Back to top
Salud Pública

Consecuencias de un reportaje

La policía técnica y el Ministerio de Salud Pública destituyen a una directora del Sistema de Emergencias Médicas por contar actos de corrupción a DDC. El Consejo de Estado y la prensa estatal desoyeron sus denuncias. Días antes, Raúl Castro había declarado: 'Basta ya del miedo a buscarse problemas en el cumplimiento de nuestros deberes'.

La Habana

Oficiales de la policía técnica (DTI) y funcionarios del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) expulsaron de su centro de trabajo y sometieron a interrogatorios a Idalmis González Castillo, exdirectora del Sistema Integral de Emergencias Médicas (SIUM) en el municipio Plaza, por denunciar actos de corrupción e indolencias ante el Consejo de Estado, instancias superiores del Partido Comunista y DIARIO DE CUBA.

Lo sorprendente, o no, es que las reprimendas ocurrieron días después que Raúl Castro reconociera ante el pueblo y la asamblea de diputados la preocupante crisis de valores humanos e indisciplinas sociales generalizadas en el país. "Basta ya del miedo a buscarse problemas en el cumplimiento de nuestros deberes", aseveró el general/presidente el pasado 7 de julio, al tiempo que urgía "a asumir una mentalidad de orden, disciplina y exigencia".

Lo absurdo o no absurdo de esta historia ―valga la ambigüedad― es que los oficiales del DTI y los funcionarios del MINSAP que interrogaron a la denunciante, portaban un impreso del reportaje publicado el pasado 27 de julio en DIARIO DE CUBA, bajo el titulo de Gravedad en el sistema de urgencias médicas, realizado por el colega Augusto César San Martín, y solo se limitaron a investigar los vínculos del SIUM con el periodismo independiente.

Denuncias de robos ―por parte de empleados con largos historiales delictivos que incluyen hasta la tortura y el homicidio en primer grado―, las deplorables condiciones técnicas de las ambulancias, el desvío de más de 75.000 dólares donados por una ONG británica, instrumental médico carente de baterías o averiado, más la muerte por negligencia de una joven embarazada que padecía un severo ataque de asma, no representaron para los investigadores la prioridad de las pesquisas.

Ni virtuosos del absurdo como Franz Kafka o Leslie Nielsen serían capaces de concebir una trama que supere la irracionalidad de un régimen cuyo engendro de burócratas y represores consiguió que en tan solo dos meses el presidente Raúl Castro se haya revelado como "un hazme reír" para el 85% de los consultados para este trabajo.

El sinsentido

Cuando la respuesta del Consejo de Estado a las denuncias de González fue enviada a la dirección del SIUM, automáticamente fue destituida del cargo y le rebajaron el sueldo en un 25%.

Buscando ayuda, González consultó a un funcionario del Instituto de Radio y Televisión (ICRT), cuya identidad exigió mantener en el anonimato. Este le respondió que "la denuncia era muy explosiva y la prensa esquivaría el caso". También le recomendó despachar la impugnación a programas sobre consultas jurídicas.

Para evitar trabazones burocráticas, González decidió exponer el problema a la prensa independiente. El periodista Augusto César San Martín resolvió investigar el sumario enviado al Consejo de Estado, al Comité Central del Partido Comunista y al MINSAP, verificando que las irregularidades denunciadas por González eran ciertas y que su postura era apoyada por seis de sus compañeros.

Tras la publicación en DIARIO DE CUBA de Gravedad en el sistema de urgencias médicas, González fue expulsada del trabajo e interrogada por oficiales del DTI, quienes ordenaron cancelar su cuenta en la red informática InfoMed. También se produjo la misteriosa desaparición de su expediente laboral en la Dirección Municipal de Trabajo y Seguridad Social,  extravío que le impide conseguir empleo.

A la cadena de agresiones contra González, se añade que Julio César Acosta, un chofer de ambulancia exconvicto por homicidio y acusado de no socorrer a Orelis Coipel, la joven de 27 años embarazada fallecida a causa de un ataque de asma, tuvo la desfachatez de amenazar a González y a los testigos en su contra, sin siquiera ser requerido por las autoridades.

Lo paradójico o no del caso, es que a partir de la publicación en DIARIO DE CUBA y no del informe enviado al Consejo de Estado, comenzaron a reestructurarse los cargos de dirección y las plazas ocupadas por empleados con antecedentes delictivos en el SIUM.

También fueron purgados los trabajadores que se solidarizaron o sirvieron de fuentes al reportaje de DIARIO DE CUBA. Solo quedó en la lista Pedro García Hernández, quien aseveró: "Ya estoy en remojo".

Otras denuncias sobre el SIUM

Cruz León, de 52 años y residente en el Vedado, narra que solicitó los servicios del SIUM cuando su abuela, Francisca Herrera, una parapléjica de 96 años, se agravó por una neumonía.

Los socorristas introdujeron a su abuela en el carro, y al verificar sus signos vitales le advirtieron que "si fallecía en la ambulancia devolverían el cadáver a la casa", alegando cumplir instrucciones.

Cita León que durante 45 minutos la ambulancia estuvo estacionada en la calle Línea entre 12 y 14 esperando a que su agonizante abuela falleciera, algo criminal y contradictorio, ya que su traslado al hospital Manuel Fajardo solo tarda cinco minutos conduciendo a la velocidad establecida y deteniéndose en los semáforos en rojos, reglas que no cumplen las ambulancias. "Cuando los familiares nos inquietamos por la angustia de mi abuela —declara Cruz León— se vieron obligados a arrancar".

Puntualiza que antes de partir, una paramédico les reiteró "que si la abuela fallecía durante el traslado tenían que devolverla al domicilio". Tiempo después, León averiguó con personal competente lo referente a "dicha instrucción", y le respondieron "que si un paciente fallece en la ambulancia hay que trasladarlo al hospital y certificar la hora de muerte, lo que está prohibido es trasladar pacientes que fallecieron en sus viviendas".

"La paramédico se expresó con chabacanería y su lenguaje exacerbó mi desconfianza", argumentó León. Sin embargo, considera que la mayor responsabilidad corre a costa de los medios informativos que deben instruir a la población sobre los derechos de los demandantes y las obligaciones del SIUM.

Víctor Carvajal, jubilado de 74 años y residente en el municipio Centro Habana, atestigua que tiene referencias fidedignas sobre la crápula que trabaja en el SIUM. Asegura que las ambulancias son utilizadas para trasladar carne procedente del hurto y sacrificio de ganado mayor. Lo chocante es que la policía le abre paso. "Esto es  mafia, ¿a quién se le ocurre registrar una ambulancia?".

Pelota en campo contrario

Idalmis González, una enfermera de 38 años, no se identifica como opositora al régimen, sino como una ciudadana cubana, dotada de derechos y deberes constitucionales que fueron violados por el propio Estado socialista.

Ya envió sus reclamaciones a la prensa oficial, que atiende a la población en el diario Granma, en Canal Habana y emisoras radiales. Considera que es hora de definir si los periodistas identificados con la revolución seguirán contemplando el crimen en silencio.

Asegura que "no se retractará ni arrepentirá de su proceder". Denunciar la podredumbre y los desmanes cometidos en el SIUM, desde el puesto que desempeñó, le reporta plena tranquilidad a su conciencia.  Si sufre un calvario, "por no tener miedo a buscarse problemas en el cumplimiento de su deber", es consecuencia de vivir en una sociedad absurda.

Tales hechos, aunque parezcan aislados, suman más convencidos. El 90% de los consultados para este trabajo sacó sus propias conclusiones: "El socialismo va en contra de la naturaleza humana".

 

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.