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Televisión

En silencio (otra vez) ha tenido que ser

La Televisión Cubana retransmite la serie 'En silencio ha tenido que ser'. En medio del restablecimiento de relaciones con EEUU, es importante recordarnos quién es el enemigo.

La Habana

Pertenezco a una de las generaciones de cubanos que ha visto En silencio ha tenido que ser, y que aun se conmueve con la música de José María Vitier.

La primera vez era una niña de nueve o 10 años que tenía muy claro que Revolución, pueblo, socialismo, Cuba y Fidel eran sinónimos. Y que por tanto oponerse a "Fidel" (la forma familiar en que aprendimos a llamarlo) era lo mismo que oponerse a la Revolución, al socialismo y, por tanto, al pueblo.

Estar contra Fidel era estar contra Cuba. Y esa era la idea; lo demuestra el propio personaje de David (Sergio Corrieri) al cuestionar a su amigo interpretado por Mario Balmaseda, cuando cree que este es un traidor, que se ha alejado de Fidel. Lo mejor es que él mismo no sabe si la Revolución es comunista o no, y tiene que preguntar a sus amigos. Mientras, lo importante es no alejarse de Fidel.

El comunismo solo perjudica a los ricos (y ya la esposa de David dejó claro que para hacerse rico hay que ser socarrón, no se puede ser una persona honesta). Por tanto, los buenos son los que defienden el comunismo y los malos, los que se oponen. Así quedan definidos buenos y malos en la serie... y en nuestra sociedad.

El David que es tan agudo para investigar a fondo una posible malversación, no se pregunta en qué momento se volvió comunista una revolución que no lo era en principio. O si acaso no tenían derecho a sentirse traicionados aquellos que también arriesgaron sus vidas y no lo hicieron para someterse al comunismo. O quizás quienes no arriesgaron sus vidas pero vivían aquí y tenían derecho a no querer el comunismo.

Lo que pudo ser un debate interesante entre un comunista y uno que no es rico pero no quiere el comunismo (contradicción que escapa a la lógica del comunista) se interrumpe por un acto de sabotaje (muy parecido a los que llevaba a cabo el Movimiento 26 de julio para derrocar al dictador Fulgencio Batista). Los presentes claman por la unidad del pueblo ante ese enemigo que divide, y así se ahoga cualquier argumento lógico o no contra el comunismo o simplemente contra el poder naciente.

Los héroes de En silencio... son el modelo de revolucionario a seguir en la realidad: seguidores ciegos de Fidel Castro, sea o no comunista, con un manejo exitoso o erróneo de la economía; tipos dispuestos a repudiar a "la escoria" (aunque esta sea la propia familia), y más tarde, a darle la bienvenida cuando la Revolución lo indique. Soldados prestos a denunciar la tenencia ilegal del dólar, y a apoyar la súbita dolarizacion de la economía.

Uno de los mejores diálogos del primer capítulo es el que sostiene David con su tío. Este especula sobre la posibilidad de que al Quijote le hubieran ofrecido el trono de España, se pregunta si este no habría abandonado su filosofía quijotesca y encarcelado (o matado, no recuerdo la palabra con exactitud) a sus enemigos. Nunca sabremos qué habría hecho el Quijote, pero sabemos qué ha sucedido en nuestro país con los disidentes y opositores, entre los que hay muchos socialistas y personas de izquierda.

¿Qué sentirán quienes vieron la serie, cuando se estrenó y todo parecía tan simple? ¿Qué pensarán los más jóvenes frente a aquella realidad que cada día se vuelve más remota y borrosa, si es que se molestan en sentarse a verla? ¿Podrá una serie envejecida como En silencio... competir con el Paquete semanal y las novelitas coreanas?

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