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Sucesos

¿Qué azar llevó a los tres cubanos a morir bajo el puente derrumbado en Miami?

Rolando Fraga, Osvaldo González y Alberto Arias fallecieron en el cambio de luz del semáforo.

Miami
Policías de Miami-Dade cubren uno de los vehículos aplastados tras el colapso del puente de FIU.
Policías de Miami-Dade cubren uno de los vehículos aplastados tras el colapso del puente de FIU. P.Portal/El Nuevo Herald)

El puente peatonal de 950 toneladas de peso y 174 pies de largo (53 metros) de la Universidad Internacional de Florida (FIU) estaba aún en construcción cuando se vino abajo el pasado jueves y sepultó a ocho automóviles, reporta la agencia AP.

Entre los seis fallecidos que dejó este derrumbe se encuentran tres cubanos: Rolando Fraga (60 años), Osvaldo (Ozzie) González (57 años) y su pareja Alberto Arias (53 años).

¿Qué azar llevó a estas seis víctimas a perder la vida bajo el puente?

Osvaldo González y Alberto Arias

Acababan de terminar de almorzar y se encaminaron a una agencia de viajes para recoger sus pasajes para su viaje anual a Cuba.

Osvaldo González y Alberto Arias, amigos y socios, terminaron debajo de un paso peatonal de Miami el jueves de la semana pasada por la tarde, igual que tantas otras personas que realizaban despreocupadamente sus tareas cotidianas.

De acuerdo con El Nuevo Herald, González tenía planeado viajar a Cuba el fin de semana pasado (17 y 18 de marzo) para participar en las parrandas en su ciudad natal Camajuaní, en Villa Clara.

"Imagínese", dijo Amauri Naranjo, quien conocía a González desde que llegó de Cuba a EEUU en la década de 1980. "Una vieja amistad que sobrevivió incluso cuando teníamos el mar entre nosotros y se nos va por algo como esto".

González y Arias eran propietarios de un negocio que alquilaba todo lo necesario para fiestas y también las decoraba.

Sus cadáveres fueron encontrados el sábado debajo del camión Chevy blanco. Los rescatistas trabajaron durante días retirando escombros en busca de transeúntes que podían estar enterrados. Las ilusiones de un milagro se fueron desvaneciendo a medida que se conocían los nombres de los muertos. Quienes sobrevivieron trataban de lidiar con lo absurdo de todo, lo inesperado.

Rolando Fraga

El Jeep Cherokee de Fraga fue uno de los carros liberados de debajo de los restos del puente en la mañana del sábado, confirmó Carol Fraga, hermana del fallecido.

El hombre, natural de San José de las Lajas, La Habana, trabajaba como técnico en ITG Communications. También fue chofer de camión, según indica su página de Facebook.

Su casa estaba cerca de FIU y usualmente utilizaba la cercana entrada al Turnpike para ir a trabajar, dijeron familiares a la agencia AP.

"Estoy muy dolido", escribió Jorge Canela en Facebook. "Un amigo de mi barrio aparentemente está entre los personas que perdieron la vida en el desplome, Rolando Fraga, quien se crió conmigo. Lo estoy llamando y no contesta. Mi hermano, todos estamos devastados. Si ves este mensaje llámanos. Como siempre te digo, un abrazo rompe costillas. Dale".

El día antes del accidente, Fraga compartió una frase en su página de Facebook: "Nada es para siempre. El café se enfría, la gente se va, el tiempo pasa y las personas cambian".

Muchos se salvaron por segundos

Una adolescente se dirigía a un consultorio médico para recoger una medicina. Un hombre, padre de tres niños, se encaminaba del trabajo a su casa. Una mujer que iba a hacerse las uñas se detuvo en una luz roja. Segundos, o centímetros, decidieron quiénes vivirían y quiénes no.

El detective de Sweetwater Juan Lleras estaba en su oficina a unas pocas cuadras cuando escuchó lo que pareció el estallido de una bomba.

Dania Garlobo se dirigía en su auto al salón de belleza donde trabaja cuando una luz verde cambió a amarillo. Un individuo que manejaba un Mercedes blanco aceleró, pero frenó justo cuando el puente se desmoronaba delante de él.

