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Narrativa

Zig zig zigzag

'Incluso para él mismo resulta casi siempre imposible explicar la razón por la cual se llama a sí mismo ahora Joaquín y mañana Rolo y pasado mañana Isidoro y más tarde Wicho, Serguéi, Teo o Reginaldo.'

La Habana

Hablador. Su propia elocuencia lo transforma. Sus palabras son como objetos de una naturaleza aparte que no tienen manera de entrar en la naturaleza ordinaria si no es a través de él. Ni siquiera puede reprimir el impulso de otorgarse nombres diferentes, a veces varios en el mismo día, como si fuesen cosas que pueden tenerse, usarse y desecharse sin apelar a norma alguna fuera de la utilidad práctica que les supone.

Denominador. Incluso para él mismo resulta casi siempre imposible explicar la razón por la cual se llama a sí mismo ahora Joaquín y mañana Rolo y pasado mañana Isidoro y más tarde Wicho, Serguéi, Teo o Reginaldo. Con toda seguridad no es el sonido de cada nombre lo que provoca su compulsión, puesto que para él toda música es un alivio mezquino contra el hecho de que toda palabra muere.

Pero cantador. Que en noches de gente y ron gusta de ponerse junto al de la guitarra y entonar las mil y una canciones que conoce y que no afina mal. Y hasta improvisa si el acompañante es diestro en inusuales secuencias de acordes. Que en horas de hallarse solo canturrea ocurrencias y muchos lo oyen y lo consideran eso que uno llama alma buena.

Fingidor, en fin. Pero ¿qué finge? ¿Y a quién? Aunque cualquiera pudiera darse cuenta de que estaba fingiendo en un momento o en otro, ¿por qué lo ha hecho? Nadie lo consideraba diferente luego de cada vez. Nada cambiaba. Y, sobre todo, nadie cambiaba en la mente de él: todos seguían siendo lo mismos. Y seguirán siéndolo por los siglos de los siglos.

Abominador. Claro, les encanta que nunca me detenga, que me desvanezca siempre, que sea un fantasma tras otro, que no me reconozcan cada vez y que no importe, porque lo único que necesitan es que no me calle.

 


Ernesto Santana nació en Puerto Padre, en 1958. Ha publicado varios libros de cuentos y las novelas Ave y nada (Premio Alejo Carpentier, Letras Cubanas, La Habana, 2002) y El carnaval y los muertos (Premio Franz Kafka, Agite/Fra, Praga, 2010).

Más narrativa suya: La noche del pez rosado, Mind guerrilla, El viejo nadador de la pipa y La canción sonaba.

 

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