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Opinión

El 'paquete anestesia'

El mismo régimen que permite la bolsa negra y el desvío de recursos, propicia el 'paquete semanal'

Miami

Se llama Anestesia. Es un paquete-redundancia que se distribuye cada semana. Desde luego que con la complaciente anuencia del Gobierno. Da pena que algunos "cubanólogos" —periodistas, académicos, políticos— crean que permitirlo es un signo de debilidad o resquebrajamiento de la dictadura. No se fijan en lo obvio. 

El pataleo de los Abel Prieto y Miguel Barnet apenas cubre la forma: el 'paquete semanal' —morfina, mariguana a domicilio— le sirve a la dictadura para adormilar a un amplio sector de la población. Y por eso lo tolera sin engordar la vista. Muy bien le viene el desvío. De perilla le cae. Mientras rueda el video no ruedan las rabias que rebotan contra las paredes descascaradas del país. Cuba sueña.

Acabo de examinar un paquete semanal. De haber un goebbelsito en el Departamento Ideológico del Partido, habría que felicitarlo por la autoría. Purísimo entretenimiento, maestría trivial: thriller, entre más lejos de Cuba y frívolo mejor. Telenovela de la telenovela, grabaciones de programas que enseñan el lunar de Jennifer López y el divorcio de Marc Anthony, el closet del que salió un galán remacho junto a su amante, el jefe de la policía de Malinalco...

Y la programación mayamera, donde la vulgaridad se une a una música casi siempre de cabaret panameño de la Segunda Guerra Mundial, intercalada con sketches donde la picaresca sexual busca la risa estúpida, la exclamación imbécil, mientras la cámara recorre a una corista de implantes gomosos...

"Hay que desconectar", dicen. Repiten. Sueltan suspiros y quizás tengan algo de razón... La razón de un gusto educado para aplaudir precisamente esa clase de ñame televisivo, boniato mediático digno de aquel secretario de la Central de Trabajadores de Cuba, impuesto por el Comandante en Jefe por el curioso valor de su cerebro entre cirujanos acostumbrados a implantar neuronas.

¡Desconectar! Exactamente lo que quiere el Gobierno: que desconecten, que no joroben.

La UNESCO —tan proclive a enmedallar al Gobierno cubano y declarar patrimonio hasta la guayaba en tusa de maíz— debiera estudiar el paquete semanal como símbolo de los "increíbles" avances de la educación en Cuba, gracias al fenómeno que los anticuarios llaman "proceso revolucionario". Debiera analizar esta concreta predilección del "hombre nuevo", espécimen que el doctor Guevara enunciase tabaco en boca, gatillo en mano, petulancia en ojo.

La alta demanda del "paquete anestesia" indica que ha crecido la vulgaridad como norma familiar y la tiradera a relajo como tape del miedo. Dos males, por cierto, que ya en 1928 identificara Jorge Mañach en "Indagación del choteo", texto clave en la caracterización de la idiosincrasia isleña.

Porque además, los lamentos de ciertos personajillos como Eusebio Leal y Pedro de la Hoz, no logran desbaratar la certeza de que la adicción al paquetico también responde a la mediocridad imperante en la televisión oficial, a su adoctrinamiento monocorde, empalagoso. Y es otra evidencia de que la mala educación —la instrucción escolar puede ir por otro camino— también es parte del derrumbe económico y la fragmentación social que padecemos. Comprobable también  en muchos de los recientes emigrantes a Miami, que prefieren programaciones burdas, cuando tienen decenas de canales —algunos en español— de excelentes ofertas culturales.

Retorno a la evidencia: ni en tiempo extra la dictadura deja de simpatizar con los diversos anestésicos. Nunca ignora que si aletarga disminuye maldiciones,  disidencias. De ahí que permita la bolsa negra y el desvío de recursos, como formas de que al sentirse uno cometiendo un delito, no conspire contra el Gobierno. De ahí que propicie el paquete semanal para oxidar el cerebro. Sabe más por viejo (1959-2016) que por diablo.

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