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Crítica

El poema como geometría del recuerdo

Osdany Morales ha construido un libro de modo semejante a esos formularios migratorios en que se debe responder acerca de la información biográfica, los gustos o intereses y los antecedentes vitales.

College Station

Para una buena cantidad de trámites oficiales y burocráticos, o para realizar diferentes aplicaciones uno frecuentemente se somete a llenar distintos cuestionarios. El pasado es un pueblo solitario, primer poemario publicado de Osdany Morales, está construido de modo semejante a esos formularios migratorios en que se debe responder acerca de la información biográfica, los gustos o intereses y los antecedentes vitales.

Las preguntas de este libro, escritas en inglés, introducen, sin embargo y a propósito, ciertos tono y sentido subjetivos, interrogan sobre temas y datos que podrían sonar raros en un cuestionario oficial, pero que para asuntos de memoria personal pueden ser fundamentales. Esas preguntas (que también funcionan como títulos de los poemas) mantienen el estilo directo, esquemático y supuestamente objetivo propio de estas fórmulas; preguntan por datos y fechas precisas. Pero las respuestas no son ni objetivas ni directas. Parecen más bien desvíos, distanciamientos discursivos de la interrogante inicial. Esa distancia se da en dos niveles principalmente: el formal y el del sentido.

El primer distanciamiento con respecto a las preguntas es lingüístico: se responde en español a preguntas en inglés, y eso tiene implicaciones también en el nivel del sentido en tanto apunta ya a una elección personal frente a las interrogantes pretendidamente oficiales, neutrales y claras. El pasado de este sujeto lírico está escrito en español, su vida no oficial, doméstica necesita del castellano para expresarse.

La oscilación entre una lengua y otra refleja también los movimientos dentro del mismo libro que van de la Isla a Florida y, por tanto, reflejan ese otro dilema fundamental de la sociedad cubana. Ante el formulario: la opacidad, una línea de sombra; ante la precisión del cuestionario: la distancia y el regodeo. Frente a las interrogaciones sobre información específica, estos cuerpos líricos constituyen digresiones. El sujeto lírico evoca así en cada una de las partes su niñez (I), adolescencia (II) y adultez (III). El poemario es, pues, un intento de recuperación de los recuerdos personales, no por fechas o por nombres, sino más bien por etapas generales.

Desde el propio título la memoria aparece ligada a un lugar: el tiempo (pasado) es espacio. Y si bien es cierto que las respuestas constituyen regodeos con respecto a las interrogaciones al no responder de manera concisa a lo que se pregunta, o al no responder siquiera a veces a lo que se pregunta; sin embargo los poemas, en calidad de tales, sí son concisos y parcos, tanto semántica como sintácticamente.

Por esa misma parquedad morfosemántica, y a pesar de referirse a temas familiares, nostálgicos, propensos a fáciles sentimentalismos; esta reconstrucción de la memoria es más bien austera, a veces insípida, y aunque no llega a ser brutal ni de una aridez superlativa, estos versos como "las olas/ se partían allí sin dramatismo".

No es este un libro de lirismo tradicional. Su efectividad poética más bien depende de un descriptivismo narrativo descarnado que funciona como vértebra discursiva durante todo el cuaderno y que alcanza momentos memorables en poemas como "What is your favorite animal?" al concluir que “"CORTE A CORTE el puerco/ va dando paso a la geometría". Esa geometricidad está también en la forma matemática de referirse a cuestiones sentimentales: "anoche lloré CIEN VECES/ por encima de la cabeza de mi madre"; la intensidad está dada por la cantidad, como en ciertos pasajes de la épica antigua.

Esa contención ante lo tremebundo, la forma parca y simple de referirse a lo cotidiano y doméstico, la denuncia a través de un lenguaje coloquial, sin hacer grandes lamentaciones ante el desastre y la decadencia que leemos en estos versos, así como cierta irreverencia no exenta a veces de ironía y acidez, comienzan a ser una línea temática dentro de la poesía insular a tener en cuenta, que va desde autores más reconocidos como Rito Ramón Aroche, Caridad Atencio, cierta zona de la lírica de Milena Rodríguez y Damaris Calderón hasta otros más jóvenes como Oscar Cruz, Larry J. González, Legna Rodríguez Iglesias y Gelsys M. García Lorenzo.

A diferencia de los autores del conversacionalismo de los 60 y 70 en Cuba, estos autores evaden en general toda militancia, cualquier partidismo; más bien persiguen desentenderse y desmarcarse tanto del canon como de la política oficialistas. Ante el oficialismo suelen responder con desidia, ironía o cuestionamientos. Algunos de los más jóvenes llevan la indolencia, la denuncia y lo coloquial (llegando al uso de vulgarismos) hasta sus últimas consecuencias.

Pero Morales se queda en una zona intermedia, en una especie de medianía, y eso se ve claramente al tratar temas como la muerte, la violencia, las relaciones familiares, la sexualidad: los suele asumir con naturalidad y a veces con cierta indiferencia, al comentar, por ejemplo, que "los NOMBRES se pierden y quedan las pelotas naranjas apiladas"  o "no sé de dónde salió esa foto". O cuando, al apuntar al padre con una escopeta, termina diciendo: "los BUENOS PERLES/ tienen forma/ de flor". A esa tendencia de restar dramatismo a situaciones límites tributa, desde lo formal, el uso frecuente de oraciones simples yuxtapuestas.

En cuanto a la forma, es de señalar también que todo el poemario tributa al "pasado" del título, pues no hay ni una forma en tiempo presente, sino que abundan los pretéritos y el condicional. Por otra parte, el uso de la mayúscula queda limitado en todo el libro a palabras o pequeños sintagmas que el autor quiere destacar como fundamentales en el poema, aunque a veces no quede muy claro  y parezca su uso más bien arbitrario.

En este intento de rescate de la memoria personal, Morales tiene textos que describen, narran y comentan la realidad cubana de cambio de siglo. Sus poemas informan más sobre el mundo cotidiano de los últimos años de la Isla que la prensa nacional. Su parquedad discursiva, su lenguaje directo, a veces casi de corte informativo, hacen de estos poemas dispositivos que quizá dentro de algunas décadas sirvan de soporte y diálogo para algún historiador o sociólogo que pretenda comprender y analizar la Cuba que va, aproximadamente, de 1990 al presente.

Parafraseando al propio autor, podría decirse que, corte a corte, el poema va dando paso a la geometría del recuerdo, a la urbanística de una patria llamada Memoria.


Osdany Morales, El pasado es un pueblo solitario (Bokeh, Leiden, 2015).

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