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Ensayo

Insatisfações. Una lectura de Fernando Pessoa

'Miss Jaeger —la maga de Alemania— le escribió a su amigo Aleister Crowley –el ocultista inglés— que se estaba comunicando telepáticamente con un portugués de apellido Pessoa. Le aseguró que su poder era enorme, porque lograba desdoblarse en varios espíritus.'

Miami

   

                                            Para Antonio José Ponte y Robert Brechon

 

King William Street

Bernardo Soares lo miró calle abajo como un montón de imágenes rotas entre la neblina parda. Había decidido no tratar nunca más a sus hermanos por ser tan hipócritas, tan semejantes a él.

 

What dreams are made of

Fernando tamborilea con los dedos sobre su mesa de trabajo, alza la vista hacia la ventana, donde cada media hora el tranvía cruza. Piensa que es lunes y debe sumergirse en las traducciones de correspondencia comercial. Casi corre hacia la puerta. Cuando paga el boleto decide bajarse en Bela Vista, ver desde fuera la casa de su infancia.

 

As time goes by

Bernardo Soares no lo puede creer y cuando trata de fijar la vista, sencillamente  desaparece. Pero era ella, María Magdalena, su madre, quien estuvo en la puerta del cuarto, como cuando era niño y desde allí le deseaba buenas noches.

 

You must remember this

Ofelia, cuando se lo encontró a la salida del Café Royal, no recordó nada. Y Álvaro muy poco, salvo al marido.

 

I know not what tomorrow will bring 

"Me parece —le dijo Ricardo Reis a su amigo Alberto Caeiro— que es mejor ni imaginarse cómo será después de la muerte. Por eso mañana no debo salir de casa, porque hay días así, donde ocurre exactamente lo imprevisible."

 

Strangers in the night?

Ricardo jamás supo que Ofelia Queiroz fingió no reconocer al vecino que cada mañana había visto bajar los escalones del edificio de enfrente, con la esperanza de que alzara la vista hacia el suyo, la saludara con la mano abierta, sonriera, añadiese un "baja" con el índice.

 

Lovers at first sight

La cifra convenida era la correcta y Álvaro de Campos podía permitirse una vez  —¿qué es una vez?— aquella escapada a la Casa Verde donde Dona Celeste. Pagó y con un "eu desejo agora" ella lo invitó a quitarse la ropa.

 

The waste land

"¿Por qué la roca sólo tenía que ser roja?" —se preguntó Ricardo Reis aquella cruel tarde de abril de 1922, cuando terminó la lectura del poema que le habían enviado desde Londres. "El blanco es tan baldío" –añadió con sorna, pensando en cómo sonaría el mundo en portugués: "Branco roca vermelha".

 

Skills and abilities

Miss Jaeger —la maga de Alemania— le escribió a su amigo Aleister Crowley –el ocultista inglés— que se estaba comunicando telepáticamente con un portugués de apellido Pessoa. Le aseguró que su poder era enorme, porque lograba desdoblarse en varios espíritus. Crowley sacó un boleto para Lisboa.

 

Just a paradox

Sosegadamente alisó con el índice y el anular su breve bigote. Sosegadamente se sirvió otro trago de aguardiente Águia Real. Sosegadamente se juró que nunca más escribiría otra carta de amor, porque todas eran ridículas. Sosegadamente encontró el título para sus memorias: O livro do desassossego.

 

Simple theosophy

"¿Si Fernando logró conversar en 1914 con Eça de Queirós, muerto catorce años antes; y también, varias veces, con Luís de Camões (1524-1580); por qué no va a revisar mi poema Lisboa, medio siglo después?" —se dijo Sophia de Mello Breyner, mientras subía por el elevador de Santa Justa en la vieja Lisboa, con rumbo desconocido.

 

Mute in the rain

"De mí (de este que soy), reniego" —susurró mientras la llovizna le empañaba los lentes y la sentía dulce, adormilada, sin apetencias. Caía vertical y su silencio era hacia el Estado Novo o cualquier otra mentira nubosa de la historia. Y su nada real  —Fernando Pessoa— se mojaba por la calle, renegada.

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