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Poesía

'Casandra' de Robinson Jeffers

'Lo cierto es que los hombres odian la verdad; antes preferirían/ cruzarse con un tigre en el camino./ Por eso los poetas edulcoran sus verdades con mentiras; pero los vendedores/ de religión y los políticos...'

Miami

 

Muchacha enloquecida de la mirada fija y los blancos dedos largos asidos
como garfios a las piedras del muro,
los cabellos sueltos y la boca chillona: ¿qué importa, Casandra,
si cree o no la gente lo que brota de tu hontanar amargo?
Lo cierto es que los hombres odian la verdad; antes preferirían
cruzarse con un tigre en el camino.
Por eso los poetas edulcoran sus verdades con mentiras; pero los vendedores
de religión y los políticos
vierten de sus toneles nuevas mentiras y se alaba su amable
sabiduría. Pobre perra, sé sabia.
No: seguirás farfullando en una esquina tu insolente verdad, repugnante a los hombres
y a los dioses. Tú y yo, Casandra.

 

 

Cassandra

The mad girl with the staring eyes and long white fingers
Hooked in the stones of the wall,
The storm-wrack hair and screeching mouth: does it matter,Cassandra,
Whether the people believe
Your bitter fountain? Truly men hate the truth, they’d liefer
Meet a tiger on the road.
Therefore the poets honey their truth with lying; but religion—
Vendors and political men
Pour from the barrel, new lies on the old, and are praised for kind
Wisdom. Poor bitch be wise.
No: you’ll still mumble in a corner a crust of truth, to men
And gods disgusting—you and I, Cassandra.

 


Robinson Jeffers (Pittsburgh, 1887-Carmel, 1962). Se educó en un hogar culto, en el que su padre, teólogo de erudición grecolatina, hizo las veces de preceptor, y luego realizó estudios de Medicina, Silvicultura y Literatura en Suiza, Alemania y EEUU. Tras recibir una herencia y casarse con su musa —una mujer mayor que él que atemperó la austeridad de su carácter—, residió hasta el fin de su vida en Carmel, en la costa oeste de California,en una torre sobre el mar. El rudo escenario natural de las montañas y el Océano Pacífico sirvió de marco a su poesía, en la cual el hombre deja de ser centro del universo y se celebra la violencia del mundo natural, la indiferencia de las piedras y la violencia de las aves de presa sobre la vanidad de las empresas humanas. Dios, si existe, no es en absoluto amigo del género humano. Su pesimismo tiene raíces en lecturas de Nietzsche y de Freud, y en su obra recurren imágenes de depredación e incesto. Este poema está incluido en El doble eje (1948). Escritos durante la Segunda Guerra Mundial, los poemas de ese libro condenan por igual la retórica y la violencia del eje Roma-Berlín-Tokio y las del Ejército Aliado: la crueldad de aquellos y el belicismo de Inglaterra y de EEUU. Para ninguno hay redención. Por primera vez en 20 años, su editor se sintió obligado a asentar en la edición de ese libro su rechazo de las opiniones del poeta, a quien el espectáculo de la guerra inspira una brutal afirmación de sus valores, críticos de la humanidad actual.


Esta traducción y el poema original aparecen en Pronunciamientos (Vaso Roto, México), poemas de varios poetas traducidos del inglés por Vicente Echerri y Manuel J. Santayana.

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