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Poesía

La mano de madera

'Sin que nadie nos oiga dice/ no se pierdan,/ dice esperen, adiós, dice vale la pena,/ o a veces silba y gime al mismo tiempo...'

Miami

                     

                                    a la memoria de Gustavo Ojeda

 

Es una mano de madera, gastada y diminuta,

que perdió el santo al irse trasladando

de altares con los años,

las persecuciones y las guerras.

 

Es un objeto entre mis libros, algo oscuro,

una presencia devastada, con sus dedos

que apuntan hacia el techo, a la pradera de otras nubes,

a los dibujos de la cal, que nunca cambian.

 

Pero también es un aviso intransigente,

un misterioso envío.

 

Al caer la noche, por ejemplo, parece respirar:

si paso cerca del estante la siento estremecerse,

como trayendo al mundo una espesura antigua,

un esplendor,

sin musitar llamadas, sin abrirse.

 

Y en la madrugada se convierte

en puntual artificio;

cuando me voy a la ventana en pleno insomnio,

a comprobar el peso de la ciudad callada,

al centro del espacio

la mano se pone a murmurar.

 

Sin que nadie nos oiga dice

no se pierdan,

dice esperen, adiós, dice vale la pena,

o a veces silba y gime al mismo tiempo,

dice estaré aquí seguro, deja palabras sin final,

mete el silencio en sus estrías y lo salva.

 

La vuelvo a ver cada mañana y me pregunto

cómo pudo haber sido la otra imagen, la figura completa,

la que tuvo color y estos huesos y uñas al inicio,

pero no me detengo en ese intento mucho tiempo;

¿qué falta, díganme, me haría?

 

Si en realidad me basta con esta mano retenida,

que ni bendice ni condena,

que no me anuncia inmolación, cenizas, rostros anulados,

ni tampoco me espanta con sus altivas risas o acertijos.

 

Mientras el mundo suelta sus estruendos,

y se desatan a lo lejos los reclamos

de la fabricación insuficiente,

déjenme aquí cuidando esta reliquia de madera;

mientras la vea tan cerca,

puede que alguna suerte me toque en el abismo.

 

Me gusta oírla, imaginar que aguarda.

 


Reinaldo García Ramos nació en Cienfuegos, en 1944. Su obra poética escrita entre 1969 y 2012 fue recogida en el volumen Rondas y presagios (Silueta, Miami, 2012). Este poema aparece en Espacio circular. Quince nuevos poemas y veintidós respuestas a Gerardo Fernández Fe (Ediciones La Mirada, Las Cruces, Nuevo México, 2017).

Otros poemas suyos: Cartas de A. M. S., En qué lugar..., Contemplación y Corredores de luz.

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