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Artes plásticas

Equis Alfonso le pone precio a la belleza

Una visita a la recién inaugurada Fábrica de Arte Cubano y un diálogo con su creador. ¿Es la Fábrica un proyecto independiente? ¿Qué se produce en él? ¿Para qué público abre?

La Habana

Pido una taza de café para calmarme. No sé qué me ha molestado más. Que mi cartera fuera revisada o el mecanismo de consumo.  Quizás ambas acciones son parte de un chiste que no acabo de entender por más que le de vueltas. ¿Qué buscan en mi cartera y por qué el diseño de la tarjeta de consumo inventada para la Fábrica de Arte Cubano repite el de la libreta de abastecimiento?

"¿Sabes el mecanismo?", me pregunta el muchacho de la puerta y, en medio de una sonrisa, me explica. "Al dorso de la tarjeta te irán marcando lo que consumas dentro. Cuando te vayas, pasas por la caja y pagas. Cuídala, porque si esta tarjeta se te pierde deberás pagar 30 cuc o 750 pesos".

¿Y los precios?, pregunto.

"Los verás al lado de la barra". Y traslada su sonrisa al siguiente visitante.

Subo a la segunda planta. Busco un trago fuerte, pero en la segunda planta no venden bebidas alcohólicas; entonces pido un café y comienzo a recordar algunas de las preguntas que le hice a Equis Alfonso, hace casi una semana.

Empiezo por el final. ¿Qué significa para la Fábrica de Arte Cubano reservarse el derecho de admisión?

"No hay de qué preocuparse. Es para los menores de edad que vengan solos. Y lo otro son los borrachos. Se refiere a eso. No hay ningún tipo de discriminación en ese sentido. Fíjate que no hay puesta ninguna prohibición, solo que este local se reserva el derecho de admisión."

Casi me convence. Parecemos tener la misma preocupación.  No obstante, lo digo: mi preocupación mayor está en que estoy viendo cambiar una Cuba por otra Cuba más excluyente de lo que ya es la que tenemos.

Camino por la galería de la segunda planta con sentimientos encontrados. No puedo dejar de pensar en el diseño de la cafetería o en la pantalla donde se proyecta El gran cornudo a una resolución tal que pareciera que no han pasado décadas desde su estreno.

Es justo lo que muchos esperábamos. Un espacio hermoso, amplio. Con paredes pensadas solo para ver arte.

Uno de los más expuestos en esta ocasión es Enrique Rottenberg, que no pierde su mirada cinematográfica en cada una de las series. Un Autorretrato desnudo que recoge en una palangana los restos de la vejez que va dejando la lluvia con su paso; Diecinueve mujeres y una cama, secuencia fotográfica de desnudos femeninos que señalan la fortuna en lo grotesco y en la pobreza; o el trabajo de Una mujer con sesos y su discurso misógino.

También están entre otros, René Peña y Liudmila & Nelson. Aunque todo el trabajo a gran formato de Peña merece un comentario, su autorretrato La Nube, alcanza un nivel poético mayúsculo, mientras a Liudmila & Nelson se pueden ver en su serie Absolut Revolution en coqueteo con el concepto de revolución y el dramatismo apocalíptico que ha encerrado este proceso histórico.

¿Cómo llegan los artistas a la Fábrica?, le pregunté a Equis durante la entrevista.

"Los jueves de 10 de la mañana a 2 de la tarde hay una persona que estará aquí encargada de recoger los proyectos digitales. Ya eso entra y empezamos a revisarlos un grupo de veintidós personas. O sea no hay un monopolio. Se vota y se decide qué queda, y luego esas obras se van programando en el año."

Me acerco al cristal que limita el vacío de la segunda planta con la entrada y las escaleras. Y solo veo control. Más y más control.

"¿Tú crees que con este proyecto dejo de ser quién soy?", me preguntó Equis.

"No sé, dímelo tu", le respondí sin pensarlo dos veces. No era algo que me tocara responder a mí.

