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Sociedad

Combustible a la homofobia en Santiago de Cuba

La polémica sobre el matrimonio igualitario ha empeorado la situación de las personas LGBTI, denuncian miembros de esa comunidad.

Santiago de Cuba

La polémica sobre el matrimonio igualitario generada durante el proceso de reforma constitucional parece haber echado combustible al machismo y la homofobia que existen en Santiago de Cuba.

La continua propagación de carteles contra la comunidad LGBTI, con total impunidad y sin pronunciamientos de autoridades e instituciones, es la cara más visible de conductas sociales que tienen como consecuencia más crítica la represión.

Mensajes como "Dios creó al hombre y a la mujer para que procreen", "Salve a su familia y a sus hijos", "No al homosexualismo", entre otros, permanecen en postes, paredes y en las fachadas de viviendas de religiosos, lo que apoya la vulneración de derechos, opinaron en declaraciones a DIARIO DE CUBA personas LGBTI.

Consideraron que, desde que surgió la polémica sobre la posibilidad del matrimonio igualitario —finalmente eliminada de la Constitución—, el rechazo hacia ellos es mayor.

"Se dice que se ha avanzado en cuanto al comportamiento homofóbico y transfóbico; sin embargo, en Santiago aún no se progresa en esta lucha. La propagación de carteles, la negación de puestos laborales por motivos de orientación sexual e identidad de género, la represión policial hacia las personas trans lo evidencia", comentó Arquímedes Vera Larduet, homosexual de 45 años de edad que trabaja como bailarín del Cabaret Son Caney.

"Los operativos policiales tienen lugar en los espacios frecuentados por personas LGBTI, bajo la presunción de que son lugares proclives al ejercicio de la prostitución. La Policía convierte a los miembros de esta comunidad en víctimas directas. Con frecuencia son multados o enviados a prisión por el presunto delito de peligrosidad social".

José del Rey, de 30 años de edad, es director artístico de espectáculos musicales. "La homofobia es algo en lo que se debe seguir profundizando en Santiago de Cuba, porque todavía quedan rasgos negativos, entre ellos el abuso verbal, cotidiano hacia las mujeres lesbianas y las personas trans", dijo.

Yoendris Galbán, de 35 años, quien trabaja como agente de seguridad en el Policlínico Josué País, en el reparto Abel Santa María, se quejó de la discriminación racial que, por añadidura, sufren muchos integrantes de la comunidad LGBTI. "Es habitual escuchar la frase '¡negro y maricón, qué desperdicio de hombre!', sin que se advierta lo lesivo y racista", lamentó.

Una de las problemáticas que afronta la comunidad LGBTI en Santiago de Cuba es la falta de espacios para la socialización.

"Don Chago, un espacio particular que está respaldado por una persona cuentapropista, es el único lugar en el que las personas LGBTI, los días sábados de cada semana, podemos socializar", apuntó Daniel, un joven estudiante de Derecho. "Todas las demás instalaciones nos han cerrado las puertas, incluyendo establecimientos de la Cadena Palmares, que ha sido la más dura con nuestra comunidad", expresó.

La comunidad LGBTI santiaguera no posee ninguna agrupación que pueda abogar por sus derechos. Las Isabelas, grupo de mujeres apoyado por el estatal CENESEX, no tiene proyección dentro de la comunidad y, para muchos, es solo una fachada de cara a la comunidad internacional.

"Fui activista de CENESEX en 2012", relató Daniel Silva Hernández, transexual conocido como Elizabeth. "Cuando iba como su representante a plantear las afectaciones de miembros de la comunidad por el huracán Sandy, en el Partido me decían que fuera de noche o de madrugada, se avergonzaban de mí. Nunca pude resolver nada, todo esto me decepcionó y lo dejé".

"Todavía la comunidad LGBTI no puede asumir un trabajo según sus características identitarias, hay discriminación social y, más aún, laboral", advirtió Silva Hernández. "Es muy difícil encontrar trabajo hoy en la ciudad siendo un transexual".

"Sin dudas, la exposición de carteles homofóbicos se ha incrementado" desde la discusión sobre el matrimonio igualitario, afirmó. "El Gobierno no fue capaz de explicar bien a la sociedad el porqué", opinó Silva Hernández, para quien la inclusión de la posibilidad en el anteproyecto de Constitución fue más bien una pose de cara al mundo.

"No miran el matrimonio igualitario como un derecho humano, sino como una necesidad política de ellos. Nunca tuvieron la necesidad de consultar o encuestar a la comunidad LGBTI".

*Con la colaboración del periodista Jorge Amado.

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