"Casi termina abajo. No lo podía creer", dijo Garlobo, quien vio cómo el puente se desplomaba en lo que pareció un instante.

"¿Cómo puede ser que un puente tan sólido se derrumbe como un tablón?", se preguntó.

Llera llegó al sitio en unos minutos. Reinaba el caos y encontró un hombre inconsciente en la calle, al que empezó a darle primeros auxilios. Casi no sentía el pulso, pero alguien del departamento de medicina de la universidad se hizo presente y le dijo, "lo estás manteniendo vivo. Sigue haciéndolo". Continuó hasta que se lo llevaron. El hombre estaba vivo.

Llera llamó infructuosamente al hospital para ver si conseguía alguna información. Pensaba que el hombre había sobrevivido y esperaba poder estrechar su mano algún día.

Pero el domingo por la mañana vio una foto en las noticias de un hombre joven con una camisa roja.

Había sido identificado como Navarro Brown, de 37 años, empleado en Structural Technologies VSL. Y figuraba entre los muertos.

Había fallecido en el hospital.

"Sentí como que esta vez ganaban los malos", expresó el agente.

Las familias de los muertos y los heridos pidieron que se respete su privacidad mientras tratan de encontrarle un sentido a sus pérdidas tan irreparables como inexplicables.

"Es algo mágico cuando encuentras a tu alma gemela en este mundo", dijo la esposa de Brandon Brownfield, Chelsea, en Facebook. "Es como las piezas de un rompecabezas. Encajábamos justo, como nadie".

Los Brownfield tenían tres hijos. La familia se había radicado en la Florida hacía varios años porque él había conseguido un trabajo con Maxim Crane Works, según una colecta para la familia que inició un amigo en la internet y que en pocos días recaudó más de 50.000 dólares.

El hombre se dirigía del trabajo a su casa cuando se desplomó el puente.

"Ahora tengo que encontrar las palabras y las respuestas para explicarles a mis hijas que su papi no volverá", escribió la mujer en su cuenta de Facebook.

Los investigadores siguen tratando de determinar qué causó el derrumbe. En los días previos se habían detectado algunas rajaduras en el cemento y se estaban haciendo controles de seguridad cuando la estructura se cayó sobre una carretera muy transitada.

Una adolescente que viajaba en un auto falleció y otra sufrió lesiones menores. La fortuna de ambas dependió del asiento en que se sentaron.

Richie Humble, un estudiante de 19 años, no se había estado sintiendo bien esa semana. El jueves su amiga de 18 años, Alex Durán, la mejor persona que había conocido, lo llevó al médico para recoger algunas medicinas. Se detuvieron en una luz roja, justo debajo del paso peatonal.

"Escuché un crujido, un prolongado crujido", declaró Humble a la Associated Press en una entrevista telefónica. "Miré hacia arriba y en un instante el puente se nos vino encima. No hubo tiempo de nada".

Cuando se dio cuenta de que estaba vivo, también comprendió que no podía dar son su amiga. La llamó y no hubo respuesta. Un grupo de personas empezó a gritarle que tratase de arrastrarse y salir del auto. Lograron abrir la puerta para que saliese.

Se sentó en una acera mientras el personal médico le atendía unos cortes en las piernas y una ligera fisura en una vértebra. Recuerda que se preguntó "¿qué hago ahora?".

"Todos tenemos que reponernos. La vida continúa", le dijo un rescatista.

Un tío de Durán, Joe Smitha, se preparaba para una colonoscopía esa tarde cuando escuchó que se había desmoronado un paso peatonal cerca de su escuela. Ella no respondía al teléfono, pero dijo que no se preocupó. Sus hijos a veces tampoco contestan de inmediato.

"Me dije: '¿Cuáles son las probabilidades de que de las miles de personas que hay en Miami, ella sea una de las seis u ocho que fueron atrapadas debajo del puente, en una luz roja?'".

Cuando se le pasó la anestesia tras la intervención, se enteró de que ella era una de seis personas aplastadas por el puente, en una luz roja.

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