"Pues no, aquí está lo que soy yo. Esta es mi idea, pero la he discutido con miles de gente. Aquí no decido yo solo nada. Son los especialistas los que deciden, los mismos que están aquí con tremenda bomba dándolo todo. No sé qué esperaba la gente. Hago lo que puedo y en las condiciones que no te imaginas tú. Todo el mundo ha hecho su restaurante, su negocio privado, a título personal. Y esto es un proyecto con mucha gente involucrada que brinda la posibilidad a otros de exponer su obra."

Entonces, quiero saber qué sucedió, por qué el día de la inauguración casi todo el público se quedó afuera y entraron solamente los que tenían invitaciones.

"¿El día de la inauguración? 150 invitaciones y entraron 650 personas. ¿Sabes sumar?", dijo Equis.

"Bueno, realmente soy mala en matemáticas".

La cuenta quedó en el aire. No obstante él siguió explicándome.

"Empezaron a entrar poco a poco. Del público hubo gente que no entró, es verdad, y por seguridad no podemos tener muchas personas adentro. Porque esto es una galería de arte y hay obras que cuidar... El horario es bastante amplio. Es de 8 a 4 de la mañana. No sé si entró todo el mundo que vino. Se puso una capacidad afuera de 300 personas, realmente caben unas 400, y a partir de ese número, nosotros empezamos a mirar el lugar, a ver cómo está ubicada la gente y empezar a dejar pasar."

Esa inauguración siento que fue de alguna manera simbólica, le dije. Siempre tras la inauguración se abre al público el espacio. ¿Qué sucedió, por qué se retrasó la apertura al público?

"No entiendo", respondió.

Le conté. Al día siguiente de la inauguración vine a ver si lograba ver la exposición y estaba cerrada. El señor que estaba vendiendo las entradas al concierto de Silvio Rodríguez y que en ese momento pensé que era un dependiente —después descubrí que era el relacionista público—  me dijo que aún no abría el espacio expositivo. También hablé por teléfono con el productor, quien me dijo que los conciertos estaban sucediendo afuera porque aún trabajaban adentro.

Sin embargo, Equis en su entrevista me afirmó que sí, que ya había abierto, lo que no a las 2 de la tarde como yo había ido, sino a las 8 de la noche. A lo que le pregunté en qué estaba pensado cuando decidió esos horarios.

"Pienso en la gente que trabaja. O los universitarios que van saliendo a las cuatro o cinco de la tarde, en que les de tiempo ir a la casa, bañarse y venir."

Como si los universitarios o los trabajadores pudieran darse este lujo todos los días... Calculo: a 2 cuc o 50 pesos la entrada por persona,  ¿cuántas veces podrá venir un "universitario" o "una persona que trabaja"?

Equis me sigue comentado: "Mientras tanto, desde por la mañana hasta las 8 de la noche ocupamos el tiempo trabajando. Porque esto se abrió porque ya tenía que abrirse, pero realmente se siguen haciendo cosas. Ese tiempo se utiliza para ir terminando las obras. Queríamos haber abierto durante el Festival de Cine, pero no pudo ser. Y ahora es, y aún seguimos construyendo. Bueno, lo puedes ver".

Miré a mi alrededor  y reconocí lo ambicioso del proyecto. ¿Dónde y cómo se produce?, quise saber. Y qué sentido cobraba aquí la palabra fábrica.

"Pues aquí se produce solo mobiliario, para que la gente se siente. Las obras la traen los artistas ya hechas. Y es una expo."

¿Y solo es una exposición? ¿No habrá venta?

"No, eso es cosa de los pintores, de los artistas. Y si alguien está interesado en un cuadro, ahí está el nombre del artista, aquí están las galeristas, las que pueden ponerlo en contacto con el pintor y, luego que terminen esta exposición, pueden hacer lo que quieran. Tal como se hace en la Bienal o en cualquier otro espacio.”

Entonces, ¿cada cuánto tiempo se retiran las muestras?

"Cada un mes".

