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Deportes

Estadio Panamericano, en peligro de derrumbe

La sede de entrenamiento de varios campeones olímpicos y mundiales es hoy una ruina.

La Habana

Entre el salitre, la desidia y el robo, el Estadio Panamericano, al este de la capital —donde se preparan medallistas olímpicos o mundiales como el decatlonista Leonel Suárez, la pertiguista Yarisley Silva o el triplista Pedro Pablo Pichardo—, se destruye inexorablemente.

El recinto deportivo no fue construido hace dos mil años, como el Coliseo Romano. Se inauguró en la primavera de 1991 como sede principal de los Juegos Panamericanos efectuados en La Habana.

Entonces, hubo controversias en cuanto al sitio donde debía erigirse. Euclides N., de 75 años, arquitecto jubilado, recuerda el temor por lo erosivo del salitre: el estadio se encuentra a medio kilómetro de la costa.

"Un grupo de ingenieros y especialistas coincidíamos más o menos en la ejecución del estadio. Sin embargo, propusimos construir el complejo de piscinas, el velódromo y las canchas de tenis, alejadas del salitre. Pero fue una decisión que vino de arriba, tú sabes. Fidel decidió que ése era el espacio perfecto. Y el tiempo nos ha dado la razón. Tanto el estadio como el complejo náutico, que está sin techo, o el velódromo, presentan síntomas avanzados de deterioro debido a la erosión del mar."

Norge L., de 43 años, ingeniero civil, añade: "Construir el estadio cerca del mar no fue una decisión sabia, aunque en el mundo se edifiquen hoy estadios y hoteles cerca de las costas. Eso es posible, pero solo si se respetan las especificidades técnicas. Los materiales de construcción, cubiertas y pinturas deben ser los adecuados, poseer componentes químicos resistentes a la erosión. En otras regiones del Caribe, como en Trinidad y Tobago, por ejemplo, el estadio olímpico se encuentra muy cerca del mar. Pero semanalmente se riega con una sustancia especial para protegerlo".

En el Panamericano, además, el saqueo de ladrones nocturnos y trabajadores del lugar también ha hecho lo suyo. Se han desmotado pedazos de mármol, trozos de cerca y lámparas fluorescentes.

La pizarra hace años que no funciona. La pista de tartán, debido a que no cuenta con regadío, se encuentra en un estado avanzado de deterioro. El gimnasio de los atletas da grima. Faltan equipamientos de última generación. Y hasta hace unos días, la base donde entrenan figuras de relieve del atletismo cubano no tenía siquiera una nevera de agua fría.

Dos años atrás, el campeón olímpico de las vallas cortas, Dayron Robles, se quejó públicamente de las pésimas condiciones de entrenamiento. La queja, al parecer, cayó en saco roto.

Una fuente de la comisión nacional de atletismo que prefiere no ser mencionada, expresa: "Si te hago el recuento sobre el grado de corrupción de algunos dirigentes deportivos, me llevaría varias horas. El pasotismo es total. Y eso que se trata de un deporte que deja dinero a la caja del Estado. Recuerda que el Gobierno se queda con el 85% de los premios que ganan los atletas en la Liga de Diamantes y otros eventos del orbe. Además, la Federación Internacional de Atletismo deriva todos los años una suma considerable de dólares a Cuba, pues aquí radica una base de preparación para atletas de Centroamérica. Nadie sabe el rumbo que toma ese dinero. Es una vergüenza que nuestros campeones tengan que entrenar en tales condiciones".

Hasta la pasiva y triunfalista prensa oficial se ha alarmado. Julia Osendi, periodista deportiva de la televisión, se dio una vuelta por el Estadio Panamericano. Luego de entrevistar a Daniel Osorio, jefe técnico de la selección nacional de atletismo, a varios entrenadores y al subcampeón mundial de triple salto Pedro Pablo Pichardo, Osendi preparó un reportaje de ocho minutos donde se mostraba el deterioro de la instalación.

Según algunos entrenadores, hay varias secciones del estadio cerradas por peligro de derrumbe. Y la pistilla donde entrenan los saltadores de longitud y triple salto está en cemento puro.

A riesgo de una lesión severa y bajo un sol de fuego, en el último control, Pedro Pablo Pichardo logró saltar 17 metros y 70 centímetros, quizás la mejor marca del año. "Tenemos que saltar por el borde, pues el centro de la tabla y la pistilla de salto están destruidos", aseguró.

Como es habitual en la prensa oficialista, Julia Osendi terminó su reportaje con un toque de optimismo, informando que en el futuro un grupo ejecutor podría comenzar las obras de remodelación.

Pero el ingeniero Norge L. no es tan optimista. "Se necesitan no menos de 25 millones de dólares para hacer un trabajo serio de reconstrucción. Y hasta el momento, la suma no está presupuestada por el Estado".

Mientras se espera por un inversor, el Estadio Panamericano sigue deteriorándose. Y atletas como el triplista Pichardo deben enfrentarse a rivales de alcurnia —como el francés Teddy Thamgo— que se entrenan en condiciones óptimas.

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