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Represión

Un joven discapacitado exige justicia tras dos severas golpizas de la Policía

Su padre denuncia que los agentes han quedado impunes, mientras su hijo, con retraso mental, ha cumplido condena por 'atentado'.

Santiago de Cuba

"Estoy cansado del abuso de la Policía conmigo y nadie hace nada", dijo Reinier Baute Prado, de 29 años, durante una conversación con DIARIO DE CUBA, refiriéndose a dos severas golpizas que han quedado impunes a pesar de que su familia lleva tres años exigiendo justicia.

Baute Prado padece retraso mental. No obstante, ha sido un destacado atleta. En 2005 integró el equipo de hockey que ganó medalla de oro en las Olimpiadas Especiales de Nagano, Japón.

Después de disolverse el equipo por falta de equipamiento, se convirtió en maratonista. Ya había competido en eventos locales y esperaba con ansiedad su primera incursión en Marabana cuando comenzó todo, en 2012.

"Corría diariamente desde el Caney hasta Santiago de Cuba", como entrenamiento, relata. "Un día, un policía me llamó y me dijo que dejara de correr porque yo me estaba preparando para irme ilegal del país".

La primera golpiza

"Reinier nos contó lo del policía, pero no le dimos importancia", lamenta su padre, Reynaldo Baute. "Continuó entrenándose y entonces lo citaron para la estación policial del Caney. De allí se lo llevaron para la unidad de operaciones de Versalles (de la Seguridad del Estado). Luego lo trasladaron para la unidad similar de Guantánamo".

Según Baute, las autoridades acusaron a su hijo hacer un croquis de la Base Naval estadounidense de Guantánamo para salir del país. Eso "es imposible" —considera—, ya que Reinier nunca había estado en esa provincia. Ni siquiera ha pasado el Servicio Militar debido a su retraso mental, dice.

"Estuve días días allí", cuenta Reinier. "Me torturaron con frío, ruidos, golpes de campanas. No me dejaban dormir. No pudieron probar nada y me soltaron. Llamé desde un teléfono público a mi papá, que fue a buscarme porque yo no tenía dinero para volver a Santiago".

De vuelta en el Caney y, a pesar de haber dejado de correr, volvió a ser detenido en su casa, esposado y conducido a la estación.

"Fue el peor día de mi vida", asegura su padre. "Llegué a la estación y mi hijo estaba gritando porque lo estaban golpeando en una oficina. Su madre y yo pedimos hablar con él para calmarlo, pero no nos dejaron. Finalmente, su torturador, el policía Alberto Gómez, abrió la puerta de la oficina y el muchacho salió corriendo esposado. Tres policías lo detuvieron a unos metros de la unidad y le golpearon la cabeza contra un jeep".

"Les dije que no lo hicieran, que tenía problemas mentales y estaba asustado. No les importó, siguieron golpeándolo", recuerda Reynaldo Baute.

Según su versión, rogaron a la jefatura de la estación que llevara al joven discapacitado al hospital.

"En cuanto dije lo del hospital, los policías golpeadores salieron para el policlínico del Caney a sacar certificados por lesiones", cuenta Baute. "Acusaron de atentado al muchacho, que estaba esposado desde por la mañana y tenía las manos cortadas, la cabeza, pómulos, brazos y piernas lesionados".

Reinier fue trasladado a la estación de la PNR en Micro 9, Santiago de Cuba, y solo por la noche, varias horas después de la golpiza, fue que lo llevaron al hospital.

Entretanto, Reynaldo Baute también fue detenido y acusado de atacar a un policía.

"Fue la desvergüenza más grande", dice Baute. "Yo había salido de la estación del Caney por mis pies. Si hubiera agredido a alguien me hubieran detenido allí mismo. Pero no les importó, me encerraron por ocho días. Mi hijo estaba dos calabozos más allá".

Aunque la acusación a Reynaldo Baute fue desestimada por falta de pruebas, le impusieron una multa de 1.000 pesos. A su hijo lo condenaron a un año de prisión en la cárcel de Aguadores.

La segunda golpiza

La segunda golpiza ocurrió en enero de 2014. Luego de padecer un ataque que lo dejó sin conocimiento, Reinier Baute fue atendido en el policlínico del Caney. Al volver en sí, tuvo un segundo ataque, cayó al suelo y se puso agresivo; tiraba objetos para impedir que lo medicaran. El médico de guardia decidió llamar a la Policía.

"Se presentaron dos agentes y otra vez Alberto Gómez le cayó a tonfazos hasta hacer que se desmayara", cuenta el padre. "Lo llevaron para el hospital psiquiátrico Gustavo Machín, de Jagua. Allí fue que le tomamos las fotos con un celular. Cuando se recuperó un poco, lo encerraron durante seis meses en la prisión llamada la Legal, perteneciente al hospital".

Al salir, Reinier Baute cumplió una segunda condena de un año de prisión domiciliaria.

Con las fotos, nombres de los policías y una carta contando los hechos, su padre busca desde entonces justicia.

"Le he enviado los documentos a todos, desde el Gobierno, el Partido y la Fiscalía hasta el Arzobispado", exclama Reynaldo Baute indignado. "No he tenido respuesta y todos los policías implicados siguen en sus puestos".

"Quiero que se conozca la brutalidad de estos policías abusadores y mentirosos para que sean condenados. Yo estuve allí, y las agresiones de mi hijo a los policías fueron fabricadas", asegura. "A ellos los escucharon, a nosotros no".

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