Pregunté si había algún catálogo que se pudiera consultar y que formara parte de la Fábrica.

"No. Nosotros hicimos una selección de todo el material que se entregó en los tres meses anteriores y, luego de esa selección, se sacó el primer mes, el segundo y el tercero."

¿Y bajo qué criterio se hacía esa selección? ¿Bajo qué concepto curatorial?

"Bajo el concepto de que la obra debe tener una seriedad, un sentido."

Recorro la primera planta y escucho a lo lejos al trovador que canta en la sala Santiago Feliú. El listado de artistas pudieran ser interminable para ser mencionados en una entrevista, aunque me es difícil no recordar a Nelson Ponce y Raupa con su revisitación de la cartelística cubana; las cajas de luz de Rancaño, o las obras de Glenda León, los diseños de lámparas o la orfebrería que se guarda a buen recaudo en vitrinas.  No me arrepiento de haberle preguntado por la alternatividad y su relación con la Fábrica. A lo que, sin más, él me respondió: "Mírala. Está dentro".

Pero, ¿cómo? ¿Cómo se concibe desde un espacio institucional, la alternatividad? Esto era una fábrica, o sea, que pertenecía al Estado, ¿no? ¿Cómo se casa este proyecto independiente…?

Equis me interrumpió: "¿Quién dijo que esto es independiente?".

Pues, lo pensé. Es lo que comentan todos...

Él creyó que este punto merecía otra de sus aclaraciones: "Esto no es un negocio privado, es una institución cultural que pertenece al Instituto de la Música y al Ministerio de Cultura. La idea es la misma en la que desde hace siete años venimos trabajando. Primero estuvimos en Pabexpo, luego estuvimos itinerantes, y al final encontramos un local que se traspasó del Ministerio de la Industria Alimenticia al Ministerio de Cultura. Y nosotros trabajamos en estrecha colaboración con ellos".

Vuelvo sobre la idea que dejé inconclusa: la alternatividad. Evidentemente, tenemos conceptos diferentes de ella. Él cree que el arte que se muestra aquí es de por sí alternativo, que el abigarramiento a la hora de concebir la exhibición o que la fusión generacional o estética, son suficientes.

Yo, por el contrario, creo que debe reunir otros requisitos, entre ellos la autonomía con respecto a las instituciones y el canon académico. No insistí. Salté a la próxima pregunta. ¿Cómo es que el Instituto de la Música asumía un proyecto de artes visuales?

"Artes Plásticas, artes escénicas, cine, literatura. Solo creo que algunos deberían tomar ejemplo de esa institución que ha apoyado un proyecto multicultural. Hay un espacio allá arriba de cine. Al lado hay una galería que tiene video-arte. Aquí abajo se hacen proyecciones también, más el diseño de moda, el diseño arquitectónico e inmobiliario, el diseño  de interiores y la galería. En la sala Santiago Feliú se van a hacer experimentos musicales, performances, proyección de documentales, habrá espacio para la música pero será la acústica. Además de los proyectos nuevos. Los que se irán creando y que serán parte de la Fábrica y que se podrán comprar a través de la wi-fi interna."

¿Crees que de alguna manera marcas un hito en el panorama cultural cubano?, le pregunté.

"No creo eso. Esto es solo un proyecto, si alguien lo cree, pues qué bien". 

¿Hasta el momento qué espacios están abiertos al público?

"Todos", dijo. Lo cual me pareció una contradicción, porque acababa de decir que aún estaban construyendo.

Pero enseguida él despejó mi incógnita: "La nave en que se está trabajando para abrir en marzo es la de conciertos en vivo. Mientras, se hacen aquí adentro, acústicos".

¿Alguna otra perspectiva con el proyecto o con el lugar?, quise saber.

"¿Perspectiva?"

Entendí que habíamos llegado a un punto incómodo de la entrevista. Y no porque yo no tuviera qué preguntar o él no tuviera qué decir. Respiré profundo y le expliqué.

