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Poesía

Disertación de la memoria

'Te amé/ por esa clave para estar en la vida/ que yo no poseía,/ por ese don de ser naturaleza y arte/ sin saberlo,/ porque eras oportuno, sin ser anticipado:/ un animal lujoso/ que sabe cuando saltar sobre su presa'

Nueva York

Yo te había visto desde la infancia
cuando hacía castillos diminutos en las mañanas
u oía de los mayores relatos de otra época,
y tú siempre pasando
con muchachas bonitas
con libros
con remos
con caballos
en autos descubiertos
vestido de etiqueta
desnudo
llevándote las flores y la música.

Ignorabas el tiempo
por ejemplo, ignorabas que en esta fecha,
30 de agosto (del año 30 antes de Nuestra Era)
Cleopatra fue mordida por el áspid;
ignorabas la muerte,
en tu inocencia
—que no se hartaba de vivir—
te creías eterno,
y tu optimismo
repercutía en los muros
que aún guardan mi niñez.

No sabías de nostalgia
ni te afligía el destino de Mozart
ni el fin de Napoleón en Santa Elena,
ni percibías la destrucción minuciosa de todo
ni buscabas
en libros viejos y empolvados
el hálito de un orden sin retorno.
Vivías naturalmente,
como crecen los árboles
o como fluye el río,
sin excusarte
sin saberte en el centro de un mundo que caduca.

Te amé
por esa clave para estar en la vida
que yo no poseía,
por ese don de ser naturaleza y arte
sin saberlo,
porque eras oportuno, sin ser anticipado:
un animal lujoso
que sabe cuando saltar sobre su presa.

Pasabas siempre joven, idéntico,
y, al mismo tiempo,
con diferentes rostros y nombres
en ropajes distintos;
pero yo te reconocía
por tu desenvoltura, por la inconciencia
de tu belleza y de su destrucción,
por el asombro con que, de paso, alguna vez,
observaste ese tiempo en el que yo habitaba:
un pasado simétrico
donde ya todo había ocurrido,
hasta tu propia muerte.

Después de muchos años
de verte transitar
de desearte
(es decir, de querer ser como eras:
abandonado a tu eterno presente)
una noche no seguiste de largo
y yo toque tu cuerpo
y empecé a envejecerlo.

Hoy no te reconozco
en el adolescente
que va silbando una canción de moda,
sino que te recuerdo por tu nombre,
como fuiste,
con una juventud que es solamente mi memoria.


Vicente Echerri nació en Trinidad en 1948. Ha publicado los poemarios Luz en la piedra y Casi de memorias (2008), y las colecciones de relatos Historias de la otra revolución (1998) y Doble nueve (2009). Este poema pertenece al libro Casi de memorias.

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