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Humor

La Habana cumple años y Usebio es perfumista

'Cumple años La Poma y Usebio se sucheliza y se le monta el espíritu de Moscú Rojo y lo que tira es mofuco de guerlén.'

Madrid

Resulta que ahora Usebio Loyal también es perfumista. Cumple años La Poma y Usebio se sucheliza y se le monta el espíritu de Moscú Rojo y lo que tira es mofuco de guerlén.

"Delicada fragancia, aroma sutil", empieza a recitar con los ojos completamente en blanco, como ido.

¡Ay, Longina seductora cual flor primaveral, a Usebio se le ha montado el espíritu de Recuérdame y de Cinco PM!

Cumple años La Poma, inventan un brebaje pátrás de las orejas y el Historiador de la Ciudad explica ese perfume a todos aquellos que lo tengan lejos o anden cerca pero con la nariz tupida.

"Solo perceptible en su intención íntima por aquellos que conozcan la clave del secreto", recita Usebio abriendo a todo lo ancho los brazos como se aprende a abrir los brazos en La Colmenita.

Como si, cerrándolos hasta abrazar el aire, se estuviera abrazando el Cambolo de Sainte Iphigénie.

Il Cambolo, dicho para italianos que se asomen por Santiago de Cuba.

Del discurso de Usebio se desprende que no hay perfume para todos, que hay un "solo para aquellos", que ese perfume no va a llegar por la libreta, que se trata de una diploesencia.

Hay que tener dólares, y no pocos, para llevarlo.

Hay que tener cucs. Cucúdiamantes, mi vida.

Hay que conocer "la clave del secreto".

Tarea para las más expertas ancianas jefas de vigilancias, para tetés comités y fefas. Tarea para los perros segurosos cuando Usebio dice que ese pomo encierra un secreto.

Velado y escondido, disfrazado y oculto, ímplicito y recóndito, anónimo y arcano, insondable y hermético: retama de Lezamaguayacol. Por ti, Santa Ifigenia, la más primorosa mujer virginal... Han fabricado un perfume por el aniversario de La Habana que solamente pueden entenderlo las administradoras de OFICODA, conocedoras de la clave de los secretos y que saben de la intención íntima de cada usuario.

Y hablando de íntima... Bueno, mejor lo dejo aquí.

En fin, como sabe cualquiera que conozca de olidas el mundo de los perfumes (el mundo, no la Isla), estos se explican por la enumeración de algunos de sus ingredientes, por una breve frase si acaso, y por un buen par de ejemplares de humanos que se acerquen irresistiblemente a hociquearse uno contra el otro.

¡Al restriegue, valientes cubanos, al restriegue nos llama el deber...!

Pero el caso es que en Cuba los jefangos de Usebio Loyal, la mayimbada, no quieren que nadie se enriquezca, y no van a rebajarse a pagar a unos modelos para que estos vayan después a creerse que están ricos.

No, señor. No, compañero. No, gerente de GAESA.

No permitiremos que en Cuba se concentre la riqueza. No necesitamos gente que esté rica. No los queremos, no los necesitamos. ¿Villa Marista, me escuchas? Bien, voy a mandarte para allá a un par de elementos que se creen que están ricos... Hospédamelos en "periodo especial" hasta que estén hechos un asco y nadie quiera mirarlos...

Tampoco anda dispuesta la mayimbada a que el capitalismo vuelva, así que se ahorran toda la publicidad que conlleva en el mundo el lanzamiento de un perfume y hacen campaña de una manera propia, de la manera en que les enseñó El Acuarelista de la Ideología Antillana, Fifo Cambolo.

Llaman, por tanto a una cotorra palabrera, y para ese papel Usebio Loyal se pinta solo.

Usebio de cuerpo presente con su traje Mao o de impoluta guayabera, tan impoluta que ha salido limpia del experimento en que 26 auras ("siempre es 26") intentan en vano defecar encima de ella. Una guayabera que sobrevivió al Moncada, a Playa Girón, a la Limpia del Escambray, a la Quema del Encanto, a la Campaña por el Caramelo Vacuna y a esas 26 cagadas de auras mencionadas antes.

Usebio esperando ya la orden de arriba, his master's voice. ¿Nervioso? Na, Usebio nunca está nervioso cuando la cosa es de dar muela.

Así que reúnen al populacho ante la ceiba, suenan el cañonazo de la nueve en la otra orilla, una joven militante que-no-deja-de-estar-rica-pero-que-es-militante abre ceremoniosamente el pomo de mofuco, le da a oler a Usebio el contenido de ese pomo, y Usebio lo huele y se pone como un perro al que echan gasolina en sus íntimas partes: da vueltas y vueltas alrededor de la ceiba.

Sin parar, como un poseso.

Entonces, ay Avellaneda, la chusma diligente empieza a dar gritos a todos los dioses en que creen, cae mismamente ahí un rayo, parte la ceiba en dos, y Usebio consigue detenerse al final de su carrera y, con los ojos en blanco, cuando las autoridades esperan que recite las palabras acordadas, aquello tan poético de "Delicada fragancia, aroma sutil, solo perceptible en su intención íntima por aquellos que conozcan la clave del secreto...", lo que hace es ponerse a decir frases sin sentido.

"Escape de gas por una tubería", se le escucha murmurar.

"Meao en la escalera", pronuncia con los ojos en blanco y abriendo bien los brazos.

"Terciopelo de butaca del Payret", apenas se le escucha.

Dice: "Pedal de bicitaxi, espejo de petróleo frente a Regla, destilado de licra a las tres de la tarde..."

¡Ay, Comandante Bernabé Ordaz, sál del infierno y mira en el estado en que se encuentra este paciente tuyo, Usebio!

"Óxido de lata de luzbrillante", se le escucha.

Y dice fricandel, dice perro sin tripa, dice comején de viga de barbacoa.

"¡Moringa!", grita como si diera con la palabra que llevaba tantos siglos buscando.

"¡Moringa, moringa, moringa!", aúlla, perrea.

¡Perrea, Usebio, perrea...!

Usebio perrea contra la ceiba, entra en tal restregadeira infernal que asusta incluso a la chusma diligente que cantara la Avellaneda, aquella mujer mucho hombre que se le escapó al CENESEX.

"Le metieron demasiado adentro", conjetura la gente ante tal espectáculo.

Le metieron demasiado adentro, ¿a quién? ¿A Usebio? La mayoría de los encuestados entre la multitud  contesta que al pomo, al pomo de perfume... Y Usebio no ha hecho más que recitar los ingredientes del secreto de ese dichoso perfume de Suchel. Un perfume que lo único que pretendía era describir La Habana por su aniversario, no poner en este estado al Historiador de la Ciudad.

"¡Ay, mamá!", se dan voces los testigos de los hechos, ahora en fuga.

"¡Usebio olió algo, arrasó con la ceiba y está acabando ahora con el Templete!", gritan despavoridos.

Cuerpos lanzándose a las oscuras aguas de la bahía, almas desesperadas como en el último minuto de Pompeya.

La Giraldilla los contempla desde su torre.

"Esta gente", dice sin palabras, nada más con su mirada, "lo único que sabe es destruir".

Pero no se refiere a esa pobre gente que huye, sino a la mayimbada.

"Se olvidan de La Habana todos los días del año, luego se inventan un homenaje", dice con su mirada La Giraldilla, "y fíjate en lo que termina..."

"En el momento en que alcanzaba su descojonación mayor", le contesta, también con la mirada, la india de la Fuente de la India.

Las dos estatuas se miran una a la otra sin decir nada, y sueltan al unísono: "¡Perfume ni perfume!"

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