A lo que él respondió: "Una vez que tengamos el manual de funcionamiento de esto, la idea es hacerlo extensivo a otras provincias. En la región central, otra en Santiago. Hacer una cadena".

¿Con el mismo concepto de arte integrado?

"Sí, el mismo. Pero serían los propios artistas de las provincias los que estarían al frente, llevando sus proyectos."

Cuando creo que su laconismo ha llegado al límite, le reprocho si hay alguna razón específica para tanta timidez. Y descubro que hasta el momento le he hecho preguntas "un poco raras".

Nada de raras, pienso yo. ¿ O será que como mismo yo no estoy preparada para esta nueva Cuba, Equis Alfonso no está preparado para un periodismo menos complaciente?

Me justifiqué con que aún no había tenido la oportunidad de ver la galería por dentro, y por eso mis preguntas se dirigían al funcionamiento administrativo a partir de mis primeras impresiones.

"¿Y cuáles fueron tus primeras impresiones?", preguntó.

Pues mis primeras impresiones fueron las que me dio un guardia de seguridad amenazando con que no dejaría entrar a nadie si empujaban. A eso se le podría sumar que estuve junto a una multitud afuera tratando de entrar hasta las 11 de la noche y solo habían pasado 10 personas del público y el resto habían sido invitaciones. Le dije que la imagen de Equis que tenía y que tienen algunos, se me derrumbaba. Que la imagen de arte comprometido que da Equis, nos estaba traicionando a muchos.

Al menos logré que me diera algunas explicaciones. "Bueno, más responsable para mí era limitar la cantidad de persona y evitar que hubiese un estropicio por un día, por un capricho, en el proyecto en el cual llevo siete años trabajando. Somos veinte personas y las respeto a todas."

Ya es casi la medianoche. Me siento con unos amigos. Tomamos unas cervezas. Miro los rostros que se pasean entre los pasillos. Es diverso el público pero no deja de ser el interesado en el arte por pasión o por puro snobismo. Es muy agradable el lugar. Se pudiera estar verdaderamente toda la madrugada. Ya sé que la belleza cuesta. Pero, ¿cuánto puede costar? ¿quién le pone precio? ¿cuánto es preciso pagar? ¿cuánto hay que esperar? ¿En cuántas galerías en el mundo hay que pagar la entrada?

Ya sé que no es un proyecto autónomo, le dije a Equis. Pero, ¿era un proyecto auténtico?

"He estado en otros países. He tenido la posibilidad de entrar a lugares donde han cogido fábricas y las han usado para danza o solo para conciertos, pero un sitio como este no lo he visto. Y si existe en algún lado y te enteras, me avisas para ir corriendo a preguntar cómo se hace. Aquí todos estamos con lo que tenemos, con lo que podemos, para echar adelante un sueño de mucha gente."

"Nadie sabe cómo funciona esto. He visto museos, he visto fábricas donde se hacen conciertos pero este tipo de local no le he visto en ningún lado. No sé cómo funciona. Y es poco a poco, porque quiero hacer que esto dure para siempre, no que dentro de dos meses haya que cerrar porque no da la cuenta."

¿Cómo piensas hacerlo sustentable?, quise saber.

"Estoy en eso mismo. Tratando de ver cómo la inventamos para, de lo que se produzca aquí, autofinanciarnos. No sé, de las entradas, pagando los porcientos que se deban pagar. A nivel económico será mucho más importante el arte ahora. Y con todo lo que se ha invertido aquí. El Ministerio nos dio una cifra de mantenimiento y nosotros mismos hemos puesto todo lo que teníamos arriba, pues lo hemos cogido como una cosa personal. Y pasará tiempo para poder recuperar todo esto que está aquí. No es un negocio privado, sino es algo hecho para la gente. Imagínate tú, aquí se ha trabajado desde agosto hasta el día que se abrió, casi 24 por 24. Y el día de la inauguración tú no pudiste entrar y te sientes traicionada. ¿Qué injusticia, no?"

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