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Religión

Peregrinación a San Lázaro: mayores precios, menos gente y más policías

Ni velas, ni acceso a la Piedra de Agua Bendita. Este año la celebración ha sido una de las más controladas de los últimos tiempos.

La Habana

Pablo salió descalzo de madrugada para realizar una larga caminata. Su objetivo: pagar una promesa al "viejo Lázaro". No llevaba un rail de línea, o una piedra encadenada a su pie. Solo la idea de cumplir la promesa hecha por la salud de su hija.

Por estos días, miles de cubanos ofrendan tributo a San Lázaro viajando hasta la iglesia que lleva su nombre, ubicada en el pequeño pueblo El Rincón, en Santiago de las Vegas.

San Lázaro es el santo más venerado en Cuba después de la Virgen de la Caridad del Cobre. Al "viejo Lázaro" se le atribuyen milagros y la sanación de enfermedades incurables.

Desde Santiago de las Vegas hasta la iglesia la caminata es de cuatro kilómetros. No se permite recorrer el trayecto en vehículo o bicicleta.

Este año, durante la peregrinación, religiosos de distintas denominaciones protestantes repartían volantes y daban charlas a los caminantes. Mientras, la policía vigilaba en parejas cada 100 metros. Dos de ellos comentaban su cansancio luego de 12 horas apostados en el mismo lugar.

Miembros de la Cruz Roja prestaban servicio a los peregrinos que llegaban agotados.   

"Llevo más de 12 horas", aseguró uno de ellos. "Y tenemos que quedarnos hasta que culmine todo, aunque nos rotan cada cuatro horas".

Los negocios alrededor de la peregrinación sufrieron algunos cambios este año. Uno de ellos fue la prohibición de vender bebidas alcohólicas en todos los establecimientos estatales y particulares en los cuatro kilómetros de recorrido.

También la venta de velas estuvo prohibida. Solo dos puntos dentro de la iglesia intentaban cubrir la demanda.

"No permiten que vendamos velas. Junto a las flores, es lo que más compran las personas que pasan estos días por aquí", dijo Ramón, quien vendía artículos religiosos frente a la iglesia.

Los estantes de venta de flores se veían vacíos. A pesar de ser parte vital de la peregrinación, tuvieron poca demanda. Los precios iban desde 5 CUP por flor, hasta ramos de 100 CUP (4 CUC).

"Es que hay menos personas que en años anteriores", aseguró Darío Montes, de 38 años, quien asiste al santuario cada año desde 2010.

La poca concurrencia ha afectado a los cuentapropistas que aprovechan las fechas para favorecer sus ventas.

"El negocio está malo, hay poca gente", comentó Arnaldo, dueño de una cafetería. "Invertí más de 200 fulas (CUC) en carne y pollo y no creo que lo vaya a recuperar".

La vigilancia de los inspectores también fue uno de los motivos de pérdidas, pues muchos de los víveres que siempre se han ofertado no son permitidos.       

"Estos siempre han sido días buenos para los que tenemos licencia para venta de comida, pero hay muchos inspectores y es más difícil poder tener ofertas variadas", dijo el dueño de una carpa.

El santuario se notaba vacío en comparación a otros años. Las personas que yacían en el suelo eran mayormente mendigos.

El cambio más notable fue el cierre por vez primera de la muy visitada Piedra de Agua Bendita. A pesar de ser uno de los objetivos principales de la peregrinación, el acceso al agua bendita fue limitado solo en los días en que esta se realiza.

En su lugar, habilitaron una especie de bebedero rústico con varias pilas, a unos 30 metros de la piedra.

"Cerraron esta área porque las personas brincan el muro para el hospital de leprosos", justificó un trabajador de la iglesia que cuidaba el área. "Será abierto este lunes nuevamente".

Los religiosos que llegaban a hacer sus pedidos y pagar sus promesas se mostraron decepcionados y molestos por la prohibición.

"Viajé tanto para llegar y bañarme en la piedra y ahora no puedo. Esto no lo esperaba", expresó consternada una señora entrada en años, residente del reparto Miramar en La Habana.

En general, el despliegue policial fue bastante grande, con oficiales de alto rango incluidos. No se limitó a los policías de posta en el camino, también en los alrededores del santuario se evidenciaban agentes vestidos de civil. Incluso dentro del santuario la actividad policial era notable. Ha sido la celebración de San Lázaro más vigilada por las autoridades de los últimos años.

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