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Crítica

El problema de Ulises, según Andrés Reynaldo

'El poeta nos asegura con esa sabia calma formada por el sufrimiento, que hay redención en el perpetuo viaje, que el sol brilla y nos calienta en el exilio, y que un puerto temporal es un hogar impermanente.'

Nueva Jersey

Hace dos años salió su segundo poemario publicado en el exilio y, en general, el silencio ha reinado en torno al tomo que es físicamente pequeño, y me atrevo a decir, espiritualmente grande.

El volumen mide ocho por cinco pulgadas, cuenta con 161 páginas, y su portada es una imagen misteriosa y en tono azul tomada por el fotógrafo Pedro Portal. El título de esta obra es El problema de Ulises y su autor es Andrés Reynaldo

Reynaldo es una figura harto conocida dentro del exilio cubano y su comunidad literaria. Lo que sucede es que muchos conocen bien al Reynaldo que es un periodista polémico y audaz, y desconocen al Reynaldo poeta. No hace mucho, cuando frente a un conocido mecenas de las artes del exilio mencioné mi admiración por la poesía de Reynaldo, la reacción fue: "No dudo de su inteligencia, pero es un tipo de extrema derecha y eso tiene que afectar a su poesía". Con la sang froid de los ingleses, le repliqué que Reynaldo no era un "tipo de extrema derecha", que era más un católico libertario y un anarquista conservador que un hombre de derechas, y que ante todo era un tronco de poeta.

El problema de Ulises confirma la importancia de su poesía, sin la menor duda.

Oriundo de Calabazar de Sagua, donde nació en 1953, Andrés Reynaldo hizo su aparición en la poesía cubana en 1975, al recibir uno de los premios de la II Bienal de Poesía Novel de la Ciudad de La Habana. A esto le siguió una mención de honor en el Concurso Julián del Casal en 1976, y en 1978 ganó el Premio David de Poesía con el manuscrito Escrito a los 20 años.

En mayo de 1980 salió de la Isla durante el puente Mariel-Cayo Hueso, y desde entonces reside en EEUU, donde se ha ganado la vida como periodista, primero en Nueva York, y actualmente en Miami.

En 1987 su poemario La canción de las esferas ganó el Premio Letras de Oro en el género de poesía. En este poemario aparecen textos que ya son clásicos dentro de nuestra poesía contemporánea: "Retrato del artista envejeciente", "Diciembre del huérfano", "Manhattan A.M.", y "Cuestión de estilo".

Desde entonces ha publicado poemas sueltos en revistas por aquí y por allá, pero no es hasta hace dos años que apareció El problema de Ulises.

El poema que da título al cuaderno consiste de diez secciones, donde la trama de Ulises es contada con una frescura que podemos llamar revisionista. El mundo griego y el mundo cubano son entremezclados con un sentido de la historia cargado de ironía, de fatalismo, y sí, de redención. Este largo poema refleja la profunda y nada pedante cultura literaria e histórica del autor, a través de versos claros, depurados del insoportable barroquismo de tanta poesía en nuestra lengua.

En Reynaldo las grandes influencias son obvias: Borges, Jünger, Yourcenar, creo que algo de Eliot y Auden, quizás hasta de Richard Howard. Pero estas son transformadas en su voz, que es original y directa. En general, la poesía en inglés es una influencia positiva en su obra, por la limpieza del idioma de Shakespeare, de Donne, de Whitman, su sentido del contexto histórico y su falta de retórica barroca (¡Dios nos libre del lezamismo! "El problema no es la obra de Lezama, si no su culto y sus mediocres seguidores", decía el difunto Heberto Padilla).

La primera sección abre con un poema que contiene estas palabras:"A la sombra del álamo donde yace el cordero/ he marcado con una piedra blanca/ los años del exilio:/ tardío griego en el crepúsculo de América./ Ya no estoy en mi destino./ Harto de fatigar a mis demonios/ atravieso las ciudades de estériles nubes/ y vidrieras adornadas con exquisito arte funerario".

Una página y media más tarde, concluye: "Inútil preguntar a los hombres rojos/ de la Patrulla de Caminos/ y a los negros, pendencieros de crack, / que acechan en los parques./ ¿Alguna vez fui rey?/ Todas las señales conducen hacia las afueras/ y la carretera se curva entre las constelaciones".

Después de viajar con Ulises y sus problemas hasta la página 68 y a través de la mar e Ítaca y La Habana, Reynaldo concluye este hermoso y largo poema: "Deconstruida la nostalgia,/ quedan el rostro de mi madre/ y el mágico bosque de mi idioma:/ el territorio interior / y el territorio anterior. / He desistido de mis trucos. / De la realidad del sufrimiento / a la realidad del camino/ que lleva al fin del sufrimiento,/ aprendí a navegar por las estrellas./ Al Hermes mediador,/ guardián de los apátridas,/ alzo mi copa/ y ofrezco las entrañas de un carnero./ Doquiera que toque puerto".

El poeta nos asegura con esa sabia calma formada por el sufrimiento, que hay redención en el perpetuo viaje, que el sol brilla y nos calienta en el exilio, y que un puerto temporal es un hogar impermanente, pero hogar al fin, típico de esta posmodernidad descuartizada.

La calidad del libro continúa en el resto de sus poemas, desde "Letanía", un poema dedicado a la Virgen de la Caridad del Cobre, hasta el minimalismo de "Del té: el silencio", que son como instantáneas dibujadas en tinta por un maestro japonés como Hiroshige o Utamaro:

 

Aúlla el lobo.

Desespera el cisne.

Mi niño duerme.

 

O:

 

Yourcenar, Borges,

Jünger. Del viejo pozo

bebe el valle.

 

El poema que cierra el libro, es "Conjuro":

 

Deséalo y olvídalo.

Para que vuelvas a escuchar la canción truncada por el

silbato del tren.

Deséalo y olvídalo.

Para que el rostro, la voz, la recién lavada sombra de esa

extranjera te aguarden

                       (del otro lado de la Puerta.

Deséalo y olvídalo.

Descubrirás una carta entre oblicuos papeles.

Deséalo y olvídalo.

Un aroma de estremecidas magnolias te indicará el curso

de la Bestia.

Deséalo y olvídalo.

Para que tu hijo pueda poner la última piedra de la casa.

Deséalo y olvídalo.

Tal era la fórmula de los antiguos maestros para trazar las

figuras en el Plano.

Deséalo y olvídalo.

 

Con El problema de Ulises Andrés Reynaldo vuelve a donde siempre ha estado y tiene que estar: a la casa de la poesía, donde su voz es original e inconfundible por su claridad y eticidad, por la fuerte orfebrería de sus versos. Reynaldo es un poeta esencial de nuestras letras, como los difuntos Baquero, Diego y Padilla, como Pío Serrano y Vicente Echerri y Reinaldo García Ramos, Raúl Rivero y la difunta Alina Galliano. Poesía escrita por cubanos que se sale de la Isla y pertenece a esa rareza de hoy en día: la buena literatura enredada con el hombre, sus luchas y su hambre de Dios.

 


Andrés Reynaldo, El problema de Ulises (Hypermedia, Madrid, 2015).

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