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Sucesos

Sensacional robo de un puerco asado en un barrio habanero

'¡Son ninjas!', repite una de las cubanas víctimas del suceso.

La Habana
Puerco asado en púa.
Puerco asado en púa.

"Lo nunca visto", dice Elvira, testigo ocular del hecho en el barrio Cangrejal, cerca de Santa Fe, al noreste de La Habana. "Dos hombres brincaron la cerca de atrás, levantaron el puerco en la púa y volaron en la oscuridad. ¡Son ninjas!".

Cuenta Elvira que se quedó petrificada al ver a los individuos enmascarados entrar al patio.

"No pude mover ni un pelo. Uno de ellos me miró. Era de noche. Estaba en tragos. Fue realmente impresionante".

Según Elvira, al puerco lo montaron por la tarde en la púa, pero el carbón no prendió y por eso demoraba. "Yo preparé el mojo de la yuca y la ensalada. Eulalia, la dueña de la casa, hizo el congrí. Todo quedó divino".

Su marido, Ernesto, ayudó al esposo de Eulalia, conocido por su apellido, Cancio, en la labor del asado.

El puerco tenía unas 180 libras, había sido criado por la familia en el corral del patio. Elvira y Eulalia son compañeras de trabajo en el estanquillo de periódicos de Cangrejal.

"Estábamos invitados esa noche por Eulalia", dice Elvira.

La noticia del robo corrió rápidamente por los barrios aledaños.

"El puerco se llamaba Chancho", relata Eulalia en su vivienda, situada al final de la calle Ranero. "El patio da a una cañada, por ahí no hay más casas. En la oscuridad de la noche fue difícil seguirlos. Ahora, con más calma, pienso que nos estuvieron vigilando todo el tiempo y esperaron a que el puerco estuviera asado".

Cancio es estibador de la fábrica de pienso. Todavía trastocado con el hecho expresa que cuando el puerco estuvo en su punto, se fue a bañar y después, cuando escuchó la gritería de las mujeres, salió medio desnudo, pero ya de Chancho no quedaba ni rastro.

"Encontramos la púa al otro día, en medio del campo", narra Cancio. "Se salvaron porque ya no tenía a mi perro, que murió extrañamente un día antes. Ahora me intriga si tal vez lo envenenaron".

Cuando se produjo el robo, el esposo de Elvira tampoco estaba en el patio. Probaba las yucas en la cocina.

"A mi esposa la presión la paralizó y, cuando Eulalia se dio cuenta del robo en sus propias narices, gritó tan fuerte que debe haberla oído Cangrejal completo. Yo estaba pasado de tragos… con tremendo dolor de espalda por tanto tiempo sentado dándole vueltas a la púa. Me caí cuando fui a saltar la cerca persiguiendo a los ladrones. Casi me parto un brazo".

Cancio dice que si los coge, los mata.

"Con el trabajo que pasé para montarlo en 180 libras… Era un puerco bueno, la familia le había cogido cariño. A la niñas les dolió cuando lo matamos, pero más les dolió cuando se lo robaron".

Vecinos de Cangrejal señalan que, en lo adelante, tomarán medidas cuando vayan a asar puercos.

"A partir de ahora voy a mantener la puerta de la cocina cerrada todo el tiempo. La gente está desesperada, puede hacer cualquier cosa con tal de comer", comenta Katia, peluquera particular y vecina de Eulalia.

Luis, cartero de pueblo, lamenta el escándalo del robo del puerco asado. Mala fama para la localidad.

"¡Porque eso es hambre… pura miseria! Yo no sé a dónde vamos a llegar".

En cambio Felicio, desempleado y borrachín, cree que el robo no fue para comer.

"Seguro lo llevaron a un 'paladar', o lo vendieron entero, o por pedazos entre los compinches, porque los que hicieron eso son ladrones profesionales".

Elvira repite que son ninjas.

"Casi invisibles. Y con lo rica que quedó la yuca con el mojo que le preparé. Y la ensalada. Y el congrí de Eulalia. Pero se llevaron lo principal", se queja. "Resultó de verdad como había pronosticado Cancio por la mañana, una Noche Buena inolvidable".

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