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Artes plásticas

Glexis Novoa: 'La sociedad cubana tiene una mirada despolitizada de su realidad'

'Hace 20 años sí tenía mucho sentido criticar las cosas y jugarse la vida para cambiar lo que estaba mal. Aunque muchas de ellas todavía persistan, al menos tenemos la percepción de un cambio que está por llegar', dice el artista, quien regresa a la Isla para exponer en el Museo Nacional de Bellas Artes

La Habana

Glexis Novoa, uno de los exponentes del arte cubano de los ochenta, el cual estuvo marcado por una gran renovación conceptual y estética, pero también por una fuerte censura institucional, es otro los artistas cubanos que retorna a la Isla para mostrar su trabajo tras años en el exilio.

Aunque ha participado en muestras colectivas, como la Bienal de La Habana de 2015, esta vez Novoa vuelve por la puerta grande, con Las cosas como son, una exposición personal en el Museo Nacional de Bellas Artes, inaugurada el pasado mes de septiembre y que podrá verse hasta el 16 enero en La Habana.

La muestra deja "una leve sensación de antología o resumen de vida y de trabajo", comenta la periodista Lianet Hernández, quien conversó con el creador en una entrevista publicada por Cuban Art News.

La exposición está compuesta por esculturas y pinturas que dan continuidad a su obra anterior y a la vez exploran nuevos enfoques. "El humo saliendo de la estatua de Lenin tumbada en el suelo y finamente dibujada con grafito no lleva a pensar ya en la veneración de un icono, sino en la resemantización de su imagen. Lo mismo que el monumento al partido de los obreros de Korea, las imágenes de Vladímir Mayakovski, Tatlin, la ciudad de Miami y otros símbolos modernistas representados en once esculturas con un guiño a la política de estado a nivel internacional”, comenta Hernández.

Esculturas expuestas sobre bases de concreto "para reproducir algunas de las formas típicas de la arquitectura habanera", son homenaje al trabajo de los escultores cubanos Florencio Gelabert y Mateo Torriente.

Aunque es en las pinturas, realizadas en el estudio que Novoa tiene en el Vedado, donde se reconoce "el verdadero sentido que cobra la presencia de este artista en La Habana y su retorno, no solo a Cuba, sino a su contexto artístico", opina Hernández.

Estas pinturas, a nivel formal conservan los mismos patrones estéticos de su obra en los 80, pero dialogan con otros códigos. "Aquella fue una época de intención irónica con la institución arte, donde yo me aprovechaba de cada una de las convenciones que se encargaban de prestigiar o no a un artista, así como de las instituciones, los museos y las galerías. Era un momento en el cual toda mi generación estaba cuestionando las situaciones político-sociales extremas en el país y yo decidí involucrar mi obra en ese sentido", rememora el artista, que vive en Miami desde 1995.

Sin embargo, Novoa ahora "dice no estar obligado a cifrar su lenguaje, ni hacerlo contestatario".

"En este retorno, el doble sentido sigue presente pero en un nivel aportado por el artista para complejizar la obra, no ya como alternativa ante lo que no debe ser dicho", explica Hernández.

Las palabras Che, Cohiba y Cuba conviven en un mismo lienzo como arquetipos de la presencia del turismo en la Isla, y como ejemplo de la mezcla entre iconos políticos y souvenirs turísticos.

Hay una evolución de las obras realizadas en los 90, donde Novoa retrataba a creadores como Ciro Quintana, Flavio Garciandía, Tonel o Tomás Esson, utilizando "sus rostros con posturas y gestos de mártires"; ahora son cuadros que apelan a una palabra para hacer referencia a una figura: Hemingway, Garaicoa o Tania.

"La figura del escritor ya es una especie de símbolo cubano que a veces no es entendida ni siquiera por los americanos. Por eso le coloco de fondo una variación de la bandera cubana con más rayas azules, con el mismo sentido que utilicé el nombre de Garaicoa como si fuese una marca de carro americano", indica el artista.

"Estoy descubriendo que alguien como Carlos Garaicoa no solo es un artista admirado, sino que en este contexto también es una especie de institución respetada por los otros artistas, con influencia, un estudio y una galería muy poderosa. Es decir, la gente ha cambiado y el contexto artístico no se queda detrás", señala Novoa, para quien su obra reciente no está despolitizada, sino en correspondencia con el contexto cubano actual.

"La sociedad cubana hoy en día tiene una mirada despolitizada de su realidad. No es mi intención despolitizar mi obra, pero el contexto cubano lo está. El lenguaje político ideológico no está siendo usado como antes, la sociedad lo está evitando. Incluso desde el punto de vista del Gobierno, no se recurre a los mismos métodos. Las personas adoptan un nuevo discurso y mi obra habla de eso. No significa que esté despolitizada: solo está en correspondencia con los aires nuevos que vive el país", indica.

En tanto, con la obra Tania hace referencia al arte radical, la política institucional y el funcionamiento de los artistas en Cuba. Una pieza que "lo mismo puede referenciar a Tania Bruguera, que a Tamara Bunke, 'Tania la Guerrillera', depende de quién lo interprete".

"Tania Bruguera se ha autoproclamado como la última revolucionaria de nuestra generación, sigue teniendo una actitud como la que teníamos nosotros en los 80. Ha seguido con una actitud radical, guerrillera, consecuente con aquella idea y está logrando ser una figura muy influyente, sobre todo desde el punto de vista mediático. Es por eso que utilizo su nombre encima de la bandera de la anarquía, que es también la bandera del 26 de julio", dice Novoa.

"Con esa dualidad entre las dos Tania cubanas no estoy dando una opinión negativa, ni irónica respecto a alguna de ellas, yo me limito al retrato de dos personajes reales. Casi nadie ha apoyado a Tania, la artista, entre ellos yo. Ella tiene un proyecto específico que es absolutamente opuesto a lo que ahora está funcionando en este país en materia de arte. Su proyecto tiene que ver con el contexto cultural del pasado y lo está haciendo en un momento donde se están manejando otro tipo de cosas", señala Novoa.

Tania Bruguera fue retenida en Cuba durante ocho meses por el intento de realizar su performance El susurro de Tatlin, el 31 de diciembre de 2014, en la Plaza de la Revolución. El régimen la acusó de desacato y le retiró el pasaporte.

Durante su retención, la artista se involucró en actividades de la oposición interna y sufrió la represión por parte del régimen. En mayo de 2015 fundó en La Habana el Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt para impulsar "un arte socialmente comprometido". En ese mismo año, el Museo Nacional de Bellas Artes le impidió la entrada a una exposición del pintor Tomás Sánchez. Más tarde su caso fue sobreseído temporalmente y, tras recuperar su documentación, la artista pudo retomar sus actividades en el exterior.

"Hace 20 años sí tenía mucho sentido criticar las cosas y presionar fuerte, exigir y jugarse la vida para cambiar lo que estaba mal. Aunque muchas de ellas todavía persistan hoy en día, al menos tenemos la percepción de un cambio que está por llegar. Hace 20 años no me habrían invitado a exponer en Bellas Artes, ese tipo de cambio es el que importa hoy", precisa el artista.

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