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Política

'Friquis' contra 'guapos': guerra sucia contra el rock

Traumas y encontronazos de varias generaciones que han buscado libertad en la música.

La Habana

Las décadas del 60 y el 70 fueron rigurosas para el rock en Cuba, aunque en los 80 la situación continuaba siendo dura para sus cultores y seguidores. El rechazo de otros grupos sociales persistía, combinándose con la política represiva de las autoridades.

Mientras tanto, adquiría visibilidad un subgrupo social que simpatizaba con el género y cuya actitud fue considerada "controvertida", incluso entre los propios rockeros: se trataba de "los frikis".

Probablemente los dos calificativos que más han perdurado en el tiempo para señalar de forma general a los seguidores del rock en Cuba, sean justamente dos: "pepillo" y "friki". Este último proviene de una adaptación fonética al español del término en ingles freak (raro).

En un determinado momento, a los autodenominados "rockeros serios" les molestaba sobremanera el calificativo, y este adquirió un carácter ofensivo en boca de quienes atacaban a los seguidores del género en las calles.

De los "frikis" se contaban historias de toda índole. Una de ellas, probablemente inventada para "choquear" al oyente, explicaba el modo en que una "banda"(grupo afín) aceptaba a un nuevo miembro. Este consistía en pasar un recipiente entre los presentes donde todos escupían. Entonces el novato, para ser aceptado, tenía que beber de dicho envase.

Otra anécdota se refería a lo que se denominaba como "free kiss", una manera de asumir la sexualidad en sus diversas formas y de un modo más abierto.

Al final, el calificativo de "friki" se aceptó como algo natural entre los rockeros. Fue un proceso gradual, que coincidió con una especie de "cambio y renovación generacional" que afectó a este grupo social a partir de 1980.

En este periodo, nuevamente, el fantasma del diversionismo ideológico fue esgrimido para juzgar, contener y amedrentar. La represión combinó técnicas de enfrentamiento directo con otras más refinadas de penetración psicosocial y desarticulación. De hecho, buena parte de los métodos que actualmente emplea el DSE contra la oposición al régimen ya fueron utilizados contra los rockeros en otro momento.

El rock considerado una lacra

La División de Orden Interior del MININT destinó recursos al perfeccionamiento de lo que hoy se conoce como Departamento de Enfrentamiento a Lacras Sociales. La STASI (policía política de la antigua Republica Democrática Alemana) proporcionó metodología para la conformación de perfiles psicológicos y expedientes predelictivos a personas o grupos sociales.

El andamiaje operativo tuvo diversos mecanismos: monitoreo y caracterización de los grupos y las afinidades o diferencias personales entre sus miembros. Infiltración. Identificación, reclutamiento o eliminación de potenciales lideres grupales. Siembra de insidias y resquemores en el entorno de los grupos. Creación de redes controladas para el tráfico de psicofármacos, como procedimiento para implicar delictivamente a determinados rockeros en el consumo o la compraventa (para esto último, se aprovechaba el grado de angustia creado por la represión, que conllevaba a la búsqueda de fórmulas extremas para enajenarse de la realidad).

El lado visible de este entramado resultaba ser las constantes redadas contra los rockeros, en las zonas en que habitualmente se reunían y en las fiestas o conciertos. A todo esto se sumó la presión, mediante la PNR y el CDR, sobre los jóvenes amantes del género en sus zonas de residencia. La diseminación de rumores negativos entre los vecinos de estos para generar rechazo, además, en la familia. Los procesos políticos y la consecuente expulsión de centros de trabajo y estudios.

Guerra sucia contra el rock

La guerra sucia contra el rock se libraba empleando también métodos "indirectos". Los seguidores del género se arriesgaban todo el tiempo a ser atacados en la calle por grupos o "pandillas" formadas por los denominados "guapos", seguidores de la música popular bailable cubana. Durante décadas fue sembrado en el inconsciente colectivo de la población la idea de que el rock era "la música del enemigo imperialista", "un gusto musical de aberrados sexuales y drogadictos", "música violenta y ruidosa, ajena a los valores nacionales".

El resultado de esta siembra de odio eran los encontronazos entre "guapos" y "frikis" en espacios públicos. En muchas ocasiones, estos encontronazos no eran obra de la casualidad o la espontaneidad. Las turbas que sitiaban o atacaban los conciertos de rock eran dirigidas por oficiales de la policía en ropa de civil. Vale añadir el triste dato de que estas pandillas, generalmente, estaban conformadas por afrodescendientes provenientes de zonas marginales. Teniendo en cuenta que el rock fue confinado a la misma marginalidad, se sobreentiende que la provocación, por parte de las autoridades, de estos ataques obedecía a una política de fracturación del corpus social, otro método de división y control.

El nivel de información sobre lo que estaba sucediendo en la música popular a nivel mundial estaba restringido a lo que llegaba a través de los hijos de diplomáticos cubanos en el extranjero o los miembros de la marina mercante. Otro canal era la captación de emisoras radiales en onda corta y, más adelante, la FM. En los 60, los discos de The Beatles circulaban disimulados con carátulas de Barbarito Diez o Pello El Afrokan. En los 70 la policía, o sus delincuentes acólitos, les rompían o "confiscaban" radios y grabadoras a quienes se atrevían a escuchar en sitios públicos música en emisoras "de afuera". Todavía en los 80, en ciudades y poblados del interior del país, las cintas con grabaciones de música rock circulaban ocultas en casetes de la empresa de grabaciones nacional EGREM.

La escena nacional rockera ha sido y es ignorada o subvalorada por buena parte de la población en la Isla, como resultado de décadas de aislamiento social. No existen programas en la radio de alcance nacional especializados en el género. La televisión ofrece una visión desactualizada o tendenciosa del rock, discriminando de la difusión a fenómenos actuales como el rock metal y sus ramificaciones.

La tolerancia actual hacia el género no significa aceptación. Su situación actual es la de un gueto cultural.

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