Back to top
Política

'El régimen de Ortega está dispuesto a dar la batalla hasta las últimas consecuencias'

El régimen nicaragüense afronta su crisis más grave. DIARIO DE CUBA consulta a la politóloga y exparlamentaria Edipcia Dubón.

Madrid

Durante las últimas semanas los acontecimientos en Nicaragua han puesto al régimen de Daniel Ortega en una situación de gran inestabilidad, que significa su mayor crisis desde que el sandinista asumiera el poder por segunda vez hace más de una década. 

Para entender mejor lo que está sucediendo actualmente en el país centroamericano, DIARIO DE CUBA ha contactado a la politóloga y economista nicaragüense Edipcia Dubón, exparlamentaria, miembro de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia y del Grupo de los 27, formado por líderes políticos y de la sociedad civil nicaragüense, que ha tenido una participación activa en la denuncia del régimen de Daniel Ortega.

Después de tres semanas de marchas, ¿cuál sería la relación de fuerzas entre el oficialismo y los manifestantes?

La magnitud de las marchas es la evidencia visible de que la mayoría silenciosa salió de su letargo. Para todos es obvio que ahora el régimen se sostiene en una minoría. Incluso buena parte de quienes lo respaldaban participan ahora en las protestas. 

La correlación de fuerzas sociales favorece indudablemente a quienes se oponen al régimen dictatorial. Sin embargo, Ortega cuenta con las fuerzas represivas y la institucionalidad pública que se encuentra en manos de secuaces del régimen. También conserva parte de su base social, aunque sensiblemente erosionada. 

Además, se siente una formidable fuerza moral que reivindica justicia y democracia por primera vez en altas y claras voces en todos los rincones del país, algo inédito después de varios años de temor e impotencia. 

¿Qué sectores de la sociedad estarían detrás de cada bando?

En primer lugar está la juventud universitaria. Ortega, con la masacre, estableció un abismo insalvable con la juventud nicaragüense. Las familias, con independencia del signo político, salieron en respaldo de sus hijos y familiares. 

La Iglesia Católica parece también haber tomado partido en favor de la democratización del país, al igual que amplios sectores empresariales. 

Por otro lado, la generalización y barbarie de la represión ha sensibilizado a otros sectores de la sociedad en distintos territorios del país. Más recientemente se han sumado los campesinos que sostuvieron por 4 años la lucha contra el canal. 

A ello hay que añadirle las organizaciones políticas y de la sociedad civil que han mantenido, durante estos once años, enarbolada la bandera de la democracia. 

Los que lucen ausentes son los partidos políticos que optaron por el colaboracionismo con el régimen. 

En el otro bando están las fuerzas paramilitares, las fuerzas represivas y con seguridad un sector empresarial que ha lucrado con el modelo económico de Ortega. Por supuesto, también conserva Ortega parte de su clientela política, principalmente trabajadores del estado y beneficiarios de prebendas.

Es importante señalar que el fenómeno de las marchas ha sido espontáneo y nació de manera desarticulada. Inicialmente fueron los estudiantes, en edades de 17 a 22 años, quienes sintieron en carne propia el golpe en los bolsillos de sus familias, evidenciando que Nicaragua tiene como forma organizativa familiar núcleos extendidos, donde los abuelos y abuelas son las cabezas de familias –y aproximadamente en el 40% de los hogares se trata de una mujer–. Esto significa que la mujer asume todas las cargas. Por lo tanto, el papel de las abuelas es más notorio aún.

Visto así, la reforma de la Seguridad Social, que limitaba y golpeaba los bolsillos de los ancianos, era sensible y es lo que provocó la movilización inicial. Posteriormente, la represión desmedida desde el Estado, que generó una decena de jóvenes muertos (además de los heridos, presos y detenidos desaparecidos), desencadenó un efecto de solidaridad sin precedentes. Y es lo que ha desembocado en la movilización nacional que tenemos hasta estos días. 

Al parecer hay fuertes disensiones en el seno del oficialismo, ¿a qué responderían éstas? ¿Entre qué grupos se estarían ahondando dichas fisuras? 

Es difícil afirmar o desmentir estas consideraciones. Lo que sí puedo decir es que, por voces afines, se sabe que hay una valoración de un sector que reconoce que fue un error desatar la violencia con la que se atacaron y se siguen atacando a los jóvenes y a la ciudadanía que se moviliza. 

En este sector, que tiene muchos intereses económicos, está claro que el modelo de poder se ha agotado y para sobrevivir se requiere transacciones y concesiones de fondo. 

En estos momentos ¿qué perspectivas tiene el movimiento de protestas? ¿Hay signos de agotamiento o las movilizaciones tienen posibilidades de extenderse aún? 

El movimiento estudiantil ha dado muestras de madurez y rápidamente hemos visto como se han venido articulando en tres espacios de manera concertada: la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN), el Movimiento 19 de abril y la Coordinadora Universitaria. 

Es interesante anotar que al ser un movimiento autoconvocado y espontáneo, la naturaleza desarticulada del mismo le genera una gran flexibilidad de acción y permite su oxigenación, porque las protestas no son simultáneas, sino que se dan en distintos puntos de la capital y del territorio nacional y, al sumarse otros sectores, su capacidad multiplicadora aumenta. 

Pareciera ser que cada día hay más sectores sumándose a la demanda de justicia y democratización y que es un movimiento que está creciendo sistemáticamente en la medida que el régimen reprime y se enfrenta contra valores y principios fundamentales como la libertad y la justicia. 

Paradójicamente, su principal fortaleza encierra también el principal riesgo: el agotamiento y la dispersión, si la lucha se prolonga en mayores plazos. Es precisamente a lo que apuesta Ortega.

¿Se plantea realmente la posibilidad de una salida de Daniel Ortega antes del fin de su mandato? 

Este es un planteamiento que se escucha reiteradamente. Lo que no está tan claro es el cómo. Hay voces que señalan que el único punto de diálogo con el régimen es para negociar su salida, cómo y cuándo. 

Sin embargo, es evidente que el poder está dispuesto a dar la batalla hasta las últimas consecuencias y apuesta por agotar al pueblo con la dinámica diálogo/represión.

 

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.