Amada, tú estás muerta,
yo que te canto también lo estoy. ¿O lo estuve?
Los arrecifes que me hieren los muslos
pueden dar fe de la sangre que no brota.
El viento que no reseca
las cuencas vacías de mis constelaciones
pudiera decirte del velero de mi carne
absorbido por crustáceos.
Ya nada puede hacerse.
El horizonte ha derramado un vino negro
como la lava del Vesubio.
Un fino encaje se tenderá sobre este amor
y mi canto caerá como lluvia interminable
sobre los pechos desnudos de otra mujer,
allá, cuando esta espuma que hoy te cubre
remonte como un águila.
Ileana Álvarez nació en Ciego de Ávila, en 1966. Sus últimos libros publicados son la antología personal Trazado con ceniza (Unión, La Habana, 2007) y Escribir la noche (Letras Cubanas, La Habana, 2010). Junto a Maylén Domínguez editó la antología Catedral sumergida. Poesía cubana contemporánea escrita por mujeres (Letras Cubanas, La Habana, 2013). Este poema pertenece a un libro inédito.
Otros poemas suyos: Entraré en esa habitación sin puertas..., Bebo un agua prieta..., Como quiso la poeta suicida María Luisa Milanés y Ceniza de la tierra.