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Periodismo

Muere Tom Wolfe, pionero del 'nuevo periodismo'

'Nada alimenta tanto la imaginación como los hechos reales', decía.

Nueva York

Tom Wolfe, pionero del llamado "nuevo periodismo", que registró con entusiasmo la cultura estadounidense, de los Merry Pranksters hasta la carrera especial, antes de dirigir su ingenio satírico a novelas como La hoguera de las vanidades y Todo un hombre, falleció el lunes en un hospital en Nueva York, reporta la AP.

Murió de una infección, dijo su agente literaria, Lynn Nesbit, sin proporcionar más detalles. Tenía 88 años.

Admirador del novelista francés Emile Zola y otros autores de ficción "realista", Wolfe, siempre vestido de blanco, fue un inconformista que insistió en que la única manera de contar una historia maravillosa era saliendo a reportarla. Junto con Gay Talese, Truman Capote y Nora Ephron, ayudó a demostrar que el periodismo podía ofrecer el tipo de placer literario hallado en los libros.

Su obra hiperbólica y estilizada era una descarga de signos de exclamación, itálicas y palabras improbables. Acuñó expresiones tales como "radical chic" para aludir a la fascinación de los ricos liberales con los revolucionarios, y la generación "Yo" para definir a los babyboomers egocéntricos de los años 70.

Wolfe fue tanto un advenedizo literario que desdeñaba la percibida formalidad del establishment editorial, como un caballero tradicional que estudió en las mejores escuelas y que, cuando asistía a almuerzos promocionales con otros autores, se aseguraba de leer sus últimos trabajos.

Ridiculizó la renuencia de escritores estadounidenses de confrontar problemas sociales y advirtió que el ensimismamiento y los programas de maestría matarían la novela. Le asombraba que ningún autor de su generación hubiese escrito una novela de gran envergadura con estilo del siglo XIX sobre la Nueva York contemporánea, y terminó haciéndolo él mismo en La hoguera de las vanidades.

Su obra rompía incontables reglas pero se basaba en el periodismo de la vieja escuela, con una atención obsesiva al detalle, que comenzó con su primer trabajo reporteril y perduró por décadas.

"Nada alimenta tanto la imaginación como los hechos reales", dijo Wolfe a la AP en 1999.

Sus intereses eran vastos, pero sus narraciones tenían un tema en común. Ya fuera cuando se burlaba del mundo del arte neoyorquino o pasaba el rato con adictos a LSD, Wolfe presentaba al hombre como un animal en busca de estatus, preocupado por sobre todas las cosas por la opinión de sus pares.

El mismo Wolfe vestía para gustar, con su característico traje claro de tres piezas, su camisa de cuello alto, zapato de dos tonos y corbata de seda. Y reconoció que le preocupaba mucho su reputación.

"Mi opinión es que el estatus está en la mente de todo el mundo todo el tiempo, estén conscientes de eso o no", dijo Wolfe —quien vivía en un apartamento de 12 habitaciones en el Upper East Side de Manhattan— a la AP en el 2012.

Sus honores literarios incluyeron el Premio Estadounidense del Libro (hoy conocido como Premio Nacional del Libro) por Elegidos para la gloria y una nominación al premio del Círculo Nacional de Críticos Literarios por La hoguera de las vanidades, uno de los 10 libros más vendidos de la década de 1980. Su continuación de 1998, Todo un hombre, fue otro éxito de ventas nominado al Premio Nacional del Libro.

Wolfe, nieto de un fusilero confederado, comenzó su Carrera periodística como reportero del Springfield (Mass.) Union en 1957. Pero no fue sino hasta mediados de los 60, mientras escribía para las revistas New York y Esquire, que su trabajo hizo de él un pionero nacional.

Como Wolfe ayudó a definirlo, el "nuevo periodismo" combinaba el impacto emotivo de una novela, el análisis de los mejores ensayos, y las bases factuales del reportaje duro.

Tuvo muchos detractores, incluidos sus colegas escritores Norman Mailer y John Updike y el crítico James Wood, quien escribió que "nadie de tamaño promedio emerge de su tienda; de hecho, no se puede encontrar una variedad humana real en su ficción, porque todo el mundo tiene la misma excitabilidad enorme".

Pero sus seguidores incluyeron a millones de lectores, críticos literarios y autores.

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