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Literatura

Manny López: «Prefiero crear que destruir»

El fundador de la Galería y del proyecto Zu habla de su poemario 'Yo, el arquero aquel', y de noches literarias en Miami.

Montreal

"A veces todo sale en inglés, o a medias, o no sale: I would have to say I am an eternal researcher, someone with an incredible memory, an avid collector, a man with an unquenchable thirst to know more, to learn more every day…". Así se define a sí mismo Manny López (Morón, Cuba, 1969), poeta, activista cultural y fundador de la Galería Zu en Miami. En septiembre de 2011 publicó su primer libro de poesía, Yo, el arquero aquel, con Editorial Velámenes, tema, entre otros, del que habla en esta entrevista para DDC.

Llegas a Estados Unidos con diez años de edad. ¿Qué recuerdas de cuando saliste de Cuba?

Recuerdo que como niño al fin, cuando mi madre me dijo que nos íbamos, le dije que no me iría; esa fue la primera reacción. Yo era feliz en mi mundo, no conocía otra cosa, lo que tenía me parecía grandioso, los amigos, la escuela, los reglazos que le daba a los muchachos que repasaban en las tardes en el portal del patio... También recuerdo el día que nos fuimos, en cada esquina de cada pueblo que pasábamos había un coro griego que lanzaba las mismas palabras, palabras de odio, porque no sonaban nada agradable.

¿Llegaste solo o con tus padres? ¿Cómo fueron tus primeros tiempos en Estados Unidos?

Vinimos cinco. Mis padres y mis hermanos. Siempre me he adaptado rápidamente. Me sentí raro los primeros meses porque no hablaba inglés y al principio cuando nos reuníamos con primos, ellos, todos nacidos aquí, hablaban en inglés, y nosotros nos quedábamos en el aire. Pero me di a la tarea de aprender el idioma lo antes posible.

Aquí también sufrimos eso de las palabras feas. ¡Oh claro que sí! Recuerdo como los familiares en tono de juego nos decían "los escorias". Y en la escuela los que habían nacido aquí nos decían "refs", de refugiados, de forma despectiva.

Pero el tiempo pasó, y vino otra ola de cubanos, a quienes les dijeron "balseros".

Hace apenas unos meses publicas tu primer poemario 'Yo, el arquero aquel', bajo el sello editorial Velámenes. Has dicho que leyendo la poesía de tu amigo Juan Carlos Valls te llegó el impulso o la necesidad de tener tu propio libro, tu primer poemario. ¿Recuerdas algún poema en especial que te motivó?

No fue exactamente así como ocurrieron las cosas. Desde niño escribo para mí, como forma de terapia. Nunca había pensado que podía hacerlo profesionalmente, que lo que tenía que decir podía llamarle la atención a nadie. Tomaba un taller de poesía con la poeta Elena Tamargo, y una madrugada, leyendo la poesía de Juan Carlos Valls, sentí un dolor profundo en el pecho y pensé que me estaba dando otro ataque al corazón.

Pero al comentarle a Elena lo que me había pasado, ella me dijo: "No confundas esto que te ha pasado, esto es algo mucho más grande, esto es un llamado".

Y así ha sido. Ha sido el despertar que necesitaba, el impulso a atreverme a dejar que los demás me vean completamente desnudo a través de la poesía. Lo de publicar el libro vino mucho después. En ese momento no pensaba en nada más que en escribir, y en los momentos que vivía entonces. Pero sí recuerdo un poema en específico. He leído un poema de Diane Wakoski. Específicamente estos versos:

pasarán veinte años/ y este poema será desempolvado/ por un muchacho a quien la gente/ (con el mismo cuchillo con que cercena/ el pan de cada día)/ habrá herido y dibujado una ventana/ para que otros pájaros/ violentados por la misma ironía de las palabras/ pongan en peligro la belleza del mundo.

¿Contaste con el apoyo o la ayuda de alguien en particular para preparar 'Yo, el arquero aquel'?

Elena me editó el libro. Lo revisó desde el principio. Adalberto Guerra también lo revisó, y amigos que leyeron mis poemas: Karin Aldrey, Juan Carlos Valls, Pedro Assef.

¿Tienes algún poema favorito de los que has recogido en el libro?

Este libro es un recuento de lo que me tocó vivir en un tiempo, el despertar a la poesía, los deseos de amar, y pedazos de momentos claves en mi vida que necesitaban tener un fin. Y aquí los logré cerrar.

Todo el libro está conectado. Es una historia de principio a fin. Me siento orgulloso de estos retoños. Hay uno en específico que quiero mucho...

¿Cómo se titula?

"He decidido perderme en poemas".

¿Y por qué lo prefieres?

Porque fue uno de los primeros poemas que escribí. Y porque el día que lo leí en público por primera vez, vi la reacción de alguien del público, y sentí que mis versos le hablaban.

En 2006 fundas la Galería Zu, un espacio alternativo en Miami. Allí organizas actividades hasta 2010. ¿Qué es lo más provechoso que pudieras decirnos en relación a ese trabajo de cuatro años?

