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Opinión

Una despedida singular

Casos como el de David Servan-Schreiber representan la dignidad en la lucha contra el cáncer, a diferencia de manipulaciones como las de Castro y Chávez.

París

Pese a una cargada actualidad política marcada por la severa crisis económica que atraviesa la euro-zona, la opinión pública francesa se ha visto conmovida por la publicación de un libro en el que el célebre autor de best sellers sobre cómo enfrentar la enfermedad del cáncer, David Servan-Schreiber, aquejado él mismo de un tumor maligno en el cerebro, se dirige a sus lectores y a todos aquellos que comparten la misma enfermedad, a quienes sus libros dieron esperanzas y modos de luchar.

On peut se dire a revoir plusieurs fois (Podemos despedirnos varias veces) es el título del conmovedor testimonio de este joven médico a quien, a los 30 años y por pura casualidad, le detectaron el tumor contra el cual lucha desde hace 20 años. Haber sobrevivido durante 20 años ese mal, coloca su caso fuera de todas las estadísticas. 

David ha convertido su actividad profesional y su calidad de enfermo en una especie de sacerdocio dedicado a investigar la manera de neutralizar la enfermedad y a que su experiencia sirva de ayuda a quienes también la sufren. En un primer libro que lo hizo célebre, Anticáncer: una nueva forma de vida, rendía cuenta de sus investigaciones y proponía un "método anticáncer" destinado a neutralizar la progresión de la enfermedad, basado en una higiene de vida en la que la alimentación, la actividad física y la meditación tienen el papel principal. Método que, si bien no cura el mal, le ha permitido a muchos, como al propio David, tomar conciencia de la importancia que tiene la manera de alimentarse y de mantener un equilibrio psicológico, pues de lo que se trata es de convivir con la enfermedad luchando contra ella.

El testimonio que acaba de publicar, en el que rinde cuenta de su recaída, ha golpeado profundamente la opinión pública por tratarse de un testimonio de una sinceridad conmovedora; la expresión de una calidad humana y de una ternura inaudita hacia la vida del resto de los humanos. El retrato íntimo de un hombre frente a la muerte, golpeado por la idea de faltarle a sus tres hijos para los que desea convertirse en "la caricia del viento sobre sus rostros".  Libro en el que, pese a su recaída, sigue defendiendo su método, en la continuidad de la misión que se ha dado, de ayudar a los enfermos y de contribuir a la prevención de la enfermedad.

Además de la sinceridad poco usual de su testimonio, su historia ha conmovido a la opinión pública por el hecho de que David Servan-Schreiber está relacionado con una familia que ha marcado profundamente la historia del siglo XX de Francia, pues ha jugado un papel pionero en la modernización del país. David es el hijo mayor de Jean Jacques-Servan Schreiber, fundador del seminario L’Express, pionero del periodismo moderno francés, que modificó profundamente las mentalidades y modos de pensar de las elites intelectuales del país. Jean Jacques-Servan Schreiber fue el autor del célebre best-seller de los años 1970 El reto americano, y fue también quien introdujo la informática en Francia, creando un centro de informática abierto al público para que los jóvenes fueran familiarizándose con esa nueva tecnología.

David es el mayor de los cuatro hermanos; hermanos que funcionan y actúan como si fuera una sola persona. De hecho, puesto que David se ha visto imposibilitado de hablar en público, pues su voz está casi inaudible y con una parte del cuerpo paralizada, es su hermano Émile quien se ha encargado de presentar el libro a los medios y ha desvelado la manera cómo se gestó ese libro-testamento.

Después de las dos últimas operaciones, cuando ya se manifestó el estado de gravedad, los hermanos lo empujaron a trabajar. Los tres hermanos se dedicaron a acompañarlo y a entrevistarlo sobre la enfermedad, sobre la perspectiva de la muerte, sobe la manera que él desearía que éste hecho transcendental sucediera. La experiencia fue tremenda, según cuenta Emile, pues la mirada de David, como médico y paciente, se volvía más aguda, más incisiva, seguramente porque "había pasado a una nueva fase, más peligrosa, más terminal, más urgente. Para escribir se colocó al límite de sus fuerzas. Cada día le dedicaba cuatro horas a la escritura. Cuando terminó la redacción, se desplomó. Es un milagro que el libro exista; fue un reto intelectual como físico. Él sintió el deseo de escribir para comprender su propio caso, pero también para ayudar a quienes sufren o se ocupan de enfermos". Recuerda también Émile que, cuando David trabajaba como psiquiatra en un hospital de Estados Unidos, él acompañaba a los enfermos terminales ayudándolos a morir con serenidad.

Émile cuenta que en su familia han vivido la experiencia de muertes "bien logradas", y el hecho no es un tema tabú y es importante para que las cosas queden en orden, para aquellos que continúan viviendo. El abuelo paterno, gran periodista y fundador de la dinastía, de quien heredó el nombre Émile, fundador del primer diario de economía en Francia —Les Echos— murió justo después de terminar un último artículo. Y Jean-Jacques, el padre de David y de Émile falleció serenamente leyendo L’Express.

Si hoy escribo sobre este caso ejemplar de actitud ante la enfermedad y de preparación para una muerte serena, es para mostrarle a los lectores que todavía existe la ética ante hechos trascendentales como la vida y la muerte, en contraste con la campaña obscena y la manipulación psicológica de la que son objeto los venezolanos por parte de Fidel Castro, al instrumentalizar la enfermedad convirtiéndola en arma de guerra.

La presidente del Brasil está aquejada de cáncer. Igualmente, el presidente del Paraguay. Pero ninguno de ellos ha convertido ese hecho en instrumento de manipulación política.

El caso del actual presidente de Venezuela, es simplemente patético.

 

 


Este artículo fue publicado en la Revista Zeta. Se publica con autorización de la autora.

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