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Opinión

Presidente Miguel Díaz... Urrutia

'El caso de Díaz-Canel es similar al de los seis presidentes títeres de Batista, y al de Urrutia, no al de Dorticós. Siendo jefe de Estado, de Gobierno y de las FAR, es solo un administrador de la burocracia estatal.'

Los Ángeles

A raíz de la caída del avión de Cubana de Aviación en la que murieron 111 personas y otras dos resultaron heridas de gravedad, el presidente Miguel Díaz-Canel nuevamente mostró su total sumisión a Raúl Castro. Lo excusó por no asistir al lugar de la tragedia por razones de salud, pero enfatizó muy satisfecho que era el general quien estaba dando todas las instrucciones pertinentes del caso, y no él como jefe de Gobierno.

Cuando se aborda la condición de presidente de mentiritas de Díaz-Canel generalmente se compara con la de Osvaldo Dorticós entre 1959 y 1976. Pero el antecedente que encaja mejor es el de Manuel Urrutia, quien fue presidente con poder real ejecutivo durante 45 días, hasta que Fidel Castro lo convirtió en figura decorativa.

Es más, Urrutia ha sido el único cubano oficialmente por encima de Fidel que podía darle órdenes. Por supuesto, nunca se atrevió, y si lo hizo nadie se enteró y el comandante se rió de él. Dorticós, en cambio, asumió la presidencia ya como ficha puramente protocolar, sin poder ejecutivo.

Castro desde la Sierra Maestra había prometido designar como presidente provisional a Urrutia, magistrado de la Audiencia de Santiago de Cuba que defendió a la causa de Fidel en el juicio por el asalto al cuartel Moncada.

Efectivamente, luego de los dos días convulsos de la toma del campamento de Columbia por parte de Camilo Cienfuegos, el 3 de enero de 1959 Urrutia fue nombrado presidente provisional y su gobierno fue reconocido por Washington. Castro sabía que Urrutia sería aceptado internacionalmente por su condición de cristiano, demócrata y liberal. Era un magnífico comienzo para los planes del comandante, con un gabinete de ministros mayormente "burgueses" encabezado por el veterano político José Miró Cardona.

Rápidamente le hizo la primera "sugerencia" a Urrutia y Fidel fue nombrado como su delegado en los institutos armados del país, y "Comandante en Jefe de las Fuerzas de Mar, Aire y Tierra de la República".

Ocho presidentes de mentiritas

Pero Castro era mucho más que eso: gobernaba de facto el país desde su residencia en Cojímar como jefe militar. Se repetía la historia del posmachadato. Desde el golpe de Estado de Batista el 15 de enero de 1934, que derrocó el Gobierno de los Cien Días presidido por Ramón Grau San Martín, hasta 1940, hubo seis presidentes en Cuba: Carlos Hevia, Manuel Márquez Sterling, Carlos Mendieta, José Barnet, Miguel Mariano Gómez y Federico Laredo Bru.

Pero ninguno de ellos gobernó realmente. Era Batista quien mandaba desde Columbia como jefe del Ejército. Urrutia fue el séptimo presidente que, con poder ejecutivo real, no pudo gobernar. Y el octavo es Díaz-Canel, el caso más escandaloso.

El 13 de febrero de 1959 de hecho se produjo un golpe de Estado. Se promulgó la Ley Fundamental, redactada por Castro y Dorticós, que sustituyó la Constitución de 1940 y convirtió en jefe de Gobierno al primer ministro, cargo que Fidel ocupó tres días después. El 16 de febrero de 1959 tomó posesión y aseguró que lo hacía provisionalmente. "No me interesa el poder",dijo a la prensa.

El primer ministro se convirtió en el jefe de jefes, por encima del presidente de la República. Quedó abolido el Congreso y pasó al Consejo de Ministros la facultad de redactar y promulgar las leyes. Fidel devino dictador formal, como en los tiempos de la antigua República Romana.

Urrutia devino presidente de cartón y solo firmaba las leyes que le ponía Castro en su mesa. Recuerdo que, con el clásico humor criollo, la gente llamaba a Urrutia "cuchara", porque ni pinchaba ni cortaba.

