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Crítica

Nadie ante el espejo

El nuevo poemario de Germán Guerra es un libro extenso tratándose de poesía, es el cierre de un ciclo de vida y de un largo trayecto.

Miami

Un poeta es un ser herido que se desliza en la madrugada haciéndose preguntas, una tras otra, y espera respuestas solitarias como las figuras que se le cruzan. Germán Guerra deambula como un perro buscando un sitio confortable donde acurrucarse a leer, a paliar las penas hasta que le vence el sueño en ese desierto sin ruidos, tan lacerante y tan falto. "Caminó hasta el lugar en que los hombres/ fueron solo la intuición de unas sombras,/ un golpe de memorias después del horizonte". Escribe, hilvana versos sobre noches, días, soledades y silencios, y de tanto encerrarse en su propia piel se imagina siendo un cavernícola en fábula. "El primer saxofón lo inventó el hombre soplando en el repecho de un viejo y roto caracol, imitando las palabras del viento en la entrada de una cueva."

Nadie ante el espejo (Bokeh, Leiden, 2017), consta de 43 poemas, y es el resultado de esas nocturnidades. Los poemas están agrupados en cinco cuadernillos: "La ceniza y las horas", "Poemas encontrados al final de la noche", "Padres e hijos", "Trabajos del hombre", y "Ucronía de las islas". En ellos el lector podrá interactuar con personajes y lugares históricos del mito y de la afilada vida: Mella, Tina Modotti, Cavafis, Lorca, Heráclito, César, Da Vinci, Ítaca; pero sobre todo encontrará espacios donde respirar después de tanto dolor: "Vislumbro en el abismo/ el peso de las sombras/ que cargan las palabras,/ el final que es la muerte/ y el principio del tiempo".

Germán Guerra (Guantánamo, 1966) es un singular testigo de la época que vive, pero parece serlo también de épocas pasadas; la poesía es el fondo de su vida, un foco introspectivo en el que teje su historia personal con la de otros semejantes, a veces de antaño, en un único espacio expresivo: el verso. El poema puede que sea simple en apariencia, sin embargo, generalmente presenta varios niveles de significado, por lo que costará trabajo encontrar y descubrir cuál es el original, la savia que primero alimentó ese verso. La variedad de lecturas de un mismo poema convierte la mayor parte de su poesía en una sorpresa; el vuelo y la lucha entre lo simbólico y lo referencial son algunos de sus mayores aportes.

 

Heráclito a la orilla del Hudson

 

El cauce no es el mismo,

lo cambia cada nombre

que desciende a sus aguas.

En la orilla contraria

tigres de piel gastada

siempre recienpariendo,

llenos de mariposas

largo rato conversan

Whitman y Federico.

 

El hombre no es el mismo,

lo cambia cada golpe

de memoria y olvido

en la rosa hipercúbica

donde mueren las horas.

 

El mundo no es el mismo,

lo cambia cada herida,

esta luz, toda sombra.

Suicidas de domingo

caminan por Manhattan

el tedio de sus perros.

El tiempo no es el mismo,

lo cambia cada niño

cuando tira su piedra.

 

Nadie ante el espejo es un libro extenso tratándose de poesía, es el cierre de un ciclo de vida y de un largo trayecto que se inició con Dos poemas (Colección Strumento, 1998) y Metal (Dylemma, Miami, 1998), y siguió con Libro de silencio (Ediciones EntreRíos, Miami, 2007) y Oficio de tinieblas (Aduana Vieja, Valencia, 2014). Este de hoy vino a curar las heridas del poeta, es una purga necesaria, aunque seguirá deslizándose por las madrugadas en busca de respuestas, resistiendo su pasión de ánimo y llagándose, porque a fin de cuentas, ¿qué otra cosa puede hacer un poeta?


Nadie ante el espejo, de Germán Guerra, se presenta el viernes 26 de enero, a las 7:30 pm, en Altamira Libros, 219 Miracle Mile, Coral Gables, Miami, teléfono (786) 534-8433.

 

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