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Crítica

Anatomía de un viaje al corazón

En 'Viaje al corazón de Cuba', Carlos Alberto Montaner ha escrito un libro que muchas veces provoca la risa pero, en el fondo, da ganas de llorar.

La Habana

Este libro debería leerlo todo el mundo. Debería repartirse gratis en todos los estanquillos, descargarse libremente en toda la internet. Debería ser manual obligatorio de Historia de Cuba en las escuelas. Debería reeditarse cada año y ser traducido a todos los idiomas. Deberían leerlo los que están a favor y los que están en contra del Gobierno cubano, e incluso aquellos que no toman partido, y hasta los que ignoran por completo que existe un archipiélago llamado Cuba en el planeta.

En este libro Carlos Alberto Montaner nos recuerda a veces —y nos aclara otras tantas— ciertos pasajes sombríos de la historia cubana. Lo hace, además, sin demasiado rencor, de modo objetivo, presentando evidencias y (relativamente) poca teoría de su cosecha o heredada. Incluso desmiente acusaciones que tradicionalmente ha enarbolado cierta oposición, y se atreve a hacer un juicio atinado de cada uno de los actores implicados, un juicio en el que se resaltan sus defectos pero también se apuntan sus virtudes.

En seis capítulos y un epílogo, Montaner no deja apenas cabos sueltos y recorre todas las aristas históricas, sociopolíticas y económicas que le dan forma a la Cuba de hoy. El que abre el libro, titulado "Retrato del joven Fidel Castro", provee una semblanza del líder cubano, y a ratos parece que el autor hubiera vivido al lado de Castro desde su nacimiento, que no le hubiera perdido ni pie ni pisada desde sus primeros pasos. Es evidente aquí que Montaner ha leído todo lo que debe ser leído sobre este personaje, que ha escuchado con atención a todos los que reseñan algún encuentro con aquel, que ha leído o escuchado todos y cada uno de sus discursos, y que lo ha estado observando, día a día, año tras año, década tras década, desde hace mucho tiempo. Es imposible comprender el país que es Cuba hoy sin analizar minuciosamente la biografía de Castro, actor principal y esencial en el devenir histórico contemporáneo de la nación. Esta es la mejor —si no la única— manera de abordar el tema de este libro.

Pero como la realidad de un país no es estática ni espontánea, sino que es fruto de un conglomerado de eventos, del entrelazamiento de un sinnúmero de accidentes, se hace necesario antes de continuar contar con un telón de fondo que explique los acontecimientos y las circunstancias que llevan finalmente a que en una isla del Caribe se produzca un fenómeno como la denominada revolución cubana. Eso es lo que trata el segundo capítulo: un recorrido breve pero no superficial por la historia de Cuba, desde el Descubrimiento hasta la República, con especial atención al siglo XIX, la forja del pensamiento político nacional, los conflictos y la insurrección independentista. Luego, ya en el siglo XX, se nos brinda un panorama cabal del desarrollo y los azares de una nación en pañales, hasta llegar al punto en que comienza el proceso que cambiara a Cuba para siempre.

"La insurrección" es el título del tercer episodio de esta historia, que supera con creces cualquier ficción aventuresca. Aquí se nos describen y estudian las causas, los medios y los modos por los cuales la oposición al régimen de Batista funcionó de la manera en que lo hizo y no de otra, tal como la evolución de Fidel Castro por los intrincados caminos del poder. Normalmente las historias la cuentan los vencedores, y la cuentan a su modo, por lo que omiten más de lo que cuentan. Sin embargo, Montaner se ha ocupado de desempolvar todas esas omisiones y situarlas en su lugar debido.

La conversión política ideológica del aparato gubernamental hacia el comunismo, la reacción a esta aventura, la derrota —y sus causas— de toda oposición y el triunfo final de la ideología marxista prosoviética en la Isla, así como los avatares en la construcción y el sostenimiento de un sistema basado en esa ideología —y, por la otra cara, la destrucción paulatina de un país y de todas sus posibilidades económicas y democráticas— es lo que se trata en los capítulos IV y V. Desde los fusilamientos de La Cabaña, el fracaso de Bahía de Cochinos, la Crisis de los Misiles y la insurrección en el Escambray, pasando por las campañas africanas y la ayuda a la guerrilla latinoamericana y el juicio del general Ochoa hasta la caída del comunismo en Europa, todo se resume, se analiza y se comenta en estos capítulos. Todo está aquí, sin falta.

Pero Cuba no es solo lo que guardan sus aguas territoriales. Cuba es también su diáspora, los millones de cubanos que desde hace más de 50 años se han ido exiliando aquí o allá, han ido —por mar o por aire, legal o ilegalmente— poblando otras áreas del planeta, cargando como el pueblo judío con su nación a cuestas. Por tanto, no sería justo no contar la historia de esas Cubas de ultramar. Tampoco podría omitirse, pues buena parte de esa diáspora ha desempeñado un papel activo, desde fuera, como resistencia y a veces hasta como agentes directos, en el desarrollo histórico, político, social y económico del país —para bien o para mal—. Aquí también se trazan proyecciones de futuro, las propuestas que desde esa orilla se abren para la nación, sea cual sea el desenlace final —inevitable— de ese periodo llamado Revolución.

El libro termina con una ficción no demasiado alejada de la realidad. "El día que murió Fidel Castro", a pesar de estar desactualizado por haber sido escrito hace ya algunos años, deviene una especie de ucronía que de igual manera, cambiando ciertas circunstancias, podría ser una profecía bastante acertada. Montaner solo se equivoca porque se apura y no cuenta con algunas cartas que la cúpula gobernante aún guarda bajo la manga. No obstante es una advertencia bien fundada de lo que podría haber pasado y todavía podría suceder de algún modo semejante.

Y así acaba este viaje al corazón de la Isla —o del archipiélago—. Es un viaje tragicómico, que muchas veces provoca la risa —cuando el paisaje histórico raya en el ridículo— pero en el fondo da ganas de llorar. En cualquier caso el libro no deja de conmover al lector, ni de alumbrarlo, o de, al menos moverle algo en las entrañas. Como todo viaje al corazón, el viajero llegará a su destino empapado de vísceras y de sangre, asqueado y doloroso por haber visto una nación por dentro.

 


Carlos Alberto Montaner, Viaje al corazón de Cuba (Hypermedia, Madrid, 2015).

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