Aprendí muchísimo. Conocí mucho de esta ciudad y de sus habitantes, cosas que no conocía de primera mano, solo de bocas ajenas. Conocí gente bella, a algunas de esas personas que hoy ocupan un lugar importante en mi vida. Descubrí que soy mucho más fuerte de lo que pensaba, y de lo que pensaban algunos. Le di el espacio que debía ocupar la poesía en mi vida. Fue muy buena experiencia.

¿Y qué es lo peor que recuerdas, si es que puedes contarnos?

No recuerdo nada malo ahora mismo... Hasta el cierre se ha convertido en algo positivo en mi vida.

Afortunadamente para los ávidos de encuentros literarios en Miami has vuelto con un nuevo espacio, esta vez en la Alianza Francesa. Cuéntanos de este Proyecto Zu, y lo que ocurrirá allí el tercer jueves de cada mes.

Es un proyecto que ya había empezado en diciembre del 2010, y que en el pasado septiembre tomó un descanso. Ahora vuelven esas Noches Literarias en la Alianza, que serán los terceros jueves de cada mes, y que ya están totalmente programadas hasta diciembre.

¿Piensas invitar solamente a poetas?

No, aquí habrá espacio para la literatura en general. Pero la poesía siempre viene primero en lo que hago.

Con este Proyecto Zu, ¿cuáles son las metas que te has trazado?

Seguir con lo que empecé en la Galería, una noche al mes donde las personas puedan venir a escuchar poesía, narrativa, en fin, donde puedan pasar unas horas agradables, y aprender a la vez, conocer escritores, y que los escritores encuentren nuevos lectores. Un círculo. Esto es un círculo donde todos salimos ganando.

¿Quiénes son esos autores o poetas que ya has programado para las Noches Literarias?

Estoy abriendo este ciclo con Aymara Aymerich (abril 19), y en mayo estará Emilio García Montiel, y en junio Félix Lizarraga...

¿Qué es lo que te hace crear estos espacios culturales en Miami?

La necesidad de devolver algo a esta comunidad, y a la vez hacerlo con algo que a mí me gusta tanto. Añoro espacios como en las grandes ciudades donde existen montones de tertulias y eventos culturales que enriquecen a tantas personas. Además, yo siempre prefiero crear que destruir. Aun con palabras.

¿Esperas algún tipo de recompensa por parte del público asistente a estos encuentros mensuales que planeas?

La recompensa es poder hacer esto, poder hacer lo que me gusta, como he dicho antes. Si vienen y les gusta lo que presenciaron, que pasen la voz. No espero nada más.

¿Tienes en mente escribir o preparar un nuevo libro de poesía?

No he dejado de escribir. Tengo varios proyectos ahora mismo, uno en inglés que casi está terminado.

¿Y por qué has preferido la poesía?

Porque la poesía me escogió a mí, me tomó de la mano y no he podido soltarla. Cada día la necesito más.

¿Dejarías Miami para instalarte en otro ciudad del mundo? De ser afirmativa la respuesta, cuál ciudad sería y por qué.

Sí, de hecho lo he pensado mucho últimamente. No tengo idea de a dónde irme, pero me gustaría mucho que fuera una ciudad del norte, más americana, que es el país donde realmente vivo. Miami, esta ciudad que ha heredado lo mejor y lo peor de Cuba, cada día anda peor, con muy mala energía.

¿Por qué dices eso de Miami?

No es Miami, somos los habitantes, específicamente los cubanos, que seguimos arrastrando los mismos fantasmas, las mismas malas mañas que aprendimos del comunismo, del castrismo, y cada día nos hacen más viles.

¿Te ataría algo a Miami?

Mi familia. Pero ella siempre me ha apoyado en mis decisiones. O sea, que no sería un problema.

Fuiste amigo de la poeta Elena Tamargo. Lamentablemente falleció. ¿Crees que se hubiera podido salvar de su enfermedad? ¿Cuál es el último recuerdo grato que conservas de ella?

No creo que se hubiera podido salvar, y ella lo sabía mejor que todos nosotros, pero Ele ha sido la persona más valiente que he conocido en mi vida. Tengo demasiados recuerdos suyos, y los guardo con mucho recelo, pero cierro los ojos y me viene a la mente su dulce sonrisa, y cómo me apretaba las manos, y el último domingo que habló. Habían unas personas que vinieron a rezar por ella, y ella estaba cansada y quería estar a solas conmigo y con Ena Columbié, que también estaba en ese momento, y me decía: "mijito tú me entiendes, ve y dile a la enfermera que ya puede venir, tú me entiendes". Y yo en el aire, hasta que me di de cuenta. Y, bueno, las personas se fueron, y ella, como hacía días que no la veía, me dijo: "ve y dile a Yvonne López Arenal que aquí esta Elena Tamargo, la próxima actriz de Akuara Teatro". Y nos reímos como niños traviesos.

¿Has vuelto a Cuba?

No he vuelto.

¿Desearías ir?

Muchas veces he tenido el mismo sueño: me bajo de un taxi a una cuadra de la que era mi casa y camino mirando de lado a lado, pero ya no conozco a nadie, ya no son las mismas personas que dejé. Entonces despierto y se me quitan las ganas. Serán miedos. Pero los deseos de volver han ido disminuyendo.

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