Back to top
Literatura

'The New Yorker': Dulce María Loynaz fue una de las grandes escritoras cubanas cuya trayectoria fue afectada por la Revolución

La antología 'Absolute Solitude' acerca su poesía al público angloparlante.

Nueva York

The New Yorker (TNY) definió a Dulce María Loynaz como una de las grandes artistas de la Cuba del siglo XX, "cuya carrera fue alterada permanentemente por la Revolución".

Loynaz, recuerda la prestigiosa publicación, se quedó en Cuba, en lo que los eruditos llaman un "exilio interno". Dejó de escribir y publicar su poesía y rara vez abandonó su mansión familiar en el Vedado, La Habana. 

The New Yorker promociona la antología Absolute Solitude, las traducciones al inglés hechas por James O'Connor de la poetisa.

En Absolute Solitude, que toma el título de un verso de uno de sus célebres poemas, se advierte "el tono existencial" de su obra que ha sido descrita como "apolítica".

En 1959, Loynaz, afirma The New Yorker, pudo haber sido brevemente encarcelada.

En Absolute Solitude, O'Connor cita una conversación con un amigo cercano a la escritora que corrobora este posible encarcelamiento, aunque "es difícil de confirmar mientras el Estado cubano no deje acceder a los registros de los disidentes".

"Por lo menos, sabemos que Loynaz fue acusada de apoyar a (Fulgencio) Batista, el dictador derrocado, y las ediciones españolas de sus libros fueron sacadas de la Biblioteca Nacional de Cuba", precisa la publicación de EEUU.

Su trasfondo de clase (provenía de una de las familias adineradas de la Isla) y su incapacidad para unirse al Partido Comunista "eran suficientes para señalarla como una traidora potencial".

A pesar de ello, The New Yorker señala que en esa interioridad de la obra de la poeta también había "una amenaza implícita a la ideología de la Revolución en sus primeros días".

Asimismo, la publicación de EEUU recuerda que la obra de Loynaz fue rescatada en la década del 90, tras la caída de la Unión Soviética y después de que la escritora obtuviera el Premio Cervantes en 1992.

"Pero incluso después de su muerte, en 1997, esta recuperación (de su obra) se ha mantenido ambivalente. En 2003, el Gobierno cubano invadió la Biblioteca Dulce María Loynaz y confiscó más de 1.000 libros como parte de una campaña más amplia para eliminar las bibliotecas independientes", precisa la publicación.

En la primera década del siglo XXI, la antigua casa de la poeta fue restaurada y transformada en un museo, el Centro Cultural Dulce María Loynaz.

"¿Es justificable leer su obra, la gran mayoría escrita antes de la Revolución, a la luz de su vida posrevolucionaria? Hacerlo es, en cierto sentido, claramente anacrónico, y sin embargo hay una claridad extraña en su visión del exilio interno", refiere The New Yorker.

La crítica cubana Zaida Capote Cruz, citada por TNY, ha escrito que Loynaz se silenció "debido a sus propios rasgos de carácter".

"A mediados de los 80, Loynaz en una carta a otro crítico cubano, Aldo Martínez Malo, se negó a proporcionar información para una biografía: 'Mi propio país me silenció durante más de 20 años. ¿Cómo pretender ahora que todo ha cambiado cuando estoy más cerca de la muerte que de la vida?'", concluye The New Yorker.

Archivado en

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.