en la primera vuelta este domingo. Queda por ver si sus excentricidades lo auparán a la presidencia de la mayor potencia de América Latina.   

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.