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Artes Plásticas

Jesús González de Armas, en el olimpo de los malditos

Una insuficiente muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes intentó recuperar en septiembre la obra del artista.

La Habana

Recientemente, en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana (MNBA), se realizó una exhibición de carácter retrospectivo de Jesús González de Armas (San Antonio de los Baños, 1934-Montmatre, 2002), artista que protagonizara un escándalo diplomático entre los gobiernos de Cuba y Francia:

"Una vez en Francia, decidimos pedir asilo político, pero antes de que lo hubiésemos hecho, alguien alertó traicioneramente a una periodista del diario Le Monde, que sin pedirnos autorización, publicó nuestra demanda de asilo a la OFPRA, convirtiendo nuestro caso en un problema diplomático", relata Gilda Alfonso-Martín, esposa de González de Armas.

Los hechos ocurrieron a principios de la década del 90 del siglo pasado. De más está decir que la filtración provocó que el Gobierno francés emitiera una notificación de expulsión en 1994 y la contraparte cubana depositara una pesada loza de olvido sobre la obra y figura de de Armas. No obstante, "en el último momento, recibimos la autorización para continuar viviendo en Francia", dice Alfonso-Martín. De la parte cubana, a de Armas se le consideró persona no grata. El artista nunca más regresaría a la Isla.

Debieron pasar treinta años de olvido institucional hasta que el Museo Nacional de Bellas Ates inaugurara el pasado septiembre Drama y utopía. La muestra, retrospectiva, reunió 42 obras de distintos museos, así como piezas procedentes de las colecciones privadas. 

La muestra fue una celebración por ser de Armas uno de nuestros grandes artistas. Su legado debe ser conocido, para que de una vez la luz se pose sobre la vida y obra de un creador que para infortunio de nuestra cultura, ha permanecido en la oscuridad.

La tragedia de de Armas es compartida por otros mucho artistas e intelectuales que un buen día, hartos de encontronazos con las instituciones y la precariedad, decidieron irse de la Isla. A pesar de los esfuerzos para saldar las deudas con estos creadores, en el caso de Jesús González de Armas la publicidad sobre la exhibición fue escasa, por no decir nula. Pero más vale tarde que nunca, y por ello no queremos dejar pasar la oportunidad de compartir una breve nota sobre el acontecimiento.

El tema recurrente en Drama y utopía fue el inevitable y traumático choque de civilizaciones ocurrido con la llegada de los españoles a Cuba. Se exhibieron obras como "La quema de Hatuey. De Wifredo Lam a Anne Tronche", de 1987, y la serie de carbonadas Sin títulos.

Los delicados dibujos a tinta sobre cartulina de la serie El Cacique Ariguanabo (1988) se inspiraron en la mitología aborigen y destacan la relación fluida de nuestros ancestros con el entorno natural en la convivencia con entidades sagradas; tema que también puede verse en "Incesto de la Luna", de 1979, obra realizada en técnica mixta sobre tela. Asimismo sucede con "Baraguael" (1989), y en "Cemí" (1991), representación de la deidad taína Deminán Caracaracol. En otros dos óleos sobre telas, sin títulos, de mediano formato, ambos de 1990, pertenecientes a The von Christierson Collection de Londres, se intuye la presencia africana, temática que más tarde sumaría de Armas a su particular ajiaco creativo.

En la muestra también se exhibió el documental De Armas, el último taíno, con guión, dirección y producción del peruano-francés Santi Zegarra y del propio artista. Por otra parte se muestran fotografías y audiovisuales que ilustran el paso del prolífico creador por los Estudios de Animación del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), institución que dirigió entre 1959 y 1965, siendo uno de los principales promotores para su fundación. 

Entre los filmes animados exhibidos se encuentran El Maná (1960, primer cortometraje animado producido en la Isla por los estudios del ICAIC), El Cowboy (1962), Ostracismo (1966), Un hombre y un chivo (1966), y La frontera (1967), entre otros. El carácter personal y experimental de las animaciones de Jesús González de Armas le ocasionó innumerables dificultades personales y enfrentamientos con los rígidos comisarios culturales de la época. El anunciado conflicto culminó con su dimisión como director general y artístico del Departamento de Dibujos Animados del ICAIC.

"La mayoría de sus dibujos animados, todos experimentales, fueron prohibidos, entre ellos Pantomima amor unoLa jutía loca El Cowboy, los cuales nunca fueron mostrados al público", recuerda Gilda Alfonso-Martín.

En la capital gala, de Armas trabajó sin descanso hasta el fin de sus días. Mientras, en Cuba, se le condenó con militancia obstinada al ostracismo. Aunque la exposición Jesús de Armas: Drama y utopía intentó romper el silencio sobre la obra de este singular creador, en la muestra se hizo necesaria la presencia física de obras producidas por el artista fuera del territorio nacional, esas que pintó en medio de la marabunta de problemas que determinan la vida de todo exilado y, en su caso particular, alejado de los dogmas que tanto rechazó. Como bien puede verse en el documental De Armas, el último taíno, no pasó un solo día de su vida sin dejar de crear obras que aún esperan por ser apreciadas.

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