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Sociedad

¿Qué es más caro en Cuba, el curso escolar o las vacaciones?

Para muchos padres el período vacacional es un suplicio, tanto por los precios como por la falta de ofertas.

La Habana

Claudia, madre de dos niños y vecina de Mantilla, en Arroyo Naranjo, no pudo ahorrar este año para las vacaciones de sus hijos. "Por suerte, no hay muchos lugares que visitar y los niños están cansado de lo mismo: Zoológico, Acuario, Parque Lenin y la Isla del Coco…", se consuela.

Muchos padres habaneros enfrentan, como ella, el mismo problema en los meses de julio y agosto, cuando lo niños están de vacaciones escolares y la economía familiar no da para repartir entre la carga doméstica habitual, el transporte y los altos precios de algunos centros recreativos.

"Los niños también comprenden que con este calor es nefasto montarse en una guagua. En vez de divertirte, es ir solo a pasar trabajo, como ha ocurrido varias veces", añade Claudia.

"El salario de un trabajador en Cuba apenas alcanza para comer", apunta por su parte Yordalis, de Jaimanitas, madre de Enmanuel, de nueve años.

El huracán Irma acabó con su casa y todavía no ha podido recuperarse. "Tuve que comprar materiales constructivos a precio de espanto y aún estoy endeudada", se queja.

"Lo que gano de costurera solo me alcanza para comer, no puedo darme el lujo de llevar al niño a pasear; eso es imposible", lamenta.

"Además, ¿a dónde lo puedo llevar? Enmanuel se conoce el Zoológico de memoria, al igual que todos los peces del Acuario. El Parque Lenin queda muy lejos y, por suerte, jamás le ha gustado porque sabe que hay que llevar un dineral. Y del Parque Inflable ni hablar, las colas que hay que meterse para entrar son de ampanga".

"Ahora ya tengo que ir pensando en comprar los implementos del próximo curso escolar, la mochila, el merendero, los zapatos", enumera Yordalis. "Todo lo que haga con la costura en agosto tengo que guardarlo para eso".

"Hay que pensarlo dos veces para salir a la calle", apunta Vania Gómez, de Santa Fe, madre de dos niñas en edad escolar, refiriéndose tanto a la falta de ofertas como al calor. "Y, cuando te decides y sales a algún lugar, las colas son inmensas y asfixiantes".

"Por experiencia, siempre llevo la comida de la casa, pero la semana pasada se me había acabado el gas y no pude llevar nada", relata. "Fuimos a la Isla del Coco, que es lo más cerca que tenemos de Santa Fe, un desierto bajo el sol. ¡Había helado! Pero no había vasos".

"Las niñas sufrieron tanto, que tuve que pedir dos vasos prestados a una madre que los había llevado de su casa. Así es que debemos resolver los pobres. Nada de eso se discute en las reuniones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, allí solo que se habla en abstracto, puro abstracto", critica.

"Y todavía quedan semanas de vacaciones por delante. A los pobres de Santa Fe lo único que nos queda es la playa, y eso porque la tenemos cerca. A veces me pongo a pensar en la gente de Lawton o de Párraga… tan alejados de la costa".

Para Rosa Elena Fis, de La Coronela, en La Lisa, madre de las pequeñas Yunesky y Talia, las vacaciones son un suplicio.

En su caso, sus hijas "no se cansan de ir siempre al mismo sitio. Y cada viajecito jala un dineral".

"Lo más caro son los juguetes que venden los cuentapropistas, y para una madre es imposible negarlos, porque de lo contrario se echa a perder el paseo", dice.

"A veces prefiero que nunca lleguen las vacaciones, y que estén en la escuela, aunque en verdad no sé cuál de las dos cosas es más cara, porque entre la merienda diaria y todo lo que hay que comprarle para que estudien, es mucho el dinero que se va".

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