Back to top
Sociedad

En la basura también hay privilegios

Pero los habaneros admiten que el problema no es solo ineficiencia del Gobierno cubano.

La Habana

Recorrer zonas céntricas de La Habana podría dejar la sensación de que sí ha mejorado la recogida de desechos sólidos, una de las problemáticas que durante seis décadas ha sido asignatura pendiente del Gobierno cubano.

Sin embargo, basta adentrarse un poco en las barriadas periféricas y el panorama cambia por el de una ciudad sucia, que contradice la propaganda por la celebración de sus 500 años.

"No basta con llenar la ciudad con carteles en saludo a sus 500 años, ni embellecer paradas de ómnibus y maquillar dos o tres parques sin árboles", dijo Micaela Álvarez, exdelegada del Poder Popular en el municipio Cerro.

"La recogida de basura tiene que ser la principal tarea de la empresa Comunales, un problema que solo se ha solucionado en las zonas visibles de La Habana. La publicidad y los discursos no resuelven", fustigó refiriéndose a las vallas con las cuales el Gobierno ha inundado la capital.

La empresa estatal de Servicios Comunales, que forma parte del Consejo de la Administración Provincial, es la encargada de organizar, controlar y dirigir la "recogida y disposición final de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU), el mantenimiento de las áreas verdes y el mobiliario urbano, y los servicios necrológicos", entre otras acciones, según destaca el sitio oficial de la empresa.

"A pesar de que la empresa cuenta en el territorio con un aproximado de 13.000 trabajadores, no se logra resolver los diversos problemas, fundamentalmente los relacionados con la recogida de RS", reconoció un directivo municipal.

"No se trata de insuficiencia en los recursos humanos, sino en la poca disponibilidad y distribución de equipos", dijo el directivo, pero no supo responder cómo se distribuyeron los camiones recolectores donados por el Gobierno de Japón.

Como parte de un donativo de diez millones de dólares para la limpieza de La Habana, el Gobierno japonés incluyó 100 camiones recolectores de desechos sólidos, que llegarían a Cuba progresivamente a través de gestiones de la corporación nipona Somitomo.

"Pero esos camiones se ven muy poco por estos barrios olvidados de Dios", se quejó Mayra Zaldívar, residente del consejo popular Los Pinos, en Arroyo Naranjo.

"Recorrí la ciudad hace poco y tal parece que los municipios alejados del centro no pertenecemos a La Habana. Lo único que nos toca son las vallas, pero no los camiones ni la limpieza, que sí puede verse en partes de Centro Habana, La Habana Vieja y el Vedado. Quizá nosotros tendremos que esperar a los próximos 500 años", añadió Zaldívar.

"La gente también es muy sucia"

El deprimente panorama de localidades como Santo Suárez, El Canal, Los Sitios, Lawton, Alturas de Belén, Buena Vista o Juanelo, por mencionar algunos ejemplos, empeora con la acumulación y pudrición de desechos sólidos, escombros, y los tanques recolectores rotos por el uso o por el pillaje.

No pocas de estas montañas de basura, acumuladas incluso durante más de tres semanas, se encuentran a escasos metros de círculos infantiles, escuelas o policlínicos. También próximas a locales de venta de productos alimenticios.

Casi la mitad de los habaneros encuestados, en un recorrido por más de una docena de consejos populares, responsabilizó a los vecinos por la suciedad y la acumulación de basura, que afecta la salud de todos.

"La gente también es muy sucia, muy poco disciplinada y esto es también la realidad que estamos viviendo. El Estado no es el único culpable aquí", apuntó Rogelio Pupo, residente en la barriada Las Cañas, en El Cerro.

Desde el portal de su domicilio, en la calle Atocha, se observó cómo varios vecinos no echaban los desechos dentro de los tres depósitos colectores que se hallaban vacíos, pues apenas diez minutos antes había pasado el camión de recogida. Desde más de un metro de distancia lanzaban las bolsas de plástico o los escombros.

"Este comportamiento es habitual, y la gente ni siquiera se conduele de que esto suceda a medio metro del círculo infantil al que llevan a sus propios hijos. Duele decirlo, pero la gente se acostumbró también a vivir entre la mugre y la pudrición", dijo Esther López, la esposa de Pupo.

La advertencia de multas de entre 1.000 y 1.500 pesos, para quien acumule desechos o escombros fuera de las áreas indicadas, no consigue el efecto disuasorio.

Un jefe de sector consultado declaró que sus obligaciones están más centradas en "combatir la delincuencia que en perseguir a los infractores que no cumplen con la disciplina de echar la basura dentro de los tanques".

Para este oficial de la Policía, esto debería ser obligación de los inspectores de Comunales, "de conjunto con los delegados del Poder Popular".

Madi Letamendi regenta Zulu, un negocio privado de La Habana Vieja, ubicado en la intercepción de Aguacate y Teniente Rey. Es afectada, junto a los vecinos de la cuadra y una escuela primaria, por la acumulación de basura, pero reconoció que este problema no solo responde a la dejadez del Gobierno, sino también "a la indisciplina de las personas".

"No importa cuántos tanques pongas, cuántos carteles de advertencia. La gente nos ha dicho que no quiere caminar dos cuadras más y, por lo tanto, en cualquier esquina se acumula la basura. No es La Habana ni el gobierno de La Habana, somos los habaneros los responsables de tanta suciedad", opinó Letamendi.

Archivado en

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.