Cinco meses después, el 17 de julio de 1959, Fidel decidió quitarse de encima al anticomunista Urrutia. Lo acusó de traidor a la revolución y lo obligó a renunciar. Nombró en su lugar al marxista Dorticós, hasta ese momento ministro de Leyes Revolucionarias.

El nuevo jefe de Estado formal fue un cero a la izquierda, con la misión de recibir las cartas credenciales de los embajadores, asistir a actos públicos para darles nivel político y estatal, y firmar las leyes impuestas por Fidel.

Luego de 17 años de vigencia de la Ley Fundamental, en 1976 Castro ya sin rodeos hizo aprobar otra constitución, comunista, para concentrar en sus manos los cargos de presidente del Consejo de Estado, del Consejo de Ministros, y sobre todo para colocarse por encima del bien y el mal al establecer que el Partido Comunista (PCC) es la fuerza rectora de la nación.

Un poder ejecutivo que podría usarse

Ese cargo ejecutivo gubernamental tan poderoso, aunque supeditado al PCC, es el que ostenta ahora Díaz-Canel. Igual que Urrutia en aquellos 45 días citados. Incluso se le va por encima porque la Constitución comunista establece que el presidente es el jefe supremo de las Fuerzas Armadas.

O sea, el colmo, Díaz-Canel es el jefe militar de Cuba, no Raúl Castro. El nuevo presidente podría destituir mañana mismo al ministro de las FAR, y al Consejo de Ministros completo, jubilar generales y nombrar a otros, reducir el tamaño de las FAR o pasar GAESA a manos civiles, romper relaciones diplomáticas con Venezuela, Nicaragua o Irán, restablecer la propiedad privada, restituir las derechos ciudadanos secuestrados, o abrir las puertas a las inversiones extranjeras y también de cubanos.

El caso de Díaz-Canel es similar al de los seis presidentes títeres de Batista, y al de Urrutia, no al de Dorticós. Siendo jefe de Estado, de Gobierno y de las fuerzas armadas, Díaz-Canel es solo un administrador de la burocracia estatal.

Como a principios de 1959, y antes en los años 30, hoy el mandamás cubano es el jefe militar de facto ("a la cañona"), ya no desde Columbia o Cojímar, sino desde las sombras, donde Raúl Castro encabeza una Junta Militar que no existe formalmente pero que controla el PCC, máximo poder político según la Constitución.

Si bochornosos fueron las presidencias de Urrutia y Dorticós, más lo es la de este ingeniero que siendo incluso legalmente el jefe militar del país es una marioneta del general Castro Ruz II.

Y a propósito del tirano, cual presagio funesto en su momento, hay una foto de 1938 en la que se ve al "hombre fuerte" de Cuba, el entonces coronel Batista, que sostiene en sus brazos a quien sería otro "hombre fuerte" del país siete décadas después, el niño de seis años Raúl Castro Ruz.

Batista lo tiene cargado y lo besa cariñosamente (era amigo de su padre Ángel Castro) por haberle dicho unas palabras de bienvenida en la escuela militar Birán Uno, fundada por Batista para formar oficiales, y cuyos maestros eran sargentos de toda su confianza.

Los detalles de aquel amistoso encuentro los sacó a la luz alguien libre de toda sospecha de ser anticastrista, su adulador y amigo ruso Nikolai Leónov, esbirro retirado de la KGB, en su libro Raúl Castro, un hombre en Revolución.

Muy lejos estaban los presentes en aquella escuela oriental de imaginarse que aquel niño conformaría con quien lo tenía cargado, y con su hermanito Fidel (de 11 años entonces), la triada de dictadores que ha gobernado a Cuba en los últimos 66 años. Con el agravante de que, como tiranos, ambos Castro dejaron muchos kilómetros atrás a Batista, tan lejos que ya no hay comparación posible.

Para ser justos, solo debemos tener en cuenta la similitud entre la presidencia de utilería de Díaz-Canel y de Urrutia durante mes y medio, pero no cabe la comparación entre ambos. El exmagistrado liberal anticomunista quizás pudo haber sido el iniciador del restablecimiento de la democracia en Cuba. Pero Díaz-Canel es solo un "cachanchán" muy orgulloso de recibir órdenes de un dictador criminal y su Junta Militar.

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