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Ensayo

Prats Sariol, lo literario y el yo

A propósito del texto "Mimí Yoyó" publicado por José Prats Sariol en este diario.

College Station

La lectura del texto "Mimí Yoyó" de José Prats Sariol, publicado en este diario me despierta algunos comentarios:

1— El error, me parece, no está en el uso de la primera persona ni en el uso de lo vivencial o lo anecdótico, ni siquiera en que un narrador, más o menos ducho, describa el escaparate o el sofá de su casa en más de 50 páginas (si tiene talento para ello, que lo haga). El error estaría, en todo caso, en el abuso de la primera persona. La (aparente) cercanía o lejanía con lo narrado, el grado de "realidad" o el carácter testimonial de una obra no creo que se relacione mucho con la capacidad de un escritor ni determinen el valor literario de la misma. El escritor malo lo será contando su rutina diaria o hablando de una excursión imaginaria a Marte.

2— El uso de la primera persona no es lo único ni lo más difícil en literatura. En creación literaria todo es difícil, del mismo modo que al leerse todo parece fácil. Ya lo decía Horacio.

3— Quedaría todo mucho más claro en este texto si el autor dijera con títulos, páginas, nombre y apellidos los autores y las obras a las que se refiere. Este tipo de ejemplos en que se dice poco y se esconde más a mí como lector no me funcionan. En un momento del artículo, el autor se refiere claramente a un poema de Orlando Luis Pardo Lazo publicado en este diario (aunque no dice el nombre del autor) y en otro caso (cuando se refiere a "algunos de firmas conocidas") podría referirse a algún poema reciente de Jorge Luis Arcos ("Yo quiero las candelas que se encienden al alba/ Y las frías estepas", dice el poema de Arcos) y otros autores publicados también aquí. ¿Pero cuál es el miedo de cierta crítica a decir y a nombrar, a ejemplificar con propiedad? A mí me dan más miedo los elogios (que siempre van con título, nombre. apellidos y curriculum del elogiado) que las críticas. Nadie suele ser críptico ni enigmático para elogiar (excepto Virgilio en la Égloga I, siempre hay una excepción), ¿por qué lo somos tanto para hacer una crítica severa si estamos seguros de nuestros argumentos?

4— La lírica como género comienza con la propia entronización del yo. Arquíloco, un soldado poeta, escribe desde su propia experiencia como soldado, amante, hombre social, amigo y enemigo. Safo, en su famoso priamel comienza diciendo lo que piensan otros para cerrar con la primera persona. Esos dos ejemplos no han sido hasta hoy superados. A ello súmesele que Odiseo narra en primera persona sus viajes en la Odisea frente a los feacios, pero no es Odiseo, es Homero interpretando a Odiseo, así que el propio uso de la primera persona puede ser engañoso. "Yo soy otro", asegura Rimbaud.

5— El grado de distorsión de lo "real" o vivivo es infinito. Ahí tenemos a Proust, mencionado por el propio ensayista. Y si Villaverde se nos queda ya lejano en el siglo XIX, tenemos a Sebald con su novela ekfrástica Austerlitz (2001), donde lo descriptivo se expande en ondas ciclópeas y continuas.

6— ¿"No se escribe sobre vivencias, el acto de escribir es una vivencia otra"? Desestima el autor de este artículo la relación entre vivencia y creación, entre mundo y logos. Esta idea suya que casi llega a afirmar la autonomía del arte o de la escritura me parece a estas alturas un disparate. Dicen que Ena Lucía Portela no sabe contar nada que no haya vivido o que no haya sucedido a alguien. Eso argumentan algunos para cuestionarla. Pero nadie puede negar que narra estupendamente. Si lo primero es cierto, ahí la tienen como ejemplo: es la mejor narradora de sus contemporáneos y lo que cuenta, supuestamente, es de sus propias vivencias. Habrá que releer "El viejo, el asesino y yo".

7— La idea principal del texto crítico que comento está en el abuso extremo que a veces se hace de lo anecdótico y de la primera persona, y en eso lleva razón Prats Sariol. Una pena que su texto vaya a otros extremos que pueden equivocar y oscurecer su propósito.

 


Este texto apareció en el blog El Jardín de Academos. Se reproduce con autorización del autor.

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